El aviso de EEUU por los "químicos eternos" en el agua del grifo: "Se trata de salvar miles de vidas"
Hablamos de seis sustancias químicas en concreto, de los casi 5.000 PFAS conocidos, que se utilizan en industrias de todo tipo desde hace décadas
Estos PFAS “también están presentes en el agua potable de España”: Cataluña y Galicia son las CCAA con mayores niveles en sangre de estos compuestos
La EPA asegura que “se trata de evitar miles de muertes, como consecuencia de la exposición a estas sustancias químicas, y decenas de miles de enfermedades graves”
La medida pionera anunciada en Estados Unidos afecta al agua del grifo de más de 200 millones de personas. Es la primera vez que la EPA, la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU., propone regular los llamados "químicos eternos" o PFAS, unas sustancias químicas muy dañinas para el ser humano y el medio ambiente, que están presentes también en cosas tan cotidianas como alimentos envasados, utensilios de cocina, alfombras, ventanas, coches, teléfonos móviles, ropa… Vivimos rodeados de PFAS.
La propia EPA explica que estas sustancias, los "perfluorados" y "polifluorados" (PFAS por sus siglas en inglés) “son un grupo grande y diverso de productos químicos utilizados en muchas aplicaciones comerciales debido a sus propiedades únicas, como la resistencia a altas y bajas temperaturas, la resistencia a la degradación y las características antiadherentes”. No son nuevos, se empezaron a utilizar y comercializar en la década de 1940, pero “la preocupación por los posibles efectos adversos en la salud humana aumentó a principios de la década de 2000, debido a la detección de ácido perfluorooctanoico (PFOA) y sulfonato de perfluorooctano (PFOS) en la sangre humana. Desde entonces, se han encontrado cientos de PFAS diferentes en el agua, el suelo y el aire”.
En el caso del agua corriente de Estados Unidos, hablamos de esas dos sustancias (PFOA y PFOS). Sólo dos de los casi 5.000 PFAS conocidos, que se utilizan en industrias de todo tipo. La normativa que propone la EPA pretende regular la presencia en el agua de esas dos sustancias y poner ciertos límites a otras cuatro.
“Los sistemas de abastecimiento de agua de EE.UU. tendrán que controlar los niveles de esas seis sustancias químicas específicas, notificarlos a la población y tratar de reducirlos si superan los niveles permitidos”, advierten. La EPA asegura que “se trata de evitar miles de muertes, como consecuencia de la exposición a estas sustancias químicas, y decenas de miles de enfermedades graves”.
Objetivo: eliminarlos del agua, aunque "lo mejor sería prohibirlos"
“Es muy buena noticia”, asegura Cristina Almécija Pérez, coordinadora del Grupo de Trabajo Salud Planetaria de la semFYC. Aunque advierte: “La mejor medida sería prohibirlos”. También desde Greenpeace valoran positivamente la decisión de la EPA. “Es la primera vez que se establecen unos límites tan estrictos a estas sustancias en el agua potable. Y el nivel que se establece es tan bajo que es casi indetectable”, comenta Sara del Río, portavoz de la organización ecologista.
Explica que los límites propuestos por la EPA suponen, en la práctica, fijar unos niveles permitidos tan bajos que cueste detectarlas. Es decir, lo que se está planteando es “la no presencia de PFOA y PFOS en el agua”, resume Del Río. Considera la portavoz ecologista que la medida es “muy interesante, porque es de los requisitos más estrictos que se han impuesto hasta ahora” con respecto al agua potable. Y piden que sirva de ejemplo.
También en España: ¿dónde hay más?
Las sustancias de las que hablamos, estos PFAS en concreto “también están presentes en el agua potable de España”, advierte Cristina Almécija. Y recuerda que un equipo del Centro Nacional de Salud Ambiental del ISCIII elaboró un mapa de exposición en 2017. Según él, “Cataluña y Galicia eran las CCAA con mayores niveles en sangre de estos compuestos PFAS”.
