Las dificultades de aprendizaje se han convertido en uno de los factores que pueden incidir en el abandono escolar. Es el caso de los trastornos del neurodesarrollo, que afectan entre un 5 y un 15% de la población española en edad escolar y tienen una repercusión negativa en el progreso del niño, según expone el último informe 'Faros' elaborado por la Escola de Salut del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona.
Precisamente, un 13% de los jóvenes españoles de entre 18 y 24 años no han completado sus estudios de Secundaria. Se trata de la segunda tasa más alta de la Unión Europea, solo superada por Rumanía (15,3 %). Por ello, los autores exponen que, a pesar de que diferentes leyes, decretos y resoluciones vigentes apuntan y promueven acciones para una educación inclusiva, "la realidad es que las intervenciones se llevan a cabo cuando se produce el fracaso, y no antes para prevenirlo cómo sería aconsejable".
Los trastornos del neurodesarrollo son un grupo amplio de condiciones heterogéneas que se originan durante el desarrollo cerebral y se caracterizan para tener alguna alteración o dificultad en la adquisición de ciertas habilidades cognitivas como el lenguaje, la lectura, el procesamiento matemático, que inciden en su capacidad de atención o su capacidad de relacionarse con los otros.
Estos trastornos no se curan porque no son una enfermedad, sino" una forma diferente de desarrollo que deriva en una forma diferente a funcionar". Si no se detectan y no se dan las ayudas necesarias que permitan compensar las dificultades, tendrán "una repercusión importante" en el bienestar físico y mental de los niños y de sus familias.
“La familia tiene una gran importancia en el desarrollo del niño. Muchas temen que se discrimine su hijo por ser diferente. Los tenemos que acompañar, ayudar a entender el diagnóstico, potenciar los aspectos favorables y disminuir los negativos, dándoles herramientas para manejar las dificultades del niño o niña”, explica Roser Colomé, especialista de la Unidad de Trastornos del Aprendizaje Escolar del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona y coordinadora del trabajo.
En los últimos años, se ha descubierto que los latidos del corazón, la presión arterial, el ritmo de la respiración o la postura corporal inciden en el funcionamiento del cerebro. “Es importante que todas las familias con niños, ya tengan trastornos del neurodesarrollo o no, conozcan la importancia de inculcar algunos hábitos en los menores, pueden facilitar la capacidad de aprendizaje”, añade Colomé.
En concreto, varios estudios han demostrado que la postura del cuerpo influye en nuestra capacidad de aprender, memorizar, prestar atención y tener autoconfianza. Mantener el cuerpo derecho, con el pecho abierto y la mirada alta pueden mejorar la actitud y habilidades cognitivas.
Los autores del informe consideran que la actividad física es clave para reordenar las redes cerebrales, mejorar la neuroplasticidad, mejorar la memoria y el autocontrol. Por eso, proponen introducir en los colegios una sesión diaria de ejercicio físico de, por lo menos, treinta minutos (baile aeróbico, ejercicios de coordinación y/o de fuerza, yoga...).
También resaltan la importancia de instruir los niños en prácticas de respiración profunda y el mindfulness, porque activan zonas del cerebro claves para la cognición, la memoria y el procesamiento de las emociones.
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