Los Mossos d'Esquadra han desarticulado un grupo criminal que elaboraba, distribuía y vendía golosinas, chocolatinas y productos con cannabis desde un laboratorio ilegal en Badalona.
La banda distribuía los alimentos tanto a nivel local, con distribución directa desde el obrador a las asociaciones cannábicas del Área Metropolitana de Barcelona, como internacional con envíos a Italia, Francia y Alemania.
En el marco de la operación se llevaron a cabo un total de seis entradas y pesquisas, entre ellas a un obrador ilegal de Badalona y tres a asociaciones cannábicas del municipio catalán, que dieron como resultado la detención de un total de cinco personas investigadas por delitos contra la salud pública, contra la propiedad industrial y pertenencia a grupo criminal.
La investigación se inició en enero de 2024, cuando los Mossos d'Esquadra tuvieron conocimiento de la posible existencia de un local que se utilizaba como obrador para fabricar y vender productos alimenticios con THC. Los agentes de la Unidad Central de Consumo comprobaron que en ese local había constante movimiento de personas, que iban cambiando periódicamente.
Al final de la jornada laboral en el obrador, estas mismas personas salían cargadas con cajas de cartón precintadas con los productos finales. Seguidamente, subían a un taxi y repartían los pedidos a nivel local o bien los llevaban a una empresa de transporte para hacer el envío internacional.
Algunas muestras se trasladaron al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Barcelona, que corroboró la presencia de THC con la cantidad suficiente como para suponer un elevado riesgo por la seguridad alimentaria por la población.
Estas cajas contenían chocolatinas, patatas de bolsa, palomitas, salsas, gominolas o cacao instantáneo, entre otros, infusionados con THC, los cuales, posteriormente los investigadores han comprobado que contenían un elevado porcentaje del principio activo de Cannabinol, D.-9-tetrahidrocannabinol (THC).
En el local trabajaban varias personas con roles. En primer lugar estaba el jefe del grupo, de 35 años y nacionalidad italiana, que se encargaba de coordinar el grupo de trabajo gestionando las tareas que debía realizar cada uno y controlar la actividad comercial para asegurar el éxito de las operaciones ilícitas.
También estaba la persona encargada de distribuir los pedidos y el resto de personas encargadas de la elaboración de alimentos del local.El grupo criminal compraba diferentes tipos de snacks dulces como gominolas y barquillos rellenos de cremoso de leche y avellanas, recubiertas con chocolate. O salados como palomitas o patatas chips de bolsa, de primeras marcas reconocidas a una distribuidora, para después infusionarlos con THC.
La forma de adicionar el principio activo del cannabis variaba en función del alimento. Las barritas de barquillo rellenas se inyectaban directamente el THC disuelto con un alcohol como solvente, u otros con pintadas directamente con chocolate infusionado con THC o bien aperitivos salados de maíz embadurnados con una grasa con THC disuelto y después secado al horno.
Los alimentos se reenvasaban con una envoltura similar a la original, pero identificando su marca, con una serigrafía de una hoja de marihuana indicando la cantidad de THC adicionado al producto.
En cuanto a la distribución de los productos infusionados se puede diferenciar por un lado el cliente final que se dirige directamente al obrador a recoger su pedido y por otro los pedidos que el grupo distribuía a nivel local en taxi e internacional con una empresa de transportes utilizando direcciones y remitentes falsos para dificultar la acción investigadora de la policía judicial.
En relación al almacenamiento de alimentos con THC adicionado, el grupo disponía de una zona en el mismo obrador destinada al control de existencias, aunque debido a la naturaleza perecedera del producto era relativamente pequeño. El jefe del grupo criminal llevaba algunos de sus alimentos infusionados a un laboratorio con un servicio de análisis de sustancias de drogas para conocer la composición real y poder corroborar que el gramaje de THC anunciado se correspondía con el adicionado alimento.
El canal de comunicación para informar de estos alimentos infusionados en THC es una reconocida aplicación de mensajería, en la que se puede leer el catálogo de productos y el precio de cada uno de ellos. Además, se informa de las formas de envío y pago de sus productos.
La única forma de pago aceptada eran las criptomonedas y se observaron movimientos de criptomonedas valorados en 480.000 dólares. También se localizó, en una de las asociaciones cannábicas más de 8 kg de hachís y se detuvo al responsable de la misma por un delito contra la salud pública.
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