“El bótox tiene infinidad de aplicaciones, porque lo que hace es relajar el músculo”. Alejandro Mazarro, cirujano especializado en cirugía estética de cabeza y cuello, explica a NIUS el papel de esta neurotoxina botulínica. Producida por la bacteria 'Clostridium botulinum', se utiliza sobre todo en su especialidad, “para relajar las arrugas de expresión” por ejemplo. Pero “esa misma función de relajar o paralizar el músculo se puede utilizar para muchas otras cosas”, advierte el médico.
Entre ellas, están las inyecciones de bótox intragástrico para adelgazar, como las que aplicaron en Turquía a esos 14 pacientes que ahora padecen botulismo, y de cuyos casos acaba de alertar el ECDC.
Hablamos de inyecciones de bótox que lo que hacen es “relajar parcialmente el estómago”. ¿Para qué? Porque “se vacía más lento, y genera una sensación de saciedad más duradera”, explica Mazarro. “Si aplicas bótox directamente en la pared del estómago, lo que haces es que esa zona esté más relajada. El músculo pierde fuerza y va más lento, tarda más en vaciar, por lo que tienes sensación de saciedad”. De ahí su supuesta utilidad para adelgazar. Pero ¿qué riesgos tiene esta intervención? ¿Es segura? ¿Es eficaz?
Hay varios estudios publicados al respecto, pero todos se han realizado en cohortes muy pequeñas, de unas pocas decenas de personas, y además, sus resultados son bastante contradictorios entre sí.
Por ejemplo, este de 2020 concluye que “la inyección intragástrica de BTX-A puede ser beneficiosa para la pérdida de peso. Es un procedimiento mínimamente invasivo, rentable y sin efectos secundarios graves”. El estudio se realizó en Turquía, y participaron 56 pacientes.
Sin embargo, un año después, y también en Turquía, encontramos otro estudio con resultados opuestos. “Se concluyó que la aplicación de BTX gástrica para la pérdida de peso no brinda resultados efectivos”. En este caso, el estudio se realizó sólo con 13 pacientes.
En este otro, publicado en 2017, especialistas en obesidad de Catar revisaron todos los estudios realizados hasta esa fecha. Concluyeron que “el uso de inyecciones de bótox en el estómago para tratar la obesidad no conduce a la pérdida de peso a largo plazo”. No encontraron suficiente evidencia de ello. Y, además, alertaron de posibles “efectos secundarios dañinos, como dolor e hinchazón en el área de la inyección, náuseas e indigestión".
“La mayoría de los ensayos clínicos que revisamos mostraron que, si bien algunos pacientes obesos que recibieron tratamiento endoscópico intragástrico con BTX-A informaron saciedad temprana y retraso en el vaciamiento gástrico, eso no se tradujo en una pérdida de peso corporal total significativa o sostenida”, advierten en esa revisión de ensayos con inyección intragástrica de bótox.
También en España, especialistas de Málaga han revisado todos los ensayos realizados con este procedimiento y son muy críticos con respecto a la seguridad y eficacia de esta técnica. En su artículo, publicado en 2017, concluyen que “la inyección de toxina botulínica intragástrica podría ser eficaz y segura en el tratamiento de la obesidad, pero son necesarios estudios bien diseñados, controlados con placebo, de largo seguimiento y adecuado tamaño muestral”.
Eso último, que la pérdida de peso no sea sostenida en el tiempo, lo han constatado varios estudios. Y lo advierten también, por ejemplo, en la Escuela de Medicina Johns Hopkins de EE.UU., que realiza este tipo de intervenciones. “El efecto de la inyección dura unos 3 meses. Y puedes repetir el procedimiento cada 6 meses”, aseguran en su página web.
Según la información que proporcionan sobre esta técnica, “los estudios muestran que una inyección exitosa de toxina botulínica en el estómago puede resultar en una pérdida de peso de alrededor del 5% al 10% durante seis meses”. Ellos lo definen como un procedimiento “mínimamente invasivo”, pero en cualquier caso, recuerda Mazarro, no deja de serlo. Y es algo que se debería sopesar siempre, dice, sobre todo teniendo en cuenta que sus beneficios duran tan poco tiempo.
“Sabes que va a ser algo transitorio y que no deja de ser invasivo, aunque lo sea menos que otras intervenciones. Sólo te va a servir para unos pocos meses. Lo veo difícilmente justificable”, advierte el cirujano. Si hablamos de intervenciones con ese fin, adelgazar, Mazarro es muy claro: “No es la más aconsejable”.
