Cuando se le pregunta a alguien por su trabajo, no muchos tienen el privilegio de responder: “No hay nada mejor que pueda estar haciendo en la vida”. Eduardo García Llama es uno de ellos. Es jefe de Controladores de Vuelo de Ingeniería para el sistema de guiado y control de la nave Orión. Todo eso. Que se puede resumir en la persona que ha guiado los pasos de Orión en la misión Artemis I, que ha concluido hace unos días.
“Ha sido un éxito rotundo”, confirma este físico e ingeniero valenciano de 51 años, que lleva más de 20 trabajando en el Centro Espacial Johnson de la NASA, en Houston (EE.UU.). Llegó allí a finales de 1999, con un proyecto conjunto de la ESA -donde trabajaba entonces- y la NASA. Pero cuando el proyecto acabó, la NASA le propuso quedarse. Todos se volvieron menos él. Desde Houston, atiende a NIUS por teléfono.
Pregunta: ¿Por qué no hemos vuelto a la Luna en 50 años? La última misión fue la del Apolo 17, en 1972.
Respuesta: El programa Apolo se cortó porque era un gasto muy grande. El objetivo número uno era ganar la carrera espacial y cumplir con lo que dijo Kennedy. Eso se había conseguido, y se decidió que era mejor no seguir. Se pasó a otros programas de investigación y de acceso al espacio, pero en órbitas bajas de la Tierra. Entre otros, el desarrollo del transbordador espacial, que ha estado operativo durante 30 años y ha culminado con la construcción de la Estación Espacial.
Una vez que se cancela transbordador, en 2011, se sigue con la Estación, dependiendo más de las naves (rusas) Soyuz. Pero, en un momento dado, la NASA decide que la tecnología del acceso al espacio en órbitas bajas está lo bastante madura como para que empresas privadas se hagan cargo de ello. Y eso fue lo que hizo, para liberarse y poder volver a explorar el espacio profundo, más allá de las órbitas bajas de la Tierra. Empieza entonces todo ese boom de empresas privadas, que se ha estado fomentando. La idea es que la NASA pueda explorar órbitas más allá, porque no tiene recursos para todo.
P: Es decir, la NASA empieza a delegar misiones más pequeñas para centrarse en misiones más grandes y complejas…
R: Eso es. Y a la vez que delegas, posicionas a esas empresas, porque eso supone un impulso tecnológico e industrial muy grande. La NASA se ha podido centrar en volver a Luna, pero ahora ya de forma consistente y constante. Con un un presupuesto más pequeño que en el programa Apolo, pero más alargado y repartido en el tiempo.
P: Ahora no hay una carrera espacial en marcha, no hay tanta prisa…
R: No hay la misma prisa, el contexto internacional es distinto… y el presupuesto no va a ser el de Apolo. El objetivo es tener una presencia humana permanente en la Luna. Y es una progresión lógica. Podríamos no hacerlo nunca, pero si no es EE.UU. será otro país el que lo haga.
P: China también tiene un ambicioso programa espacial. ¿Existe el temor en la NASA, la sensación, de que puedan llegar ellos antes?
R: Es una posibilidad real. China está desarrollando un programa lunar y tienen una estación espacial. Eso es una realidad. ¿Es un temor? No. Nadie que trabaje aquí está temiendo eso. No trabajamos desde la premisa de ser los primeros: tenemos un calendario y nos intentamos ajustar a él. No, no se respira esa sensación.
Pero si ese es su objetivo, seguro que lo consigue, y estará muy bien. Cualquier país que desee tener un rol en la exploración de la Luna puede hacerlo. El objetivo es cooperar, debería serlo. Artemis es un gran ejemplo de cooperación entre la NASA y la ESA.
P: El programa Artemis proyecta una misión tripulada a la Luna en 2024 y volver a pisarla en 2025. ¿Ese es el calendario?
R: Sí. Artemis II no será antes de mayo de 2024. Es una misión tripulada de circunnavegación lunar, más corta que la de ahora y más simple. Artemis III será en 2025, y en esa misión es en la que está planeado pisar la Luna. La primera persona será una mujer, la segunda será una persona de color.