No hay una norma estatal para regularlos, explica esta experta, pero sí europea. Concretamente, la Directiva europea de Agua Potable, que “establece niveles a partir de los cuales ya es preocupante” su presencia. Del Río, por su parte, explica que la forma de regularlos es muy distinta, porque mientras la EPA estadounidense plantea regular niveles muy estrictos y concretos para algunas sustancias en concreto, en Europa “se regulan como grupo”. Pero una cosa es clara, advierte: “La restricción como grupo a los PFAS es cien veces mayor que la que marca la EPA ahora respecto a estas dos sustancias en concreto”.
Por ello, cree la ecologista que “igual que EEUU tiene su propia legislación, la UE tendría que acelerar para establecer límites más restrictivos”. Los PFAS están en el punto de mira de la UE desde hace años, y de hecho, se está preparando una normativa específica mucho más restrictiva, a petición de cinco países (Dinamarca, Alemania, Países Bajos, Noruega y Suecia).
Pero es que hablamos de miles de sustancias. "Hay más de 4.700 sustancias distintas de este tipo y en industrias muy variadas: construcción, cocina, aeronáutica... Es muy difícil monitorearlas", confiesa Almécija. "Se vigilan, pero no hay una norma como la que ahora plantea EE.UU".
La EPA ha elegido ahora estos seis PFAS en concreto porque hay datos científicos muy claros sobre su impacto concreto en la salud humana. “La población de este país ha sufrido durante demasiado tiempo la amenaza siempre presente de la contaminación por PFAS”, ha dicho el director de la EPA, Michael Regan. “Por eso, el presidente Biden ha implicado al gobierno federal en la lucha contra estos químicos dañinos, y la EPA está liderando el camino a seguir”, aseguraba en un comunicado reciente.
PFAS: dañinos, cotidianos y persistentes
Porque cuando hablamos de PFAS hablamos de sustancias químicas muy dañinas para nuestro organismo. Son capaces de alterar el equilibrio hormonal de nuestro cuerpo. Y ello puede desembocar en problemas graves de salud, con cuyo incremento, de hecho, pueden estar relacionados.
El propio nombre por el que se conocen ya dice mucho de sus riesgos. Se denominan ‘forever chemicals’ ("contaminantes eternos"), porque son “extremadamente persistentes y duran miles de años. "Todos los estadounidenses analizados tienen PFAS en la sangre", alerta la coalición “Clean Water Action (CWA)”. Y lo mismo ocurre en Europa. Su nombre indica su elevada persistencia, tanto en el cuerpo humano como en el medio ambiente. Y hay que tener en cuenta, además, que llevamos décadas expuestos a ellos, a sus efectos dañinos y acumulativos.
"Es un problema, porque dosis muy pequeñas de PFAS aumentan el riesgo de una amplia variedad de problemas de salud, incluidos cáncer de riñón y testicular, problemas hepáticos, colesterol alto e inmunosupresión”, advierte desde CWA. También se han relacionado con el cáncer de mama, de próstata, de tiroides, la obesidad o la diabetes. O con las bajas tasas de natalidad o la disminución de la respuesta a las vacunas.
Los propios Institutos de Salud (NIH) de Estados Unidos advierten de que están presentes “en varios productos cotidianos. Por ejemplo, los PFAS se utilizan para evitar que los alimentos se peguen a los envases o utensilios de cocina (sartenes antiadherentes), para hacer que la ropa y las alfombras sean resistentes a las manchas, o para crear espuma contra incendios que sea más eficaz”, explican en su web.
"Los PFAS son sustancias químicas cuya presencia en el medio ambiente está totalmente extendida", insiste Del Río. Y pide ir más allá. No sólo tratar de eliminarlas del agua, sino ir al origen del problema. "Tenemos que evitar que esas sustancias químicas se produzcan y se liberen al medio ambiente". Porque recuerda que, si llegan al agua potable es porque están por todas partes. No se degradan. "El paso de la EPA es acertado, pero el nivel de contaminación y la rapidez con la que actúan estas sustancias no sé si permite que los avances en sus restricciones sean tan lentos. Se tarda décadas en regular estas sustancias, cuando el impacto que tienen es inmediato", zanja la ecologista.