La incidencia del párkinson aumenta vertiginosamente. Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común en la población, después del alzhéimer. Se calcula para 2040, esta enfermedad neurodegenerativa afectará a 12 millones de personas. Pero su causa se desconoce todavía. Hipótesis en estudio hay muchas, y cada vez van cobrando más fuerza las que miran al intestino. Si no como origen de la enfermedad, al menos como fase inicial de esta.
Porque hablamos de un trastorno multisistémico. En muchos pacientes, antes de los síntomas motores característicos del párkinson (temblor en reposo, rigidez y anomalías en la marcha, dificultades de equilibrio y pérdida de movimiento espontáneo…), aparecen otros, como ciertos trastornos del sueño o síntomas gastrointestinales. En muchos pacientes, el estreñimiento es el primer síntoma del párkinson, mucho antes que los motores. ¿Por qué?
La explicación puede estar en la microbiota. Muchos estudios apuntan a que “alteraciones significativas de la microbiota intestinal pueden ser relacionadas con la enfermedad de Parkinson”, explica el catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca Raúl Rivas. ¿Qué papel puede estar jugando la microbiota en esta enfermedad? ¿Comienza el párkinson en el intestino? ¿Cómo afecta lo que ocurre en ese órgano al cerebro? Hablamos con el microbiólogo y divulgador, para tratar de entenderlo.
Pregunta: Cuando hablas de alteraciones de la microbiota relacionadas con el párkinson, ¿de qué tipo de alteraciones hablamos?
Respuesta: La microbiota intestinal es un conjunto de poblaciones bacterianas súper importantes, a nivel orgánico, para el ser humano. Estos microorganismos, que pueden suponer en torno a 2 kilos del peso corporal, realizan funciones muy importantes: protectora frente a patógenos, metabólica, y de modulación del sistema inmune. Esa microbiota es específica de cada individuo, pero tiene una serie de grupos que son comunes a todos, que siempre deben estar ahí.
Cuando hay una situación de estrés, o de enfermedad, o por alguna medicación, y esa microbiota cambia (lo que llamamos disbiosis), se origina un desequilibrio, tanto en las poblaciones bacterianas como en el número de esas poblaciones. Es un cambio cuantitativo y cualitativo. Y ese desequilibrio origina diferentes problemas de salud. Parece que uno de ellos está relacionado con el párkinson. ¿Cómo? Hay varias hipótesis.
P: ¿Pero cómo afecta esto a la función cerebral? ¿Qué relación puede haber entre esos cambios en el intestino con el proceso de neurodegeneración en el cerebro?
R: Estamos interconectados. La actividad de las bacterias de nuestro intestino repercute en el resto del organismo. Muchos de estos microorganismos, en sus procesos metabólicos habituales (consumo de carbohidratos, proteínas…) originan subproductos. Algunos, como el ácido butírico, parece que están presentes en pacientes de párkinson. Este y otros ácidos grasos de cadena corta actúan como energía de las células que recubren el intestino y el colon, por lo que influyen en las respuestas inflamatorias. Y parece que respuestas inflamatorias prolongadas del intestino están asociadas con el desarrollo de párkinson.
P: De esa inflamación intestinal surgen el estreñimiento, la diarrea, las náuseas...
R: Sí, pero hay más. Una de las teorías del desarrollo del párkinson es que estén involucradas proteínas, que haya un incorrecto plegamiento de una proteína que aparece en el cerebro, la alfa-sinucleína. En el párkinson hay un plegamiento incorrecto y además, una agregación de esa proteína, una acumulación indebida en el cerebro.
Una de las hipótesis es que esa proteína aparece primero en el intestino, como consecuencia de la inflamación intestinal o del metabolismo de las bacterias, o como respuesta a posibles infecciones de patógenos ¿Por qué aparece en el cerebro? Algunas hipótesis dicen que puede viajar a través del nervio vago, y es algo que se ha visto en estudios con ratones.
Esto todavía se está estudiando, es una hipótesis abierta. Pero lo que cada vez parece más claro es que hay una implicación directa de la microbiota intestinal en el párkinson, entre otras cosas porque uno de los primeros síntomas que aparecen son las disfunciones intestinales, como el estreñimiento.
