La presencia de pellets en la costa norte española, tras haber volcado un buque que transportaba los plásticos pequeños cerca de Portugal, ha activado la alerta medioambiental en Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco. Una problemática que en un municipio de Tarragona conocen de primera mano al llevar más de seis años sufriendo los vertidos de bolitas plásticas en sus playas.
La industria química catalana, responsable del 70 % de la producción de plástico en España, ha provocado que los pellets apareciesen en la playa de La Pineda desde 1950, pero no fue hasta 2017 cuando una gran marea llenó el lugar de unas bolitas de varios colores y forma redondeada, que son la materia prima para la fabricación de plásticos.
"Es la punta del iceberg. La mayoría están mar adentro y hay constancia de que llegan a Menorca", explica a Informativos Telecinco Pere Segura, alcalde de Vila-seca sobre una situación que llevan años denunciando. Ante la falta de respuestas, el consistorio y la entidad ambientalista Good Karma Projects empezaron una investigación para conocer la procedencia de los pellets en Tarragona.
Pese a ello, la presencia de los microplásticos sigue en aumento. "La experiencia me dice que la limpieza es muy compleja porque la arena se apelmaza, absorbe humedad y cuando quieres hacer un cribado es prácticamente imposible. Es un trabajo laborioso y manual, se necesitan muchas horas y la efectividad es relativa. Nunca acabarás de eliminar la totalidad", reconoce Pere Segura.
El municipio de Vila-seca siente "una frustración increíble" y empatiza con el tormento que también viven en otros rincones de España. "No me puede satisfacer ver las costas gallegas llenas de pellets porque lo he vivido y esto me ha generado una indignación tremenda. Sé lo que pueden estar viviendo".
Un problema que abarca "toda la cadena de valor" y que en el caso de la localidad catalana tiene como foco las industrias químicas de Tarragona. "Se van perdiendo tanto en el transporte como en la creación y esto hace que lleguen a ríos. Cuando haya temporales acaban en el mar", explica Rodrigo Castellví, coordinador de voluntariado de Good Karma Projects.
Las bolas de plástico de unos cinco milímetros "adquieren todas las toxinas que hay alrededor por la contaminación y estos pueden escalar en la cadena trófica hasta llegar a nuestra alimentación", relatan desde la entidad.
La efectividad de recogida de pellets es mínima, por lo que piden una normativa que lo regule. "Como no hay ninguna, este producto se carga en los camiones y en los barcos, como cualquier otro tipo de granel. Solo es el 1% de lo que se ve, todo el resto está dentro del agua".
El problema ambiental, denunciando por varias entidades, entre ellas Surfrides, llevó a la Generalitat de Cataluña a abrir inicialmente un expediente contra ocho empresas químicas "susceptibles de haber hecho vertidos". A estas ocho, ya se han sumado cinco nuevas empresas y el número se podría ampliar.
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