Los expertos alertan del golpe del fuego a la cuna del lobo ibérico

Una catástrofe "con mayúsculas y en negrita". Así definen los expertos el incendio forestal de Zamora en el que se han quemado más de 30.000 hectáreas en la sierra de la Culebra, un territorio de la reserva de la biosfera Meseta Ibérica que es cuna del lobo ibérico.

El fuego ha destruido en cinco días un espacio singular para la flora y fauna al estar en una "encrucijada de biodiversidad" con plantas y animales de ambientes tanto mediterráneos como atlánticos, ha puesto de relieve el biólogo experto en la fauna de la zona y empresario de turismo especializado en el avistamiento del lobo Javier Talegón.

Un incendio en plena época de cría y reproducción

Este biólogo ha recordado que el incendio, además de las devastadoras consecuencias por su magnitud, ha llegado en una época de cría y reproducción de especies que agranda aún más los perjuicios desde el punto de vista de la biodiversidad.

"En el caso de los lobos, a mí no se me ocurre que en la Península Ibérica haya habido una catástrofe como ésta", ha remarcado este experto en seguir el rastro del "Canis lupus".

De hecho, el territorio carbonizado era en el que estaban asentadas seis de las diez manadas de lobos de la sierra de la Culebra, y la parte calcinada de fuera de la reserva, del valle del Tera, era asentamiento habitual de otras dos manadas.

Por las características del incendio, Talegón ha estimado que "muy probablemente" se hayan perdido las crías de tres o cuatro manadas cuyas zonas de reproducción se ubicaba en el perímetro de 120 kilómetros del incendio.

Cadáveres de ciervos y corzos

También ha habido bajas en otras especies, como lo atestiguan los cadáveres de ciervos o corzos que han aparecido calcinados en pueblos como Cional.

Pero, tras las consecuencias en las especies más visibles y emblemáticas, el incendio ha acabado también con miles de insectos, millones de abejas y otros polinizadores, mantis religiosas, mariposas, ardillas, culebras o lagartos.

También ha arrasado con el hábitat de múltiples especies de aves paseriformes, abejeros europeos, alcotanes o águilas culebreras, ya que en muchas zonas quemadas el territorio ha quedado como un papel quemado "liso, sin nada de vida, donde todo es ceniza y suelo mineral", ha subrayado.

No menos importante es la pérdida desde el punto de vista de la flora y, especialmente, de la riqueza micológica de un territorio en el que hasta el incendio abundaban los boletus edulis y los boletus pinícola, que además constituían una importante fuente de ingresos económicos para la población local.

Al respecto, el experto que dirige el museo micológico de Rabanales, situado en el entorno de la sierra de la Culebra pero en un área que se ha salvado del fuego, Pedro Turiel, ha admitido en declaraciones a Efe que se ha perdido "la joya de la corona" desde el punto de vista económico de la micología de la zona.

Ello con la agravante de que el boletus pinícola es una especie que no sale hasta 50 o 60 años después de plantarse los pinares y algunas de las zonas arrasadas estaban empezando a producirlo ahora, mientras en otras llevaba algunas décadas brotando esa especie que, en cualquier caso, tendrá que esperar otro medio siglo para poder volver a verse en el territorio arrasado por las llamas.

Además, se corta otra fuente de ingresos que estaba empezando a surgir en la sierra de la Culebra, la derivada del turismo micológico, que era incipiente, estaba empezando a despegar y que ahora se resentirá.

La catástrofe medioambiental derivada del incendio ha hecho plantear a muchos vecinos de la zona la necesidad de pensar otro modelo para dar más protagonismo a especies arbóreas como robles, alcornoques o madroños, en vez de una especie muy pirófita que no era autóctona de la zona hasta las repoblaciones de mediados del siglo pasado como es el pino.

En cualquier caso, las consecuencias medioambientales del incendio han abierto el debate de cómo replantear el futuro de la tierra quemada en la que se ha convertido buena parte de la sierra de la Culebra, uno de los enclaves de la que es la mayor reserva de la biosfera transfronteriza de Europa, la Meseta Ibérica.