La Sagrada Familia ha entrado en la recta final para finalizar la torre de Jesucristo, de 172,5 metros de altura que convertirá a la basílica en la más alta del mundo. Una construcción en la que una familia de ceramistas lleva trabajando desde hace 10 años en su revestimiento interior y en la cruz de cuatro brazos, que coronará el templo a finales de 2025 y permitirá bendecir e inaugurar la gran obra de Antoni Gaudí en 2026, coincidiendo con el centenario de la muerte del arquitecto catalán.
Toni y Guilem, tercera y cuarta generación de ceramistas, mantienen vivo el oficio que ha marcado desde hace casi 150 años a la familia Cumella. Todo empezó con un taller artesanal en 1880 a través de Josep Regàs. Desde entonces, el arte de la cerámica ha pasado de generación en generación. Primero con el escultor Antoni Cumella, que recibió la Creu de Sant Jordi en 1982, y ahora con Toni y Guillem, que mantienen viva la esencia del arte familiar que ha dejado su huella por toda Barcelona.
Precisamente, la familia de ceramistas ha participado en la restauración de edificios emblemáticos de la capital catalana como el Palau de la Música, la Casa Batlló o 'El mural del beso' de Joan Fontcuberta. Un sinfín de trabajos en los que también han marcado su estilo en la Sagrada Familia.
"Hace 15 años trabajamos en las custodias de la nave principal y luego hemos ido colaborando con la producción de 'trencadís' o el revestimiento de la torre de la virgen. Y hace 10 años que trabajamos en la torre de Jesucristo, tanto en el interior como en la cruz que coronará el templo", explica Toni Cumella.
Esta labor minuciosa ya ha empezado a colocarse en la basílica catalana. "Alrededor de 70.000 piezas compondrán el revestimiento interior. Estamos sobre los 34 colores distintos, pero como además se superponen, crean colores infinitos", añade Toni, deseoso de que la Sagrada Familia acabe sus obras para que reluzca la gran construcción en la que participan.
"Lo que vemos está lleno de andamios. Cuando se quiten, será un momento especial", destaca el ceramista catalán sobre un momento marcada en el calendario que llegará en 2026, cuando la cruz corone el templo a 170 metros de altura.
"Para la cruz estaremos en torno entre 15.000 y 20.000 piezas. Es una mezcla de unos siete blancos distintos. A esa altura son piezas de molde. Hace muchos años que trabajamos con Gaudí y de tanto trabajar, quieras o no, acabas comprendiendo el camino que seguía, siempre con la naturaleza", apunta Guille Cumella.
Este trabajo les ha hecho comprender detalles esenciales en la obra del arquitecto catalán: "La torre de la Sagrada Familia tiene 170 metros porque Gaudí decía que una construcción humana no podía superar nunca una natural. La montaña de Monjtuïc hace 171 metros, por eso la torre está a 170".
Sin embargo, la estética de la torre de Jesucristo también sorprenderá al público desde su interior, en el que la familia Cumella también ha dedicado largas horas para dotarla de una estética única: "Ahora no podemos hablar del mural cerámico interior, cuando salga a la luz va a sorprender".
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