La pasión por el fútbol y el amor por sus hijos ha unido a un grupo de madres que disfruta de este deporte tanto desde las gradas, apoyando a sus pequeños, como desde el propio terreno de juego, donde han conformado un equipo de veteranas en Sant Feliu de Llobregat (Barcelona).
"Surgió en la terraza del bar hablando con dos o tres madres que siempre habían querido jugar y no habían tenido la oportunidad", recuerda Cristina Cano, la capitana de un equipo donde sus hijos son los mayores seguidores: "Son los primeros en coger el bombo para animar".
La idea de vestirse de corto y acudir al campo de fútbol para jugar entre ellas caló entre más madres. "Fue un éxito, fuimos 30 personas las que empezamos. Es una experiencia divertida, nadie se esperaba que hubiese tantas 'mamis'. Había hasta lista de espera para apuntarse", reconoce Mireia Ferrés, jugadora de las veteranas de la Penya Recreativa Sant Feliu.
Antes veían a sus pequeños entrenar desde la grada o esperaban en la cafetería junto a otras madres. Sin embargo, la creación de este equipo ha unido aún más el vínculo que ya forjaron animando a sus seres queridos. "Ahora he cambiado el turno y vienen ellos a los partidos, siempre quieren que ganemos. Los hijos nos dan consejos".
Gracias a esta iniciativa, muchas entienden aún mejor la percepción que tienen sus pupilos detrás del balón. "Ahora sabemos lo que sienten cuando se les anima o se les pide correr. Sabes que cuesta y es difícil. Una cosa es lo que te dicen y otra cosa lo que sale en el campo", destaca Mireia, quien también pone en valor la dificultad que pasaron al empezar a entrenar dos años atrás.
"No fue un comienzo fácil. No aguantábamos ni cinco minutos corriendo", rememora una de las jugadoras sobre un proceso en el que han logrado mejorar gracias a la ayuda de los entrenadores y del apoyo de sus familiares y directivos del club.
Tal es el éxito que la Penya Recreativa de Sant Feliu de Llobregat espera tener otro equipo de veteranas compitiendo la próxima temporada. "La idea fue de tres madres y acabaron siendo casi 30. Ahora hay que mantenerlo y así continuará", añade Kevin Beltrán, coordinador del club catalán.
Todas quieren ganar, aunque son conscientes que no siempre es lo más importante. "Es un juego, somos madres. Si se gana mucho mejor, pero tampoco nos vamos a matar por esto", admite Silvia España, otra de las jugadoras de un equipo con hasta tres entrenadores. Uno de ellos es Oliver. "Hay muchas chicas y queremos darles entrenos de calidad. La evolución ha sido brutal. Ellas me dan vida a mí y yo les doy vida a ellas". El balón ha forjado un vínculo inquebrantable, aunque en algún caso este lazo ya venía de casa.
"Mi madre y mi tía juegan. Me gusta mucho porque como son hermanas y se lo pasan muy bien juntas y hacen un buen dúo", expresa Iker, uno de los pequeños que disfruta viendo a sus seres queridos jugando. También es el caso de Axel, quien recibe consejos de su madre. "Nunca había veteranas y ahora aparecen ellas y son la bomba".
Las veteranas han marcado tendencia en el club, que les ha abierto las puertas para cumplir un sueño que algunas de ellas tenían desde pequeñas. Había jugado en el parque con mi hermano. Era algo que quería hacer, pero no pude y ahora lo estamos probando". El balón les ha unido, tanto en la grada apoyando a sus hijos como en el terreno de juego: "No me pierdo ni un partido".
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