La sequía acorrala a España y cada vez es más evidente la necesidad de proteger nuestros acuíferos, que abastecen al 30 por ciento de la población. Según un informe de Greenpeace, el 44 por ciento de esas masas de agua subterráneas españolas superan los niveles de contaminación aptos para el consumo humano.
El país podría encontrarse en los próximos años con serios apuros para abordar el abastecimiento de la población, que ya sufre cortes de agua en algunas regiones. En una urbanización de Ronda llamada Cerro del Almendro, por ejemplo, desde hace dos años se recomienda a las 44 familias que la habitan no beber ni cocinar con el agua del grifo por los altos niveles de nitratos, peligrosos para la salud.
Las restricciones al consumo y el riego agrícola se están endureciendo en Sevilla o Málaga, donde ya se ha limitado el consumo humano a 200 litros por persona y día. En Castilla y León, el pantano de Aguilar que se encuentra en Palencia está prácticamente vacío, dejando al descubierto grietas en la tierra, edificios de pueblos que llevaban décadas sumergidos e incluso un puente que los vecinos nunca habían visto antes.
Bajo nuestros pies hay casi 30.000 hm3 de aguas subterráneas, más de lo que contienen a día de hoy todos nuestros embalses, y que son un recurso cada vez más importante. Pero la sobreexplotación o contaminación las están arruinando.
La cofundadora y responsable de proyectos de Datadista, Ana Tudela, asegura que el 14 por ciento de todas las masas de agua subterránea se encuentra en mal estado. Esto supone un total de 353 masas de agua, que en extensión superan los 140.000 kilómetros cuadrados, lo que abarca a casi el 40 por ciento de su superficie total.
Por otro lado, el estudio de Greenpeace apunta que se extrae más agua de la que es capaz de reponer el ciclo natural del 27 por ciento de las masas de agua subterráneas, por lo que están en mal estado cuantitativo.
Además, ha destacado que el 30 por ciento presenta mal estado químico, es decir que tienen un nivel de contaminación superior a los niveles máximos permitidos para la salud humana, sobre todo por nitratos, pero también por plaguicidas o metales. Asimismo, el 14 por ciento se ha declarado en mal estado por ambas causas, cuantitativas y cualitativas o químicas.
Greenpeace responsabiliza a la agricultura y a la ganadería intensiva e industrial al deterioro actual de las masas de agua.