Space X, la compañía del magnate estadounidense Elon Musk, se niega a hablar de fracaso tras la explosión de su cohete más grande, potente y ambicioso, el Starship. Este jueves, mientras ascendía por el cielo de Texas, se pudo contemplar el estallido. Apenas habían pasado cuatro minutos desde el lanzamiento, pero en las instalaciones de la empresa aeroespacial el ambiente era de celebración. Un experto nos cuenta por qué.
Solo el hecho de que despegaran las 5.000 toneladas del cohete más pesado de la historia espacial eran una gran triunfo. "El impulso que tiene que dar, la carga que tiene que transportar, es algo que no se había hecho hasta la fecha en ninguna misión anterior", explica David González, profesor ayudante de ETSIAE de la Universidad Politécnica de Madrid.
Los problemas llegaron después del lanzamiento. El Starship debía dividirse en dos partes, pero la maniobra falló y desde el control acabaron haciéndolo explotar para evitar una caída érratica. Los aplausos estallan en los cuarteles de la compañía Space X, con su promotor, Elon Musk, siguiendo en primera fila el fallido lanzamiento. Después felicitaba al equipo por lo todo lo que habían aprendido..
"Hay que hacer lanzamientos, que puede que no vayan a salir bien, pero de todo ello se aprende. Y lo hemos visto en toda la sucesión, no de fracasos, sino de éxitos de Space X", explica González. Un camino de ensayos fallidos antes de la misión definitiva: esa que ha previsto llevar en el 2025 a la primera tripulación a la Luna y después a Marte.