Una de cada 100 personas en el mundo tiene TEA (Trastorno del Espectro Autista), según estudios recientes. La Confederación Autismo España asegura que “el trastorno del espectro del autismo se presenta en 1 de cada 100 nacimientos (1%)”, y que en España hay más de 450.000 personas con autismo. Cada año, nacen en nuestro país más de 4.500 bebés con TEA. Y las causas no están claras.
Hipótesis hay muchas. Ellos apuntan que el TEA “es una condición de origen neurobiológico que afecta a la configuración del sistema nervioso y al funcionamiento cerebral”. Explican que es “una condición genética, aunque hasta el momento no se ha descubierto un único gen directamente vinculado con el autismo, sino que es el resultado de múltiples mutaciones en interacción con el ambiente”. Es decir, que habría “factores ambientales (como ciertas características de los progenitores o eventos perinatales)” que “contribuyen en buena medida al desarrollo y evolución de la condición”.
Y en este punto, hay médicos que apuntan otra hipótesis: que uno de esos factores pueda ser la vitamina B12. Un nivel no adecuado de B12 en el organismo. Y aseguran que no controlar bien los niveles de B12 en la embarazada pueda suponer, en ciertos casos, un factor de riesgo para que el hijo desarrolle TEA.
“Las causas del autismo pueden ser muchas, pero la vitamina B12 es uno de los factores importantes”, asegura Albert Mir, médico de atención primaria especializado en la vitamina B12 y su metabolismo. Y cita una revisión de estudios reciente, que recopila varios en los que se ha utilizado B12 como tratamiento en niños con TEA. Con buenos resultados.
Tras comprobar sus beneficios clínicos, los investigadores concluyen que "la evidencia clínica preliminar sugiere que la B12, particularmente la mB12 inyectada por vía subcutánea, mejora las anomalías metabólicas en los TEA junto con los síntomas clínicos. La B12 es un tratamiento prometedor para ASD (Trastorno del Espectro Autista, por sus siglas en inglés)”.
Desde la Confederación Autismo España reconocen que este metaanálisis "concluye que los datos preliminares sobre la administración de vitamina B12 sugieren que esta produce una mejora sobre anormalidades metabólicas presentes en el TEA, así como sobre los síntomas clínicos". Pero advierten: "Son necesarios estudios controlados con placebo con muestras grandes para confirmar esos resultados".
Pero Mir apunta a un estadio anterior, no al tratamiento del TEA sino a sus posibles causas. Y reivindica el papel clave que podría estar jugando esta vitamina en el desarrollo de ciertos trastornos neurológicos, no sólo en el autismo. Ya en su día advirtió del papel que, en su opinión, estaría jugando su déficit en la covid persistente.
Hablamos de una vitamina que “influye en el funcionamiento correcto de los neurotransmisores, en la sináptica en el cerebro”, explicaba en NIUS hace unos días el neurólogo y portavoz de la SEN Gurtuz Linazasoro. Apuntaba, por ejemplo, que su falta “puede generar déficits cognitivos muy parecidos a enfermedad de Alzheimer”.
Neurólogos y endocrinólogos explicaban que es la vitamina más difícil de absorber, y también la más difícil de detectar, de medir. Mir también insiste en ello. “Se puede tener déficit de B12 durante años, pero puede tardar en dar la cara. O dar síntomas sutiles, sobre todo si el déficit es leve o moderado”. Asegura que los niveles de B12 en sangre no se están midiendo bien, con los marcadores adecuados, y que hay un importante déficit poblacional de esta vitamina.
Pero advierte de que esto, cuando se trata de embarazadas, puede tener implicaciones importantes. “Si la madre tiene una deficiencia de base, el niño puede tener también ese déficit. Y puede que esos niveles bajos de B12 no sean suficientes para una buena salud neuronal. Entre las muchas manifestaciones de esto puede estar el Trastorno del Espectro Autista”, asegura.
Para evitarlo, dice, habría que empezar por medir bien esos niveles de B12 en las embarazadas, y controlar algunos otros biomarcadores asociados a su metabolismo.
Mir recuerda que, actualmente, por protocolo, “se están dando suplementos de ácido fólico a las embarazadas, porque junto con la vitamina B12 ayuda a la formación de nuevas células”. Y hacerlo no es malo, dice, pero el problema es que “si hay un déficit de B12, puede que esto empeore las cosas”, advierte. ¿Por qué?
Porque al suplementar, estaría "aumentando el ácido fólico que no se puede metabolizar bien y eso puede ser muy tóxico". Explica que, si hay muy poca B12, el metabolismo del ácido fólico no se produce correctamente. Y se va acumulando, y esto puede ser dañino” advierte. “Niveles altos de ácido fólico y de B12 pueden indicar que se esté metabolizando mal”, asegura. Por lo que, paradójicamente, "tener niveles altos en sangre de ácido fólico o de B12 puede ser un factor de riesgo de tener un hijo con autismo".
