Cargar una batería en menos de cinco minutos es la revolución que una empresa catalana pretende lanzar al mercado del almacenamiento energético en los próximos años. Una solución altamente eficiente ideal para la movilidad urbana, al contar con una vida útil 15 veces mayor que las baterías tradicionales de litio.
"La batería cuesta menos, dura mucho más ciclos, es más segura porque no es inflamable y se puede cargar en tres o cuatro minutos. Es una buena solución para la ciudad. Tanto en coches, autobuses, taxis o tranvías", explica Daniel Rued, director de tecnología de Napptilus Battery Labs.
El prototipo preindustrial de batería ha sido creado en Barcelona con un diseño híbrido basado en nanomateriales, que combina el proceso químico y electroestático, a través de supercondensadores, para crear una batería que dura más que el equipo al que alimenta, con cargas ultra rápidas.
"Las baterías normales están formadas por unas capas muy finas del material activo, un sólido que es muy difícil de fabricar. El gran cambio que hacemos es que es la pasta se inyecta en la celda que forma una batería. Esto facilita mucho la forma de fabricar y de reciclar", añade Daniel Rueda.
Gracias a esta tecnología, la batería cuenta con una vida útil de 30.000 ciclos de carga y se erige como una solución ecológica frente a los retos de la electrificación masiva. "Es hacer algo de base que pueda ser escalable, barato y asequible en cualquier lugar. Nos hemos enfocado mucho en no utilizar litio, cobalto, manganeso, níquel, ni ningún elemento crítico".
Napptilus Battery Labs ha contado con la ayuda del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología, vinculado al CSIC, para crear esta solución tecnológica ideal para la movilidad urbana. "El proceso de fabricación se simplifica mucho y son materiales asequibles. En igualdad de condiciones, debería estar en torno a un 10% de lo que cuesta una batería de un litio".
Sin embargo, no pueden competir con la capacidad de energía de las convencionales: "Valdría para un coche, pero para que se moviera en una ciudad. Tendrías 100 kilómetros de autonomía en vez de 400 o 500". En el mercado del almacenamiento de energía estacionario y balance de red, pueden ser determinantes.
"Van de la mano. Tenemos problemas con las energías renovables. Es muy difícil gestionar su intermitencia, que es muy rápida. Las centrales térmicas más rápidas tardan media hora en encenderse o apagarse. Balancear la red se tiene que hacer con baterías. Las de litio son muy caras y tienen una limitación de ciclos importante".
También podrían ser útiles en entornos industriales y en aplicaciones robóticas que requieren alta potencia y ciclabilidad. No es el caso de los dispositivos móviles. "Como tienen menor densidad de energía, no es interesante para un teléfono o portátil. Aquí el nitio es imbatible. No pretendemos batirlo, es dar una solución".
Para lanzar estas baterías al mercado, la empresa catalana busca financiación para dar el salto a la producción comercial y disponer de recursos para acelerar el desarrollo de la celda comercial, con el objetivo de llevar su creación al mercado en sectores clave. De momento, en los siete años de desarrollo ya ha invertido más de dos millones de euros.
"Tenemos un potencial cliente que está interesado en el mercado de vehículos de combustión y actualmente tiene híbridos actualmente. Le gustaría tener un conjunto de celdas que se pudieran probar en un vehículo para finales de este año", destaca Jordi Aibar, CEO y cofundador de Napptilus Battery Labs, el artífice de unas baterías que podrían estar en el mercado en un plazo de dos años.
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