P: Pero el objetivo no es sólo la Luna, ¿no? Todo esto es también un trampolín hacia Marte…
R: Todas las misiones son trampolines para algo. Marte es un objetivo que está ahí, pero cuando eso se consiga habrá otros, y Marte será un trampolín para algo más. Siempre se funciona así. El objetivo es tener una presencia humana permanente en la Luna, y ahí, además de hacer investigación científica, probar tecnologías y técnicas que sirvan para una futura misión tripulada a Marte.
P: Veremos a un ser humano en la Luna en breve, y una base permanente en esta década. Pero si hablamos de Marte ¿lo veremos?
R: No lo sé, tienen que suceder tantas cosas antes... Una misión tripulada a Marte es de una complejidad tan grande que no tiene paragón con nada que se haya hecho hasta ahora. Son muchas cosas las se tienen que dar para que haya una misión tripulada y de estancia de seres humanos en Marte. Es de una envergadura y complejidad que no tiene absolutamente nada que ver con nada que hayamos visto. Sinceramente, no sé si nosotros lo veremos. El objetivo está ahí, pero es más a largo plazo.
P: De momento, esta misión Artemis I ya ha sido un éxito, el primer paso está dado.
R: Sí. Esta es la primera vez que se volaba, tanto el lanzador como las naves, y haciendo una misión de larga duración, que involucraba muchos tipos de maniobras, muchos sistemas de guiado y control, probar todos los sistemas de navegación, el sistema eléctrico... El objetivo primero era recuperar el módulo de mando, el de la tripulación, y se ha conseguido. Todo se ha desarrollado de forma magnífica. Ha sido un rotundo éxito.
Todo iba tan bien, de hecho, que se decidió incluir más pruebas de las previstas. Hemos estado diseñando pruebas sobre la marcha, para caracterizar mejor la nave. Y hasta las que hemos hecho sobre la marcha, han salido muy bien. Esta misión nos ha dado bastante más de lo que pensábamos.
P: El amerizaje de Orión en el Pacífico, al volver a la Tierra, y probar su escudo térmico, era un momento clave de la misión. Y también salió según lo previsto.
R: Una misión espacial tiene diferentes objetivos, que van priorizados. El primero era probar el escudo térmico a velocidades de retorno de una misión lunar, entrar en la atmósfera a 11 kilómetros por segundo. Eso se probó y se ha conseguido. La nave se recuperó. Ahora estudiarán el escudo y se verá su integridad, y quizá haya algo, o se descubra alguna grieta, pero obviamente no son cosas de mayor envergadura.
P: Pasó de una velocidad de 40.000 kilómetros por hora a 32 kms/h en cuestión de minutos… increíble.
R: Sí, tienes que frenar una nave que viene de la Luna a 11 kilómetros por segundo y quieres que americe a unos pocos metros por segundo. En eso consiste la reentrada. Y además, hacer ese frenado en un vuelo guiado, que te permite amerizar lo más cerca del barco que te va a recuperar. Es una parte delicada y compleja de la misión.
P: ¿Fue el momento más más delicado?
R: No
P: ¿Y cuál fue, entonces, la parte más delicada de la misión?
R: Una misión espacial se puede ir al traste en cualquier momento. Todo lo que se hace se ha estudiado y simulado antes, todas las maniobras, y esperas que todo transcurra bien. Pero si hay que destacar algunos momentos, yo destacaría el lanzamiento, que es siempre la parte más peligrosa de una misión. Porque es una bomba controlada.
En este caso, los 2 primeros minutos de vuelo son los más críticos, porque se apoya en la propulsión de los motores de combustible sólido, que son imparables, es siempre una fase muy crítica. Cuando se separan, genera mucho alivio. Y otra parte crítica es el principio de la misión, cuando la nave se vuelve autónoma por primera vez en el vuelo.