Por eso, cree que antes de suplementar, “sería muy importante diagnosticar si esa embarazada tiene déficit de B12” realmente. Y advierte de que “si no se hace, te arriesgas a que, si la madre tiene un déficit, aumente la probabilidad de que el niño desarrolle autismo”.
Desde la CAE, comentan los estudios a los que alude Mir. Y son muy cautelosos al respecto. Citan este, en concreto, sobre la suplementación de vitaminas en el embarazo y riesgo de TAE. "Confirma que un nivel adecuado de vitaminas durante el embarazo tiene efectos protectores, pero abre la pregunta de hasta qué punto los niveles bajos o muy elevados de folato y vitamina B12 pueden ser perjudiciales para el neurodesarrollo y estar asociados al desarrollo de trastornos del espectro del autismo. El estudio no cuestiona la recomendación de tomar cantidades adecuadas de ácido fólico y vitamina B12 durante el embarazo y anima a desarrollar más estudios para conocer mejor su influencia sobre el desarrollo neurocognitivo".
Pero es que, además, saber si hay déficit de B12 realmente tampoco es fácil. Mir asegura que “puede haber déficit de B12, aunque haya niveles de B12 altos en sangre”. ¿Por qué? Porque la forma en que se miden los niveles de B12 en sangre no es fiable. Ya alertaba de ello en su día. “No tenemos marcadores fiables de los niveles de B12 en el organismo. No se correlacionan los niveles de B12 en sangre con los que hay en los tejidos”. Porque el problema de esta vitamina es su absorción, insiste. Y lo importante es “que la B12 llegue adonde tiene que llegar, a la mucosa intestinal”. Porque es una vitamina que únicamente se absorbe por el íleon.
Para que una analítica sea fiable en ese sentido, dice Mir, habría que mirar a la vez otros biomarcadores, no sólo la B12. “Hay que medir marcadores concretos que muestran si hay déficit realmente". Y habla de tres: la homocisteína, el ácido metilmalónico y la holotranscobalamina, "que son más sensibles para medir los niveles de B12”. Pero en las analíticas de rutina que se realizan a las embarazadas, advierte, no se están mirando. A pesar de que en otros países, como "EE.UU., las revistas de hematología ya lo recomiendan", asegura.
Uno de ellos, la homocisteína, en su opinión es clave. “Los niveles altos de homocisteína también están asociados con el autismo. Y tenerla alta indica niveles bajos de ácido fólico o de B12”. Por tanto, asegura, es “otra variable a tener en cuenta”, que puede indicar el riesgo de autismo. Algo que también se plantea en este estudio, publicado hace unos meses.
Los autores aseguran que “está surgiendo evidencia de que la desregulación de las concentraciones circulantes de homocisteína, un intermediario importante en el metabolismo del folato y la vitamina B12, está asociada con el trastorno del espectro autista (TEA)”. Y, tras estudiar su posible correlación, concluyen que “un nivel elevado de homocisteína se asoció con ASD de manera lineal y, por lo tanto, es un nuevo biomarcador de diagnóstico para ASD”.
"La homocisteína es neurotóxica", añade Mir, "daña las neuronas ya de por sí. Y sin embargo, es un marcador que, en las analíticas a las embarazadas, no se mira".
En el estudio, los investigadores dicen que sus hallazgos “sugieren que las intervenciones para reducir la homocisteína o la suplementación con folato y vitamina B12 podrían ser una estrategia de tratamiento viable para los TEA”. Y esto nos lleva a la revisión de estudios sobre TEA y B12 que citaba Mir anteriormente.
“En estudios funcionales de resonancia magnética cerebral, se ha visto que los niños con TEA tienen alteraciones a nivel de conectividad y funcionalidad neuronal que pueden estar asociadas a este déficit de B12. Este déficit hace que la mielina de las neuronas no se forme adecuadamente. La mielina es la que hace que las neuronas funcionen correctamente. Si hay falta de B12, hay falta de mielina en las neuronas”, advierte Mir. Y esta es una de las principales hipótesis que se baraja en algunos de los estudios revisados.
Muchos de ellos analizan los efectos de administrar dosis altas de B12 a niños con TEA. “Les dan dosis altas para que llegue el máximo a la sangre y a nivel neuronal, para poder reparar la mielina. Y lo que se ha visto es que, si se administra de forma subcutánea, hay una respuesta muy buena. Mejoran muchos de los síntomas del autismo”, explica Mir. Se les inyecta porque una de las causas del déficit es la mala absorción.
Desde la Confederación Autismo España consideran, no obstante, que "la investigación relativa a la vitamina B12 y el autismo puede aportar información relevante al respecto, pero está aún lejos de aportar respuestas sobre posibles causas y tratamientos". Y piden más investigación al respecto. "Es necesario seguir investigando para conocer los posibles efectos de la vitamina B12 sobre el desarrollo del autismo y en el tratamiento de sus diversas manifestaciones". Mir también considera que deben hacerse más estudios para corroborar esta posible relación.