El espíritu de la Navidad ya recorre las calles de las ciudades españolas tras el encendido de luces, que convierten cada esquina en un espectáculo visual y lumínico, aunque en un barrio de Sant Adrià del Besòs (Barcelona) los balcones de los vecinos también se han convertido en un adorno gracias al concurso navideño de decoración que realiza la Asociación de Vecinos La Catalana.

El concurso nació el año pasado en el barrio del municipio catalán, con el objetivo de hacer cohesión en un momento del año ideal para compartir felicidad, alegría y reunión entre los seres queridos.

"La Catalana ha crecido en los últimos 15 años con edificios nuevos y jardines. Cuando empezaron a construir, el Ayuntamiento nos tenía un poco abandonados. Nunca teníamos iluminación navideña. Después de la pandemia decidimos organizarnos, formamos una nueva junta y se nos ocurrió hacer el concurso de balcones navideños", explica José Camparrós, presidente de la Asociación de Vecinos La Catalana.

Para unificar a los vecinos, crearon un certamen que tuvo muy buena acogida. "Si no fueron 150 balcones, no fue ninguno. El bloque en el que vivo, estaba casi toda la fachada iluminada. Daba una luz que ilumina mejor que los adornos que ponen en las calles o farolas".

Este éxito se tradujo en más adornos navideños y en un símbolo de unión en el barrio, donde el concurso ha ayudado a los vecinos a conocerse entre ellos. "La gran mayoría de las familias son jóvenes que han iniciado su primera vivienda. En los últimos diez años ha habido un 'boom' de niños. Estas cosas hacen que la gente se empape y es bonito ver que bajas a la calle y te saludan", añade José.

Más allá de la alegría, los primeros clasificados se llevaron como recompensa cestas y lotes navideños por tener los balcones que más impresionaron. "El primer clasificado tenía iluminaciones LED programadas para que hicieran una serie de efectos, con unos focos de iluminación hacia el techo con Papá Noel o imágenes que se movían", destacan desde la Asociación de Vecinos La Catalana.

El segundo clasificado se lo llevó un ático de Sant Adrià del Besòs: "Parecía un cartel promocional. Ponía ‘La Catalana mágica’. Estaba muy iluminado. Venías desde otro rincón del municipio y lo veías como si fuese un póster. Era espectacular". Unos adornos donde la originalidad también tenía premio. "También hicimos un concurso de portales y en uno los niños hicieron un belén inmenso hecho con cartón".

La buena acogida de la primera edición ha llevado a la Asociación de Vecinos a cambiar el formato para participar en el certamen: "Antes era cualquier balcón, ahora el que se quiera presentar nos dice su piso y dónde está y nosotros pasamos para hacer la selección el día 20 de diciembre"

Tal ha sido su éxito, que el concurso ha pasado las fronteras hasta el municipio vecino. "Hemos recibido un mail de un vecino de Santa Coloma preguntando si podía participar. Nos sentimos halagados de que haya llegado hasta tan lejos, pero le hemos dicho amablemente que solo nos podemos limitar al barrio nuestro".

Ahora, los vecinos de La Catalana ya ha empezado a exhibir su arsenal de decorados en los balcones. "Ya tenemos dos o tres. Ha llegado haber piques amistosos. Es una competición sana y divertida. Lo que es el encendido de las luces fue el viernes pasado, pero ya teníamos algunos balcones adornados", sentencia José Camparrós, sobre un certamen que dota de espíritu navideño y cohesión al barrio de Sant Adrià.

La Catalana está situado a la derecha del río Besós, limitado por la autovía C-31, la línea de tren del Maresme y el propio río Besós El origen del barrio se remonta al año 1922, cuando el espacio próximo a la zona industrial de la Central térmica de La Catalana se urbanizó con barracas provistas de planta baja y huerto. Asimismo, este espacio de 300 hectáreas debía constituir un inmenso parque a la rivera derecha del río.

En el año 2015 se completó la primera fase de transformación, finalizando el realojo de los vecinos en nuevos bloques situados entre la autovía y la calle Cristòfol de Moura. Actualmente está en marcha la segunda fase de transformación del barrio, que comprende la urbanización de la zona comprendida entre Cristòfol de Moura y la Central térmica.

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