El coronavirus ha dejado a muchos pacientes que lo padecieron con secuelas. Se calcula que entre un 10 y un 15 por ciento de las personas que pasaron la covid19 continúan experimentando síntomas a largo plazo, por lo que el sector sanitario ha planteado la existencia del covid persistente. Sin duda, este virus no deja de sorprender y ahora un estudio holandés publicado en 'The Lancet' asegura que la prevalencia del covid persistente afectaría a uno de cada ocho infectados, aproximadamente un 12,7%. Además, recientemente los científicos han señalado la neuropatía periférica como otra posible secuela de la covid persistente
Lo que hace particular a este estudio holandés radica en que se compara la frecuencia o intensidad de los síntomas típicamente relacionados con el coronavirus con los que presenta la población no infectada. Además, en el caso de los infectados, han podido observar cómo evolucionaron esos síntomas en el tiempo para establecer los más frecuentes en el caso del covid persistente. La información extraída de este estudio procede de una investigación sobre el Covid-19 vinculada a 'Lifelines', se trata de un gran estudio de cohorte multigeneracional que incluye a más de 167.000 participantes de la población del norte de los Países Bajos. Así lo publica El Mundo.
Investigadores de la Universidad de Groninga han llevado a cabo este estudio en el que se compara los datos de 4.231 participantes con covid, diagnosticados por PCR (78,8%) o diagnóstico clínico y 8.462 participantes no infectados como grupo de control.
Los adultos que padecieron la enfermedad, el 21,4% experimentó al menos un síntoma nuevo o de forma más intensa de tres a cinco meses después de confirmar su infección en comparación a antes del diagnóstico, frente al 8,7% de las personas no infectadas valoradas en el mismo período de tiempo. Esto puede revelar que uno de cada ocho pacientes covid (12,7%) siguen experimentando síntomas a largo plazo.
"Existe una necesidad urgente de datos que informen de la escala y el alcance de los síntomas a largo plazo experimentados por algunos pacientes después de la enfermedad de covid-19", manifiesta Judith Rosmalen, profesora de la Universidad de Groninga y autora principal del estudio holandés. "Sin embargo, la mayoría de las investigaciones anteriores sobre la covid persistente no han analizado la frecuencia de estos síntomas en personas que no han sido diagnosticadas con covid-19 ni han analizado los síntomas de pacientes individuales antes del diagnóstico de covid-19".
"Este método nos permite tener en cuenta los síntomas preexistentes y los síntomas en personas no infectadas para ofrecer una definición de trabajo mejorada sobre la long covid y proporcionar una estimación más fiable de la probabilidad de covid persistente", dice Rosmalen.
En España, el proyecto Ciberpostcovid, que coordina el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), presentó una primera definición de la covid persistente como "un conjunto multiorgánico y variado de manifestaciones y síntomas no atribuibles a otras causas que perduran o fluctúan durante un período mínimo de 3 meses tras la fase de infección aguda de covid-19".
Debido a la gran la variabilidad de expresiones sindrómicas que se han manifestado y que muchas veces los síntomas fluctúan, de momento la definición del ISCIII no se ciñe a síntomas concretos, pero reconoce que los más frecuentes suelen ser de tipo sistémico, neurocognitivo, pulmonares, cardiorespiratorios, músculo-esqueléticos, neuromusculares, psicológicos y psiquiátricos.
En el estudio holandés los principales síntomas registrados fueron dolor torácico, dificultad para respirar, dolor al respirar, dolor muscular, pérdida del gusto y/u olfato, hormigueo en manos y pies, nudo en la garganta, sensación alterna de frío y calor, pesadez en las extremidades y cansancio general. La severidad de estos síntomas se estabilizó a los tres meses después de la infección, sin que disminuyera su intensidad.
La primera autora del estudio, Aranka Ballering, señala que "al observar los síntomas en un grupo de control no infectado y en individuos antes y después de la infección por SARS-CoV-2, pudimos explicar los síntomas que pueden haber sido el resultado de aspectos de salud de enfermedades no infecciosas de la pandemia, como el estrés causado por las restricciones y la incertidumbre". Aún con todos estos datos recabados, los autores reconocen algunas limitaciones en el estudio.
La profesora Rosmalen opina que: "la investigación futura debe incluir síntomas de salud mental (por ejemplo, depresión y síntomas de ansiedad), junto con síntomas posinfecciosos adicionales que no pudimos evaluar en este estudio, como confusión mental, insomnio y malestar posesfuerzo".