El asentamiento más grande conocido de la llamada cultura Casarabe acaba de ser descubierto en Bolivia. Se trata del primer ejemplo de urbanismo prehispánico en la Amazonia, con pirámides de 21 metros y templos en forma de U. Estas ciudades perdidas durante siglos han sido halladas durante un reconocimiento aéreo con tecnología láser LIDAR por investigadores del Instituto Arqueológico Alemán, la Universidad de Bonn y la Universidad de Exeter.
Varios cientos de asentamientos de la época entre 500 y 1400 dC se encuentran en la sabana boliviana de los Llanos de Mojos y han fascinado a los arqueólogos durante años. Ahora, por primera vez, un grupo de arqueólogos ha podido mapear gracias a la tecnología láser LIDAR estas metrópolis ocultas, arrojando luz sobre la cultura prehispánica en la región.
Se trata de un urbanismo temprano con una baja densidad de población, el único caso conocido hasta ahora de las tierras bajas amazónicas, y un ejemplo de cuán amplia y diversa era la vida urbana temprana a nivel mundial y cómo vivían las sociedades anteriores en el Amazonas. Los detalles del descubrimiento se publican en la revista Nature.
Hace más de 20 años, el doctor Heiko Prümers del Instituto Arqueológico Alemán y Carla Jaimes Betancourt, de la Universidad de Bonn, iniciaron excavaciones arqueológicas en dos “montículos” cerca del pueblo de Casarabe en Bolivia. Los Llanos de Mojos es una franja suroeste de la región amazónica.
Si bien la planicie de sabana, que se inunda varios meses al año durante la temporada de lluvias, no fomenta el asentamiento permanente, todavía quedan muchos vestigios visibles de la época anterior a la colonización española a principios del siglo XVI. Junto a los "montículos", estas huellas incluyen principalmente calzadas y canales que a menudo conducen durante kilómetros en línea recta a través de las sabanas.
"Esto indica un asentamiento relativamente denso en la época prehispánica. Nuestro objetivo era realizar una investigación básica y rastrear los asentamientos y la vida allí", dice en un comunicado Prümers. En estudios anteriores, los investigadores ya encontraron que la cultura Casarabe -llamada así por el pueblo cercano- data del período entre 500 y 1400 dC y, según el conocimiento actual, se extendió sobre una región de alrededor de 16.000 kilómetros cuadrados. Los “montículos” resultaron ser tocones de pirámides erosionados y edificios de plataformas.
Los levantamientos convencionales iniciales revelaron un área central en terrazas, un muro de zanja que encierra el sitio y canales. Además, se hizo evidente que algunos de estos asentamientos prehispánicos tenían un tamaño enorme. “Sin embargo, la densa vegetación bajo la cual se ubicaron estos asentamientos nos impidió ver los detalles estructurales de los montículos monumentales y sus alrededores”, añade la investigadora Carla Betancourt.
Los investigadores utilizaron la tecnología láser aerotransportada LIDAR (Light Detection and Ranging, en español “Detección de luz y alcance”) por primera vez en la región amazónica. Esto consiste en inspeccionar el terreno con un escáner láser conectado a un helicóptero, un avión pequeño o un dron que transmite alrededor de 1,5 millones de pulsos láser por segundo.
En un paso de evaluación posterior, la vegetación se elimina digitalmente creando un modelo digital de la superficie terrestre, que también se puede mostrar como una imagen en 3D. "Los primeros resultados fueron excelentes y mostraron cuán efectiva era la tecnología incluso en la densa selva tropical. A partir de ese momento, surgió el deseo de mapear los grandes asentamientos de la cultura Casarabe utilizando la tecnología LIDAR", dice Prümers.
El mapeo LIDAR revela la arquitectura de las grandes plazas del asentamiento. Plataformas escalonadas coronadas por estructuras en forma de U, montículos de plataformas rectangulares y pirámides cónicas (hasta 22 metros de altura). Los caminos y canales en forma de calzada conectan los asentamientos individuales e indican un tejido social apretado. Se puede encontrar al menos otro asentamiento dentro de los cinco kilómetros de cada uno de los asentamientos conocidos en la actualidad.
"Así que toda la región estaba densamente poblada, un patrón que anula todas las ideas anteriores", señala Betancourt.
Los investigadores enfatizan que a pesar de toda la euforia por los mapeos de sitios y las posibilidades que ofrecen para reinterpretar los asentamientos en su entorno geográfico, el verdadero trabajo arqueológico apenas comienza. El objetivo para el futuro, dicen, es comprender cómo funcionaban estos grandes centros regionales.