Además, no hablamos de una intervención menor. El procedimiento es el siguiente. “Se inserta un endoscopio equipado con una jeringa en la boca, que baja por la garganta hasta el estómago”. Se trata de “un tubo flexible con una luz y una cámara, que permite al médico ver dónde colocar las inyecciones”. Después, el médico “inyecta toxina botulínica en varios puntos alrededor de la parte inferior del estómago”.
En el Johns Hopkins, al advertir sobre sus posibles efectos secundarios, explican esto. “Las inyecciones de toxina botulínica en el estómago son seguras para aquellas personas que no tienen problemas musculares y que no son alérgicas a la toxina botulínica. Las inyecciones pueden resultar en una cantidad muy pequeña de sangrado dentro del estómago. La mayoría de las personas tienen pocos o ningún efecto secundario”. ¿Qué pudo haber pasado en los casos de botulismo detectados en Turquía?
Hablamos de 14 casos: 12 notificados en Alemania, uno en Suiza y otro en Austria. En cuanto a su gravedad, "la presentación clínica de los casos varía, de leve a grave". Y el ECDC asegura que hay varios hospitalizados, algunos de ellos en Unidades de Cuidados Intenstivos.
El organismo europeo habla de "casos de botulismo clínico, aparentemente iatrogénico, debido a infección intragástrica". Y explica que "el botulismo iatrogénico (el que ocurre tras administrar neurotoxina botulínica con fines terapéuticos o cosméticos) suele deberse a un exceso en las dosis administradas". Sus síntomas son "una creciente debilidad muscular y parálisis que llega a comprometer funciones vitales, como la respiración".
Sobre el exceso de dosis, Mazarro explica que, cuando se trata del estómago, hablamos de un músculo que nada tiene que ver con el de la frente, claro. Es mucho más grueso. "Y para conseguir relajar un músculo así de grueso y potente, tienes que utilizar dosis mucho mayores”, con el riesgo que ello conlleva. En los estudios comentados, por ejemplo, encontramos dosis de 250 o 300 unidades, frente a las dosis de entre 20 y 50 (como máximo) que se utilizan en estética facial, para que se hagan una idea.
“El bótox se reabsorbe a medida que el músculo se activa. Como el estómago es un músculo muy grande, dan dosis grandes, pero la reabsorción va a ser bastante rápida”, explica el médico. Pero en este tipo de inyecciones, el riesgo no sólo está en que se utilizan dosis altísimas, también en el lugar donde se infiltran. “Hablamos de 5 veces más dosis de la que se utiliza a nivel facial, en estética, pero además en un órgano que tiene mucha vascularización”.
El cirujano advierte: “A poco que haya una absorción sistémica del producto, a nivel sanguíneo, puedes tener complicaciones severas, puede ser potencialmente grave”.
Por tanto, los problemas podrían venir derivados de dos cosas, según explica Mazarro a NIUS:
El cirujano confiesa que le “choca” que se utilice bótox con estos fines, “habiendo otras alternativas más eficaces y cuya seguridad ya está contrastada por estudios y experiencias”, como el balón intragástrico por ejemplo.
Los especialistas de Catar que revisaron toda la literatura científica al respecto también son muy claros advirtiendo. “Dado que inyectar bótox en los músculos del estómago puede tener efectos secundarios indeseables, y dado que su eficacia no ha sido probada, no se recomienda como tratamiento para la obesidad”.
Al menos diez de los casos de botulismo detectados por el ECDC fueron intervenidos en el mismo hospital de Estambul entre el 22 y el 25 de febrero. Y cinco de los casos recuerdan haber recibido "una inyección intragástrica de BoNT."
El ECDC asegura en su informe que "no hay indicios, por el momento, de que estos tratamientos fueran organizados por una compañía comercial de viajes con un fin médico". Pero lo cierto es que Turquía se ha convertido en destino preferente de este tipo de viajes, que buscan intervenciones médicas a un coste más bajo del habitual en Europa.
Hace sólo un mes les contábamos el caso de Maribel, una mujer que viajó a ese país a operarse el pecho y volvió sin dientes. O la alerta de los dentistas el verano pasado, tras detectar cientos de casos de personas que han viajado a Turquía a arreglarse la dentadura y han vuelto con graves complicaciones y auténticos destrozos en sus bocas".
Mazarro advierte: "No somos conscientes del peligro que supone el turismo médico. Hay que poner por delante la seguridad como pacientes". No por ahorrar, recuerda el cirujano, hay que asumir riesgos que afectan a la salud. Porque "no hablamos de comprar un coche y que te salga malo, por ejemplo, sino de algo que afecta a tu salud".