Sonia, la mujer de 47 años con anorexia desde los 12: "No quiero seguir así; es mucho más que la comida y el cuerpo"
La mujer se enfrenta a los traumas que le llevaron a la anorexia desde el centro de día del Instituto de Trastornos Alimentarios de Barcelona
El trastorno de alimentación ha condicionado su vida: "Me estaba llevando hacia un hoyo del que no sabía si iba a poder salir"
Sonia admite no haberse aceptado durante todos estos años: "Ahora estoy intentando crear otro diálogo conmigo misma"
Sonia tiene 47 años y sufre anorexia desde los 12. Este trastorno, "mucho más que la comida y el cuerpo", ha derivado en unas secuelas físicas y psicológicas que trata de superar desde el centro de día del Instituto de Trastornos Alimentarios de Barcelona, donde la mujer está hospitalizada desde el pasado mes de mayo.
"Esto me estaba llevando hacia un hoyo del que no sabía si iba a poder salir. Son muchos años. Necesitaba ayuda. Sola lo he intentado y también he buscado recursos, pero tiré esta bala y aposté por ella. No quiero seguir así", explica Sonia en una entrevista a Informativos Telecinco, sobre un "duro" proceso que ha condicionado su manera de relacionarse con "todos los componentes que puede tener la vida".
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Las primeras señales de alarma empezaron a los 12 años. "No me di cuenta. De repente, empiezas a mirarte y no gustarte, te comparas con el resto y quieres cambiar tu cuerpo. Tenía problemas en la boca y tenía que comer diferente", recuerda sobre una etapa en la que empezó a escuchar de terceras personas que estaba más delgada.
Esta enfermedad te atrapa de tal manera que no te deja ver
"A partir de ahí no pude parar", añade la mujer, quien no fue diagnosticada de anorexia hasta los 20 años. "Esta enfermedad te atrapa de tal manera que no te deja ver. Te va manipulando y para poder sobrellevar los traumas y vivencias dolorosas, que no has podido soportar, desarrollas anorexia".
Primer ingreso
Su primer ingreso llegó el mismo año que fue diagnosticada del trastorno de alimentación. "La terapia estaba enfocada en ganar peso y no en los problemas que me llevaron a la anorexia, que son traumas tan grandes que no fui capaz de superar. Al salir tapé el problema y el malestar lo llevaba conmigo", recuerda Sonia.
La anorexia no desapareció y quedó en un segundo plano, por lo que volvió a paralizar su vida con el tiempo. "Tuve otros sucesos que me marcaron mucho y esto volvió a atacar. Mi cerebro no había logrado superar lo que ya tenía y encima me vinieron más cosas. La anorexia era mi vía de escape, pero no era consciente de que estaba volviendo a eso. Lo que se despierta no pude sostenerlo y me volvió a atrapar".
Refugiarse en la anorexia
Así empezó de nuevo su "declive", que le llevó a refugiarse en la enfermedad, por lo que acabó ingresada con 37 años en un centro hospitalario de forma involuntaria. Allí, la situación empeoró: "Lo único que hicieron fue una recuperación ponderal de mi peso, pero no me trataron. Me trataron muy mal. Es algo que recuerdo de forma muy negativa porque la anorexia es mucho más que un peso".
Un calvario que iba más allá del trastorno que sufría. "Desde estar encerrada en una habitación totalmente aislada del mundo a comer sola de cara a la pared. No dejaban relacionarte con nadie, ni poder salir a tomar el sol. Se dirigían a mí de forma despectiva", añade Sonia.
Una vez salió del centro, la mujer siguió "arrastrando" la "mochila" con una carga sin solucionar que acabó por estallar cuatro años atrás. "Llega un momento que tu cuerpo te dice hasta aquí. No podía seguir tirando de donde no hay. Las secuelas físicas de la anorexia son duras", admite Sonia, quien decidió "hacer un 'click' para pedir ayuda".
Durante estos años no me he aceptado
De este modo, llegó hasta el centro de día del Instituto de Trastornos Alimentarios de Barcelona, donde realiza un tratamiento que le ha puesto "pico y pala" con todos los traumas y las vivencias que le han llevado hasta la anorexia. "Es duro atravesar todo. Además, tienes que enfrentarte al hecho de comer y que tu imagen corporal cambie. Durante estos años no me he aceptado. Ahora estoy intentando empezar a crear otro diálogo conmigo misma diferente".
Este centro recibe principalmente a pacientes adultas, sobre todo a partir de 30 años. "Llegan desesperanzadas, piensan que no podrán curarse y el tratamiento consiste en dejar de convivir con la anorexia como vía de escape para sus problemas", explica Elena Amat, psicóloga clínica. Una terapia que incluye al entorno y la familia de la paciente para saber qué falla en la manera de relacionarse y superar un trastorno que va más allá de la comida y el cuerpo.
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