Nueve años han pasado desde que la vida de Amparo se rompió en pedazos tras perder a su hija Claudia, de 11 años. La menor acudió junto a su madre a una clínica privada de Barcelona para que le retiraran unos yesos, que le habían colocado tras una operación de alargamiento de tibias debido a su acondroplasia. El procedimiento que iba a poner fin a un duro proceso de seis meses acabó convirtiéndose en una auténtica desgracia, después de que Claudia falleciese en un quirófano sin llegar a operarse.
"Firmé la autorización para una anestesia, no para una sentencia de muerte. No puedo dejar de brazos cruzados lo que le hicieron a mi hija, mientras tenga fuerza para luchar", explica Amparo en una entrevista a Informativos Telecinco sobre el tormento que arrastra desde el 5 de febrero de 2015, la última vez que vio con vida a su hija.
Claudia nació con acondroplasia, un trastorno genético que causa enanismo. "Era una niña normal e incluso muy inteligente para su edad. Tenía un físico que era bajita, pero para ella no fue ningún problema". A los 11 años, la pequeña se sometió a un estiramiento de tibias. Un proceso "doloroso" en el que cada día crecía unos milímetros. La operación se realizó sin problemas y la pequeña estuvo seis meses en silla de ruedas.
Era verano. Todo evolucionaba correctamente y con la vuelta al cole, Claudia quería volver a clase. Para ello, pidieron a los médicos un cambio de escayolas al estar manchada y con olor a sangre. Todo salió según lo previsto. Así, la menor siguió evolucionado hasta la última revisión que realizó el 2 de febrero para la retirada final de los yesos.
"El médico nos mandó hacer una radiografía y, según él, a lo mejor se tendría que hacer una tenotomía porque veía que los pies los tenía equinos. No hacían los 90 grados", recuerda Amparo sobre el último paso para culminar la operación de alargamiento de tibias. Esta pequeña intervención iba a ser supuestamente un añadido y, para ello, la familia firmó un papel para la anestesia.
A los tres días, Claudia regresó a la clínica de la capital catalana:" Era una niña completamente sana. Estaba muy contenta. No se encontraba mal. Nos dieron una habitación y al cabo de un rato le dieron una medicación para que se relajase un poco y no estar nerviosa al entrar al quirófano".
En ese momento, empezó el gran calvario. "Se puso muy roja. Me dijo: “Mamá, tengo como ganas de vomitar". Hace seis meses que ya la habían dormido. Las cantidades de la anestesia más o menos las tenían controladas. Claudia se puso a llorar. Le dije a la enfermera que la notaba caliente. Le pusieron el termómetro y tenía 36,9 grados", admite su madre.
Aquella fue la última conversación que tuvo Amparo con su hija: "Metieron a Claudia en el quirófano llorando, con muchos mocos. Avisé a la anestesista, pero me dijo que estuviese tranquila porque la iban a estar controlando". Sin embargo, la pequeña entró en shock a los quince minutos de ponerle la anestesia y sufrió un paro cardiaco.
A la hora, el doctor alertó a la familia de la situación. "La tenían en la UCI. Bajamos a un despacho y estaba la anestesista llorando, el director de la Clínica Dexeus Quirón de Barcelona, una traumatóloga y tres personas más. Nos dijeron que Claudia había entrado en parada cardiorrespiratoria cuando le introdujeron la anestesia. La tuvieron que reanimar porque se le paró el corazón y la entubaron".
Amparo, atónita, pidió ver a su hija. Una imagen que se quedará "guardada para siempre" en su retina. "Mi hija ya estaba muerta, estaba monitorizada. Sí que es verdad que le dieron vida al corazón porque la reanimaron. No le funcionaban los órganos porque no estaba ni sondada. Le levanté la sábana para ver qué le habían hecho en sus piernas. Solo llevaba los hierros, pero los yesos no los tenía. Estaba completamente fría y pálida".
Una escena en la que percibió la muerte dolorosa que había sufrido su hija. "Solo de entrar, ya lo vi en su cara. Estaba tan pálida y fría que se le veía el rostro de su lágrima de haber llorado. La sal, el blanco que queda con el recorrido de la lágrima, marcado en la cara". Después de ese momento, ya no volvió a ver a Claudia hasta que le confirmaron la muerte de madrugada.
