Ver la iglesia de Sant Romà cubierta de agua se ha convertido en la imagen del fin de la sequía en Cataluña, donde la capacidad de agua de los embalses no deja de crecer tras meses con las reservas de agua bajo mínimos. Fue el caso del pantano de Sau, donde llegó a estar al 1% en marzo de 2024 tras la emergencia por la escasez hídrica y ahora se sitúa al borde del 70%.

Esta mejoría se ha producido en el último mes, cuando la capacidad de agua estaba al 5% semanas atrás. Sin embargo, el nivel hídrico sigue subiendo y se espera que continúe gracias a las nevadas del Pirineo, por lo que el agua ya cubre prácticamente la totalidad de la iglesia de Sant Romà de Sau, donde solo ve el tejado del campanario y la parte superior de una ventana.

Anteriormente, se podía visitar la nave de la iglesia, construida en el siglo XI, y ver todo el pueblo al descubierto, que ahora vuelve a estar cubierto de agua. Una imagen nunca vista en los últimos cuatro años y que ha llenado la zona de centenares de personas que acuden de todos los rincones de Cataluña para ver el impacto de las últimas lluvias en el embalse.

"Hemos venido a ver el pantano y nos ha sorprendido tanta agua", explica un visitante a Informativos Telecinco, mientras otro admite que se ha emocionado al ver el embalse repleto de agua.

"Preocupaba la sequía, ha sido la más dura", añade otra persona, aunque otra considera que esta situación puede repetirse próximamente: "Creo que volverán otras sequías". Pese a ello, la mayoría considera que el repunte en la capacidad de los embalses hace ver el futuro con optimismo: "Este verano estaremos tranquilos".

Las aguas de este embalse catalán cubren en tiempos de abundancia la iglesia de Sant Romà de Sau. Su famoso campanario fue considerado durante muchos años como el rascacielos de la zona hasta que a partir de 1963, empezó a quedar oculto por el llenado del embalse.

En los últimos años, el embalse de Sau se ha convertido en la viva imagen del estado de la sequía en Cataluña. La Iglesia de estilo románico lombardo de la que antes solo se podía contemplar su campanario sobre el agua fue en su momento el centro de una localidad que en 1962 apenas estaba habitada.

Quienes aún quedaban en el pueblo tuvieron que abandonarlo tras la construcción de un embalse con agua proveniente del río Ter. Tras abrirse las compuertas de la presa, el agua lo invadió todo, dejando al pueblo bajo el agua, cual Atlántida.

A lo largo de las décadas la iglesia ha ido marcando épocas de sequía cuando más dejaba ver su campanario sobre el agua. Una imagen que en cuestión de un mes ha vuelto a cambiar drásticamente gracias a la mejoría en los embalses, que en la actualidad superan el 60% de su capacidad.

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