El viaje de medio centenar de senegaleses por el mar hasta Canarias no ha sido el único obstáculo que han sufrido en su sueño por lograr una vida mejor. Ahora, están alojados en un hotel de Reus (Tarragona), donde algunos llevan hasta nueve meses sin padrón y tarjeta sanitaria, atrapados en un limbo que les impide empezar su nueva andadura.
En total, 42 refugiados solicitantes de asilo reciben la ayuda de Reus Refugi, una asociación que denuncia esta desatención entre los senegaleses, que no disfrutan plenamente de los beneficios del programa de protección internacional del Ministerio de Inclusión, Servicios Sociales y migraciones.
Les ofrecen alojamiento y comida. Una condición en la que los refugiados no logran empezar la nueva vida por la que lucharon para llegar hasta Canarias. "Llevando tanto tiempo deberían tener garantizada la incorporación progresiva en la sociedad, como trabajo y formación", explican.
Los afectados entraron en el programa de la Cruz Roja, que cuenta con distintas fases. Ahora mismo están en la fase 0, con alojamiento y comida, y esperan dar el salto al siguiente ciclo, que les permitiría vivir en un piso y tener formación. Sin embargo, todos ellos llevan nueve meses en el escalafón inicial, cuando legalmente "solo podrían estar entre dos y tres meses".
"Esto implica que no pueden aprender el idioma ni formarse. Tampoco les acompañan al médico, no pueden comunicarse y todos son problemas", reconocen desde Reus Refugi, que ha presentado una denuncia ante la Síndica de Greuges, el Defensor del Pueblo y el Departament d'Igualtat i Feminismes de la Generalitat por “desatención básica”, “reclusión” y “trato indigno” a estas personas.
Ante esta situación, la asociación ofrece clases de español gratis y les dan ropa. "Nadie abandona sus raíces sin motivo, es duro para ellos", culminan.
Uno de ellos es Seinu, quien llegó en patera hace ocho meses durante un viaje "muy duro" de siete días. "La vida en Senegal es muy difícil", explica el hombre de 33 años a Informativos Telecinco sobre su pasado en su país, donde era pescador. Sin embargo el deseo por buscar una vida mejor y lograr seguridad le llevó hasta España.
"Solo busco trabajo. Tengo a mi mujer e hijos allí. Ahora solo podemos dormir, comer y estar en el hotel", lamenta Seinu. Un caso que también sufre un joven somalí de 24 años, que prefiere mantener su anonimato. "Allí hay guerra. Buscaba seguridad", reconoce.
En su caso, lleva tres meses en Reus. "Puedo trabajar en el almacén y pintar", añade el joven, quien destaca la necesidad por "aprender para trabajar". Una voluntad que de momento es incapaz de llevar a cabo: "Desde el hotel no puedo".
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