"Bajamos para despedirnos porque sus órganos ya no funcionaban y la iban a desenchufar. Lo peor de todo es lo que hicieron luego", añade Amparo, sobre un dolor que fue a más tras un procedimiento "lleno de irregularidades".
"El traumatólogo me dijo que una vez sacaron los yesos, vieron que los pies estaban perfectos y no hacía falta operación. Firmé la anestesia por si tenían que hacer una posible tonotomía. ¿Por qué me la metieron en quirófano? ¿La durmieron porque quizás era menos doloroso para Claudia quitarle los yesos y no se quejara y era más fácil?", se pregunta Amparo, aún sin respuesta.
El siguiente capítulo doloroso fue el momento de la autopsia. "Quería saber los motivos de la muerte de mi hija. No era normal. Cuando firmamos el papel, ponía necropsia. Nos dijeron que era lo mismo. Yo solo sé que entré con mi hija sana en silla de ruedas y me fui con la silla de ruedas y sin mi hija"; lamenta la madre.
La familia enterró a su hija y no dudó en abrir un proceso judicial. "No podía ser que una niña de 11 años entre en un quirófano, salga sin vida y no nos den ninguna explicación. Lo peor de todo es que no ha llegado a operarse ni hacerse nada". Tras el escrito de denuncia, la jueza mandó una exhumación del cadáver, que realizaron a los días.
"Se la llevaron al Instituto Nacional de Toxicología para hacerle una autopsia judicial. Al día siguiente mi abogada me llamó y me dijo que era una barbaridad lo que habían hecho con mi hija. En ese informe ponía que no se podía hacer una autopsia judicial porque a mi hija le habían sacado todos los órganos", añade Amparo.
De este modo, pidieron a la clínica dónde estaban los órganos de Claudia. También los resultados de la necropsia, las pruebas toxicológicas, los registros del monitor del quirófano y las proporciones de anestesia que pusieron. "Nos dijeron que la autopsia es blanca y no podían saber la causa de la muerte. Los órganos están puestos en formol en el laboratorio, sin dar donación de órganos. No teníamos ni idea de la diferencia con autopsia".
Con el tiempo, tres médicos fueron investigados. A pesar de ello, la justicia archivó el procedimiento penal por sorpresa de la familia: "No lo podíamos creer". Esta derrota en los tribunales no acabó con el incesante esfuerzo para lograr hacer justicia. El único camino posible que quedaba era la vía civil, en la que han conseguido nueve años más tarde que el juzgado de Primera Instancia número 28 de Barcelona admita la demanda y fije la fecha del juicio para el 14 de julio de 2025.
"Tendrán que demostrar que lo que dicen en la vía penal lo dicen igual y justificar el porqué no hay nada. Como madre lo primero que piensas es que se la han cargado. Está claro que no lo hicieron adrede, pero hubo un error muy grande. Fueron haciendo la mentira cada vez más grande", apunta Amparo, quien no puede dejar "de brazos cruzados" la lucha para saber la verdad sobre la muerte de su hija.
"Espero como una loca el juicio y ver al equipo médico declarar ante la vía civil. Es muy triste, pero estos nueve años para mí han sido como si fuese ayer. No estoy bien y no nos dejan cerrar el duelo. Es una mochila que llevo en la espalda y cada vez pesa más. Tengo que vivir de una manera u otra con eso y el dolor siempre lo voy a llevar", expresa Amparo, sobre un dolor que le acompañará para siempre.
El imprevisto adiós de su hija paralizó por completo su vida. Amparo no pudo despedirse de su hija. Una muerte "cruel", que llegó justo en el momento donde Claudia estaba "mejor" a nivel psicológico. "Desde que nació pasó por unas fases de sobrevivir y de llevar lo mejor que ha podido su discapacidad. En su mejor momento, cuando ya había terminado el sufrimiento del estiramiento de tibias, de la forma más tonta por sacar unos yesos, fallece sin saber el porqué. Necesito una explicación. La imagen se te queda y los recuerdos son muy grandes".
Ahora, sus esfuerzos se centran en lograr hacer justicia para Claudia: "Si el juicio es positivo, habré conseguido dejar descansar a mi hija, por fin, que creo que ya se lo merece. También nosotros por rehacer nuestra vida". Una lucha que la familia también realiza para que nadie vuelva a pasar por el mismo sufrimiento: "El proceso que estamos pasando no se lo deseo a nadie. Es horrible".
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