El próximo 24 de agosto, dentro de un mes, se cumplen siete años del crimen de Susqueda, un doble asesinato ocurrido en 2017 que sigue sin esclarecerse y que se suma al reguero de casos macabros de la crónica negra en España sin respuesta.
Marc Hernández López y Paula Mas Pruna, una pareja de jóvenes de la comarca del Maresme, en la provincia de Barcelona, decidieron pasar el día en el pantano de Susqueda, en Girona, sin saber que les esperaba un trágico final a ambos. Tenían experiencia en realizar acampadas en el campo, pero aquella jornada truncó sus vidas. Los dos fueron asesinados a tiros por una o varias personas, hundieron sus cuerpos en el agua con piedras y sus cadáveres no fueron localizados hasta pasadas varias semanas, desnudos y con signos de violencia.
Se investigó a numerosas personas y un hombre llegó a ingresar en prisión provisional, pero quedó libre ante la falta de indicios y pruebas que pudieran incriminarle. No hay nadie en la cárcel cumpliendo condena por este terrible crimen. Repasamos los hechos.
Sábado, 24 de agosto de 2017. Marc, un joven de Arenys de Munt de 21 años, y Paula, una joven de Cabrils de 23, viajaron en el coche de ella, un Opel Zafira de color azul, hasta el pantano de Susqueda, en la provincia de Girona, para disfrutar del día juntos y pasar la noche allí. Se llevaron un kayak para hacer la excursión por el embalse y tenían previsto dormir en el vehículo.
A las 09:30 horas del sábado, la pareja, que llevaba unos años de relación, sacó dinero de un cajero automático de La Cellera de Ter, tal y como quedó registrado en una cámara de seguridad. Poco después, entraron en el restaurante La Parada del Pasteral, tomaron algo, y se dirigieron al embalse. La última conexión del teléfono móvil de Marc fue a las 10:00 horas. Y la última del dispositivo de Paula, poco después, sobre las 11:00 horas. A partir de ahí, su rastro se perdió. Por la tarde dejaron de responder las llamadas y los mensajes de sus familiares.
El entorno de los jóvenes, ante la falta de respuestas, decidió presentar una denuncia el mismo día de la desaparición, lo que dio origen a la investigación del crimen. Pero las noticias no llegaron hasta pasados unos días. El 26 de agosto, un hombre que paseaba por la zona encontró el kayak de la pareja flotando en mitad del pantano, rajado y con piedras en su interior. Al principio pensó que había sido abandonado, pero tras conocer el caso alertó de la localización del mismo. Y poco después, el 28 de agosto, se encontró el Opel Zafira de Paula totalmente hundido en el embalse, a siete metros de profundidad; tenía las llaves puestas, la primera marcha metida y las ventanas rotas y bajadas. Se determinó que alguien lo hundió a propósito.
La búsqueda de la pareja se volvió incesante. Y hasta pasados 33 días desde la desaparición, no hubo resultados. El martes 26 de septiembre se localizó en la zona de la Rierica, debido a la sequía y el descenso del nivel del agua, el cadáver de Paula. Parte de su cuerpo estaba atrapado entre unas rocas. Cerca de allí, en la misma fecha, se encontró el cuerpo de Marc, flotando y con una mochila llena de piedras. Ambos estaban desnudos y con signos de violencia. Los Mossos d'Esquadra concretaron que se trataba de un doble asesinato. La autopsia determinó que la joven falleció de un disparo en la cabeza con una bala de nueve milímetros o inferior. Pero la causa del deceso del joven no se pudo conocer, ya que el cuerpo estaba en muy mal estado. Ambos, una vez muertos, estuvieron entre 24 y 48 horas fuera del agua. ¿Quién pudo cometer tremenda atrocidad?
Nadie vio el asesinato de Marc y Paula, pero sí hubo personas que aseguraron haber escuchado los disparos que, supuestamente, acabaron con sus vidas. Ante las autoridades declararon numerosos testigos, alrededor de siete. El primero de los sospechosos, que fue el principal investigado, fue Jordi Magentí Gamell, un hombre de 60 años que había sido condenado y llegó a cumplir 12 años de cárcel por matar a su mujer el 4 de diciembre de 1997. Al parecer, sus cuentas se habían vaciado y tenía comprado un billete a Colombia, de donde era su pareja en ese momento. Fue detenido el 25 de febrero de 2018 por su presunta relación con el crimen, pero siempre negó la autoría.
Magentí reconoció haber estado en Susqueda aquel día, en la zona de la Rierica, pero afirmó que estaba pescando a la hora del asesinato. Cabe destacar que en aquella fecha conducía un Land Rover Blanco que se cruzó en el camino con el Opel Zafira de Paula y que las cámaras de vigilancia del embalse le captaron en dirección al pantano poco después. Una de las hipótesis que se barajaron fue que Marc y Paula descubrieron una plantación de marihana que tenía el hijo del sospechoso y que les mataron para que no informaran de ello. Jordi Magentí ingresó en prisión provisional y estuvo alrededor de ocho meses encarcelado, hasta que fue puesto en libertad con cargos ante la falta de pruebas incriminatorias. Además, sus huellas de ADN no coincidían con las halladas en los cuerpos, ni se observaron en el coche y la ropa de las víctimas. El arma homicida tampoco fue encontrada. Medios catalanes afirmaron que un compañero de celda del investigado aseguró que este le dijo que fue su hijo el autor del crimen. Sin embargo, nunca se ha llegado a confirmar ninguno de los datos citados anteriormente. Padre e hijo quedaron libres desde entonces.
Además de Magentí, ejerció como testigo un ermitaño que vivía en una cabaña de la zona y que se ahorcó dos años después de los hechos. Los agentes descartaron su presunta participación y, tras la excarcelación del principal sospechoso, manejaron otras líneas de investigación. Pusieron el foco en un exlegionario, en un ciudadano francés y en los asistentes a una fiesta rave que se celebró cerca del pantano.
El exlegionario estuvo el día del crimen en el pantano de Susqueda y vestía ropa de camuflaje. Según varios vecinos, discutió con una pareja que se encontraba en la zona del embalse, pero no se pudo confirmar si fueron Marc y Paula. Además, este hombre habría publicado en sus redes que aquel 24 de agosto robó "sacos de dormir y comida a dos jóvenes". Tampoco se pudo determinar su implicación. En cuanto al ciudadano francés, también estuvo en el pantano y presentaba una herida, la cual dijo que se había hecho en una caída. Declaró ante los investigadores y tampoco se concretó su posible participación. Finalmente, se investigó a otros jóvenes que acudieron a una fiesta rave, quienes estuvieron durante la mañana sentados cerca de donde encontraron los cuerpos de los jóvenes del Maresme. Pero tampoco brindó resultados. El año pasado se encontraron accesorios del kayak que fueron objeto de estudio, pero no han aportado información relevante, según ha trascendido. Casi siete años después del crimen de Susqueda, las familias siguen sin respuestas.
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