Rosa María, de 83 años, obligada a abandonar el piso adaptado a su ceguera en Barcelona: "Quieren que el bloque quede vacío"
La nueva propiedad no renovará los contratos de los inquilinos del bloque, entre ellos Rosa María: "Mi necesidad es quedarme"
La vecina lleva 11 años viviendo en este inmueble con un contrato de alquiler: "Tengo una pensión muy baja para coger otro piso"
La anciana ha convertido este piso en su refugio: "Con mi ceguera conozco dónde está todo para trasladarme y hacer mi vida"
La ceguera que sufre Rosa María Guilera, a sus 83 años, le ha obligado a conocerse cada centímetro de su piso en Barcelona para seguir con su vida y trasladarse de un lugar a otro. Este inmueble se ha convertido desde hace 11 años en su refugio, donde puede vivir "como una persona normal". Al menos hasta el próximo 3 de octubre, fecha en la que finaliza su contrato de alquiler, que no podrá renovar. Informan Javier Villanueva, Víctor Garrués y Xavi Villanueva.
El bloque de pisos ubicado en la calle Pere Laínez 23 del barrio de Gràcia ha cambiado de manos y la nueva propiedad no quiere renovar el contrato de los inquilinos de las ocho fincas. Entre los afectados está Rosa María, invidente desde hace 20 años, que vive sola desde hace tres tras el ingreso de su marido a una residencia.
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"Quieren que el bloque quede vacío. No tengo alternativa porque no lo había pensado. Es una cosa que viene por sorpresa. Con mi ceguera conozco centímetro a centímetro dónde está todo para trasladarme de un lugar a otro y hacer mi vida", explica la vecina de la capital catalana en una entrevista a Informativos Telecinco.
En su caso, cobra una pensión de 700 euros y dedica 600 para pagar el alquiler de un piso que adecuó a su discapacidad visual. "Sé que me levanto y qué tengo si doy dos pasos. Sé exactamente dónde voy, tocando siempre la pared. Tengo el baño adecuado para mí. Estoy en mi entorno", admite.
De momento, la mujer ya ha recibido una notificación por carta de que su contrato de alquiler no se renovará una vez finalice el próximo 3 de octubre. "Tengo una pensión muy baja para coger otro piso", afirma Rosa María, quien ha logrado sobreponerse a las dificultades causadas por su ceguera y por el ingreso de su marido a una residencia.
El piso en Gràcia y los vecinos del barrio conforman su vida, donde recibe la ayuda de una persona. También de los comercios, que aportan su grano de arena para que la mujer no tenga dificultades a la hora de hacer compras: "Llamo por teléfono, les digo lo que necesito. Una señora va a buscar las cosas, pero si es un día que no puede venir, me lo pueden subir ellos también"
Cada vez las cosas se hacen más difíciles
Unas facilidades que desaparecerían si la vecina afectada se ve obligada a abandonar el piso en el que vive desde hace más de una década. "En el momento que me traslade a un sitio desconocido, hasta que lo conozca pueden pasar meses. Y con la edad que tengo cada vez las cosas se hacen más difíciles. No es lo mismo diez años atrás que ahora", destaca.
Los inquilinos afectados han pedido hablar con la nueva propiedad para encontrar una solución, pero de momento no han logrado reunirse en persona. En el caso de Rosa María, su intención es clara: "Aquí ya voy 'justita', no me sobra nada. Mi necesidad es quedarme. Si yo me fuera de la ciudad o del entorno, quizá ya no podría ir a ver a mi marido a la residencia. Sería muy complicado seguir llevando una vida más o menos estable", sentencia.
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