Si se le pregunta a alguien cuándo puso el hombre por primera vez el pie en la Luna es probable que sepa la respuesta o al menos el año: el 21 de julio de 1969. Difícil de olvidar porque aquello fue un hito en la historia de la humanidad. 650 millones de personas lo vieron por la tele. Ya saben: "Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad".
Ahora bien, si se le interroga a esa misma persona cuándo fue la última vez que alunizamos en nuestro melancólico satélite, a buen seguro titubeará antes de dar una respuesta. La realidad es que han pasado 50 años desde el último alunizaje. Era el 11 de diciembre de 1972 y los astronautas Cernan y Schmitt pasaron poco más de tres días en la superficie lunar. Fueron los últimos.
Formaban parte de la tripulación de la misión Apolo 17, la última del programa del mismo nombre, que había logrado seis aterrizajes lunares. Luego la NASA prefirió dedicar el dinero a otra cosa, y así durante cinco décadas.
Por eso había tantos nervios y emoción este miércoles en el Centro Espacial Kennedy. Después de dos intentos fallidos, la misión Artemis I iba a despegar rumbo a la Luna. Pero estaba vez las cosas serían diferentes que hace 50 años.
Artemis no es Apolo. Ya la elección del nombre es más acertado. Artemisa es la diosa lunar, Apolo el dios del Sol. No solo eso: entre los astronautas que alunizarán habrá una mujer. Y además, no se plantará una sola bandera. Esta carrera espacial no es como la de la Guerra Fría, estadounidenses contra rusos. En Artemis van de la mano americanos, canadienses, europeos y japoneses. Y si hablamos de tecnología, no hay color: los sistemas informáticos de Artemis operan 20.000 veces más rápido que los de Apolo.
Artemis I está a medio camino en su ruta de la Tierra a la Luna (a unos 140.000 kilómetros de distancia). Cuando se acerque a la órbita lunar, soltará a la nave Orión –probablemente este lunes-. Dentro no hay ninguna persona, sino dos muñecos, que servirán para medir cómo soporta el humano la experiencia –eventuales radiaciones y otras tensiones-. No solo eso. Viajará unos 64.000 kilómetros más allá de la luna y lanzará 10 pequeños satélites científicos, con experimentos pioneros.
A mediados de diciembre regresará a la Tierra, si consigue resistir la velocísima (38.000 km/h) y calurosísima (3.000 grados centígrados) reentrada en la atmósfera.
Si todo va bien, estaremos un paso más cerca de pisa la luna. En mayo de 2024 se lanzará Artemis II. La nave Orión llevará entonces a cuatro personas, pero tampoco alunizarán, solo orbitarán alrededor del satélite. Habrá que esperar previsiblemente a 2025 para que el hombre (y la mujer) pise la Luna de nuevo, 53 años después. No será una estancia corta. Estarán 30 días, no tres como la última misión.
¿Pero qué pasará entonces? ¿No volveremos hasta medio siglo después? No. La idea de la NASA es que haya una presencia continua y permanente de humanos en el satélite ya durante esta década. Y que lo hagan por largos periodos. Lo ha dicho el responsable del programa de la nave Orión en la BBC. Howard Hu explicó que se necesitan hábitats humanos para apoyar las misiones científicas. "Vamos a enviar personas a la superficie y van a vivir en esa superficie y hacer ciencia", dijo Hu.
Pero para eso es esencial el agua. No solo para mantener a la tripulación, sino también para usar como combustible (al separar hidrógeno y el oxígeno). Por eso Artemis vuela hacia el sur de la Luna, donde se cree que hay hielo. En esas condiciones es más fácil crear una base lunar y desde ella enviar naves que se adentren más en el espacio, a Marte, por ejemplo.
Pero para que ese gran salto se pueda dar los próximos días son cruciales los pequeños pasos del próximos días.