Ocho intérpretes con síndrome de Down y discapacidad intelectual se han convertido en los protagonistas de Hamlet, una versión "recontralibre" que trenza el texto de Shakespeare con las vidas e intereses de los artistas. La obra parte de la pregunta 'ser o no ser' para hablar sobre qué implica ser a personas que no cuentan con espacios donde integrarse y se les tome en cuenta.
La artífice de esta obra, que ha dado la vuelta al mundo y el público de Barcelona puede disfrutar en el Teatre Lliure hasta el 20 de octubre, es Chela De Ferrari, dramaturga, directora y fundadora del prestigioso teatro La Plaza de Lima (Perú), que decidió adaptar la pieza de Shakespeare tras conocer el verdadero sueño de un joven con síndrome de Down.
"Cada año buscaba al actor que necesitaba para hacer Hamlet. Así encontré a Jaime Cruz, que trabajaba con nosotros desde hacía unos años como acomodador y se presentó como actor. No sabía esa faceta, su sueño realmente era presentarse a La Plaza. Lo vi de alguna manera con la corona y pensé en las posibilidades que un actor como él podía dar al texto", explica Chela De Ferrari en una entrevista a Informativos Telecinco.
La dramaturga peruana no dudó en invitar a Cruz a un café para conocer mejor su inquietud. Así nació la versión libre de Hamlet: "Ese encuentro me permitió entender mi propia condición al estar frente a una persona neurodiversa y darme cuenta de mis prejuicios y desconocimiento de mi realidad".
Desde ese momento, ambos entablaron una relación de intercambio para llevar la obra de Shakespeare al teatro a través de intérpretes con diversidad cognitiva. "Desnudamos ignorancia y prejuicios, pero también despertamos deseo de conocer", añade Chela De Ferrari.
"Tenía claro que una vez encontrado al actor, ya podía empezar el proyecto. Quería alguien joven, Hamlet no tiene más de 18 años, acaba de salir de la universidad y se enfrenta al peso de las decisiones que tiene que tomar siendo una persona muy joven. Esa vulnerabilidad se traslada a Jaime y a sus compañeros porque en realidad los ocho actores son Hamlet en algún momento", explica la compañía peruana sobre un montaje lleno de humor que les llevó más de un año de ensayos.
"Lo que hicimos es conocernos y después dar algunas ideas para que ellos pudieran entregar las versiones de sus vidas". Unos ejercicios que permitieron conectar sus reclamos y repartir personajes, donde el peso del famoso personaje recae en ocho Hamlets. Un rol que les unió durante los ensayos: "Uno empezaba con el monólogo y todos lo seguían, hacían una especie de círculo de manera espontánea o en momentos de cierta tristeza. También como respuesta a preguntas que tienen que ver con sus relaciones de familia".
Estos momentos únicos que vivieron mientras ensayaban calaron en Chela De Ferrari, quien decidió añadir alguno de ellos en la obra: "En una de las escenas, Jaime está ensayando y hay momentos que no lo entiende, no sabe lo que pasa. Entonces llama al actor inglés Ian McKellen por Skype, es un 'fake' divertido, donde le pregunta cómo hizo para ser Hamlet y si él también se quedaba en blanco o dónde miraba cuando decía ‘ser o no ser’".
Un año de vida dedicado a la obra, donde los intérpretes y la directora convivieron a través del teatro. "Todos tuvimos una voz. He visto como estos actores y actrices han ido realmente convirtiéndose en actores profesionales que en un inicio no eran. He sentido que estaba frente a un elenco como cualquier otro que he tenido a lo largo de mi vida. Actores que quizás la gran diferencia era su absoluto compromiso", admite Chela De Ferrari.
Este trabajo "gratificante" ha supuesto una oportunidad única que les ha llevado a representar la obra por más de 40 ciudades. Es el caso del Teatre Lliure de Barcelona: "Tendemos a creer que cuando vamos a ver una obra con síndrome de Down es un teatro amateur o infantil. Nada de eso se van a encontrar".
Un Hamlet que "nunca han visto", pero que no deja de ser una versión de la gran obra de Shakespeare. "Muchos de los prejuicios que naturalmente traemos van a ser desarmado por ellos y seguro que van a terminar bailando con los actores en la fiesta que se arma al final de la obra".
La programación de la obra se enmarca en el proyecto Ànima Lliure del teatro de la capital catalana, que quiere convertir su escenario en un espacio artístico abierto a todo el mundo y formado por voces y cuerpos diversos.
"El teatro es un lugar donde convertir en visible lo invisible, y queremos visibilizar una realidad social que ha sido demasiado ignorada para impulsar un espacio de creación artística de calidad con estos cuerpos y voces que conforman nuestra sociedad", destacan desde el Teatre Lliure, donde buscan impregnar el tejido escénico con el conocimiento y la perspectiva de los artistas con neurodiversidad.
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