P: Lo que cada vez parece más claro, entonces, es que el párkinson no comienza en el cerebro. La idea de que las primeras fases de la enfermedad pueden ocurrir en el intestino ha ido ganando fuerza en los últimos años. ¿Podemos decir que el párkinson comienza en el intestino?
R: Desde luego, todo apunta a que hay una relación directa con la microbiota intestinal. Que comience en el intestino no está claro todavía, es un campo totalmente abierto. Pero las hipótesis cada vez se apoyan en más datos. Se sabe que hay microbiota que cambia, poblaciones concretas que cambian, pero realmente no se sabe si existe una bacteria específica concreta o un patógeno específico concreto que desencadene todo.
De momento, hay diferentes hipótesis: la de la alfa-sinucleína, las inflamaciones intestinales o los metabolitos, que están ligadas entre sí, y en todas ellas interviene la microbiota.
P: En cualquier caso, es un cambio de enfoque con respecto a esta enfermedad, en la que siempre se ha centrado todo en el cerebro.
R: Sí. En muchas de las enfermedades neurodegenerativas, en el futuro, veremos cada vez más que su origen está relacionado con los microorganismos.
P: Algunos investigadores postulan que hay dos subtipos de párkinson: el que comienza en el intestino y el que comienza en el cerebro. Este estudio de científicos daneses, de 2019, apunta un posible vínculo entre un trastorno del sueño, el inicio intestinal de la enfermedad y el estreñimiento como síntoma. ¿Qué te parece?
R: No sé si es fiable segregar dos tipos de párkinson, pero lo que sí que está claro es que muchos enfermos de párkinson cursan con síntomas gastrointestinales, que hasta ahora no se tenían en cuenta.
P: ¿Pero son sólo síntoma o indican el origen de la enfermedad?
R: Son un síntoma más, originado por un proceso complejo y multifactorial. Y en el centro de ese proceso están los cambios sufridos en la microbiota intestinal.
P: En la composición de la microbiota influyen factores como la dieta, la salud, el medio ambiente… La parte buena de todo esto es que “cuidando” esa microbiota se puede reestablecer su equilibrio. ¿Hacerlo es importante para prevenir enfermedades como esta?
R: Está claro que si esos microrganismos se han ido adaptando a nosotros es por una relación de conveniencia mutua. Algo bueno harán. Por eso no respondemos negativamente ante ellos. Y es evidente que una alteración de estas poblaciones nos va a ocasionar problemas ¿En qué medida? Cada vez vemos más enfermedades relacionadas con ello: párkinson, depresión…
P: Pero nuestra microbiota ha estado ahí siempre, y sus desequilibrios. ¿Ahora la cuidamos peor o es que antes conocíamos menos su función clave en nuestra salud?
R: Cada vez la conocemos más. Las técnicas de diagnóstico avanzan, tenemos herramientas para conocer mejor las poblaciones microbianas del intestino, cada vez somos más capaces de detectar antes las patologías…
P: Viendo que puede generar síntomas tan visibles como el estreñimiento, ¿saber todo esto puede ayudar en la detección precoz del párkinson?
R: El estreñimiento también está relacionado con otras enfermedades. Con la esclerosos múltiple, por ejemplo, en la que también tendría un papel importante la microbiota. Y hay tipos de cáncer que también están relacionados con estos microorganismos. El estreñimiento puede ser un síntoma de muchas otras cosas, no significa que todos los que lo tengan puedan ser susceptibles de desarrollar párkinson.
P: ¿Pero podría ser un indicador, si se relaciona con otras cosas? Por ejemplo, hay un trastorno del sueño, el RBD, que ya se considera un marcador prodrómico en esta enfermedad. Quizá un estreñimiento por cambios en la microbiota también podría servir de detector...
R: Lo que sí es importante es que, si aparecen esos síntomas, ya sabemos que hay análisis que pueden medir poblaciones microbianas, ver cómo están cambiando… Cada vez sabemos más. Es posible que en los próximos años veamos análisis de este tipo relacionados con poblaciones microbianas o con la actividad de la microbiota. Es posible que lo veamos en un futuro cercano.