Josep Madurell ha escrito en letras de oro su nombre en el Campeonato del Mundo de Tenis de Mesa a sus 86 años. Un hito en el que el brillante campeón del mundo de veteranos ha logrado cumplir el sueño de toda una vida, en la que ha dedicado gran parte de su tiempo a la pasión que le ha acompañado en su amplio camino desde los nueve años.
"Mi deporte siempre ha sido el tenis de mesa. Me ha servido para compaginarlo con el trabajo, distraerme y no pensar en momentos difíciles como la enfermedad de mi padre y otros familiares", explica el veterano palista catalán, que entrena casi a diario en l'Agrupació Congrés de Barcelona.
La pala ha sido su fiel acompañante, donde a base de constancia y entrenamientos se ha convertido en campeón del mundo de tenis de mesa en la categoría de mayores de 85 años. "Si no es a base de dedicación, no se consigue nada. Mi carácter siempre ha sido de intentar superarme".
Para ello, Josep acude casi a diario a las instalaciones de l'Agrupació Congrés de Barcelona. "Suelo entrenar cinco días a la semana porque a mi edad tengo que hacer ejercicio. Si no me muevo, estoy perdido y cada vez será peor", admite el palista, quien recuerda con emoción su último viaje a Roma (Italia), donde arrebató la condición de campeón del mundo a su rival en la final para lograr una medalla que le ha permitido tocar el cielo.
Josep suma un centenar de trofeos: "Ni soñando podía imaginar estos éxitos. Empecé a jugar a este deporte con mi primo hermano, pero nunca podía llegar a pensar que conseguiría estos títulos". Esta destreza por el tenis de mesa sorprende a diario a sus compañeros y seres queridos: "Todos se quieren hacer fotografías conmigo. Me aprecian todos".
Desde que descubrió su gran pasión hasta alzarse campeón del mundo con 86 años, la única diferencia que hay entre el Josep de antes y el de ahora es la edad. "Antes tenía muchos menos años. Siempre he intentado tirar hacia delante, sea con victorias o con derrotas. Ahora estoy operado de cadera. Siempre salen cosas, pero intentamos asumirlo y mirar de seguir".
Su estilo de juego también ha variado con el paso del tiempo. "Reconozco que ya no tengo el movimiento de antes, lo he ido perdiendo. Pero intento asumirlo y esforzarme en poder luchar. Si vienen derrotas se asume porque se sabe que los años no pasan porque sí", zanja Josep, quien sigue soñando en alto.
"Ya he conseguido lo máximo, pero si ahora puedo conseguir igualarlo lo haré por descontado". Para ello, el palista catalán no se marca una fecha definitiva para dejar de practicar su deporte favorito. "Jugaré hasta que la salud me respete".
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