También son importantes los grandes encendidos del motor principal. Uno de ellos, el último, que te pone en la trayectoria hacia la Tierra, es crítico para recuperar la nave. Además, se da detrás de la luna, con lo cual no hay comunicaciones, el éxito se sabe cuando la nave aparece detrás del horizonte lunar. Y ahí contienes la respiración.
Y está también la reentrada, que era guiada, y algo que se hacía por primera vez: una entrada de rebote en la atmósfera. Es igual que cuando tiras un canto rodado a un lago, que ves que da un salto, rebota y luego ya se mete en el agua. En este caso solo hablamos de un salto, no más, pero eso es la reentrada en rebote, y era la primera vez que se hacía guiada.
P: ¿Esta misión ha sido la más excitante desde que trabaja en la NASA?
R: Desde luego. Ha sido lo más excitante desde las misiones Apolo, para cualquiera que trabaje en un programa espacial tripulado.
P: ¿Y cuál es el siguiente paso clave?
R: La siguiente misión, la Artemis II: 8 días, 4 astronautas y circunvalar la Luna. Es una misión parecida a la del Apolo VIII.
P: ¿Por qué no se proyecta pisar la Luna ya en esa misión?
R: Es prudente ir por pasos. En esta misión de ahora se ha probado la nave en solitario. Luego metes una tripulación en condiciones de misión lunar, porque hay sistemas que son propiamente humanos y en Artemis I no se han probado, y también relacionados con el control manual de la nave. Va a ser otro vuelo de pruebas también, pero con tripulación.
P: Esta vez no había tripulantes, a bordo sólo han viajado tres maniquíes y dos muñecos de peluche: Snoopy y Shaun.
R: Sí, el peluche emblema del cuerpo de astronautas de EE.UU., Snoopy, ha viajado a bordo de la nave Orión. Y yo fui el que hizo el acto honorífico de introducirlo. Porque me concedieron el premio del programa Orión y consiste en eso. Es la mascota de los astronautas, es algo que viene del programa Apolo. El premio se inauguró con Artemis I y es un acto simbólico de entrega de Snoopy para su introducción en la nave. Por eso pude estar al lado del cohete, cerquísima, y subí hasta el puente de entrada, fue una experiencia emocionante.
P: Antes de acabar, cuéntenos por favor cómo conoció a Neil Armstrong. Creo que fue en un baño y de forma absolutamente casual.
R: Sí, así le conocí (risas). Era un acto en homenaje a Gordon Cooper, un astronauta del Mercury y del Gemini. Asistí a ese evento y antes de acabar, fui al servicio. Al entrar no había nadie, pero al cabo de un rato, entra un grupo riendo, hablando alto, muy animados… y cuando los veo me doy la sorpresa de que eran astronautas de misiones lunares: Neil Armstrong, Buzz Aldrin, John Young, Alan Bean...
Tenía a Buzz Aldrin delante de mi, y no daba crédito. Al salir le saludé y hablé bastante rato con él. Estaba esperando a Armstrong, así que también aproveché la oportunidad para saludarle. Y cuando fuimos caminando al homenaje en el Memorial Park, ambos caminaban delante de mi, charlando. Armstrong a la izquierda y Aldrin a la derecha, que es la misma posición que llevan en la nave: el comandante siempre a la izquierda, y a la derecha el piloto. Yo iba cinco metros por detrás de ellos y no podía evitar pensar: "¡Madre mía, estas dos personas, hace años, estaban haciendo esto mismo pero en la Luna!". Caminé tras ellos todo el rato para disfrutar de ese momento. En aquel tiempo no había cámaras en los móviles, así que no tengo ninguna foto. Pero lo tengo todo grabado en la mente, no me hace falta. Fue increíble. Son personajes históricos de primera magnitud en la historia de la humanidad.
P: Cuando volvamos a pisar la Luna, en 2025, ¿estará usted ahí todavía, en el control de la misión?
R: Espero que sí. Pienso seguir en este programa y participar en él hasta que me jubile.
P: ¿Y volver a España?
R: No. Yo tengo la vida aquí hecha, soy ciudadano americano también. Mi plan es jubilarme en el programa Artemis. No hay nada mejor que pueda estar haciendo en la vida.