El arte corre por las venas de Antoni Morell, un hombre de 80 años que es arquitecto, dibujante, escritor, inventor y, desde que se jubiló hace 15 años, acuarelista con más de 1.300 obras. Un artista polifacético que realiza en cuestión de tres horas pinturas panorámicas de bibliotecas, librerías e, incluso, quirófanos.
"Cuando pinto, estoy en otro mundo. Solo pienso en encajar el rompecabezas hasta que sale lo que quiero. Es una creación que no tiene precio", explica a Informativos Telecinco el vecino de Barcelona, que deja sorprendido a todo aquel que le ve con sus pinceles y un papel en blanco.
Las obras de Antoni muestran un lugar en 360 grados. Un arte que para el arquitecto solo es necesario estar en el lugar que quiere representar. "La gente se queda sorprendida de que lo haga en tres horas. Me preguntan si lo he pintado en los lugares, o cuántos días necesito para ir a los sitios. Les digo que solo el día que estoy y suficiente".
Una vez allí, Antoni convierte un escenario en una pintura con acuarelas. "Me encanta porque navegar en el papel blanco es un reto. Y más cuando descubres que el papel plano si se pone en forma de arco delante de la cara, con varios puntos de fuga, resulta que el dibujo coge relevo. Me lo estoy pasando genial", añade Antoni.
De este modo, el artista octogenario catalán busca el lugar ideal donde tenga "la perspectiva más amplia posible" y empieza a maquinar. Primero dibuja con el lápiz, luego lo pasa a tinta permanente y borra el primer paso para acabar pintando en acuarela.
"Cuando ven la obra acabada se quedan sorprendidos. Me gusta más la pintura que la realidad. En mis pinturas no hay gente, lo importante es el lugar, no necesito figurantes", reconoce Antoni Morell, quien lleva más de una década pintando todo tipo de lugares.
"He pintado de todo. Para ver se tiene que entrar y traspasar una frontera. Como si es un mostrador. Desde dentro es como se ven las cosas". Una forma de percibir el arte que también le llevó hasta un hospital. "Salió la ocasión y pinté un quirófano y transfusiones de sangre".
Antoni no tiene una obra maestra que destaque sobre el resto. Para él, todas son igual de importantes. "No tengo un lugar preferido donde he pintado. Tampoco mercantilizo. Cuando he acabado, enseño mi creación, les pido una dirección y se lo envío gratis para que hagan el uso que crean oportuno, pero siempre citando al autor".
Es el caso de los bibliotecas y librerías, que esconden entre sus estanterías miles de historias, y que ha permitido al artista exhibir sus pinturas al público.
"Si alguien quiere hacer una exposición con mis obras, yo estoy encantado de la vida. Pero lo más pesado es coger las pinturas, enmarcarlas y colocarlas. Lo que me interesa es la creación. Me puedo permitir el lujo", apunta Antoni, quien almacena sus dibujos en un estudio en Barcelona.
La acuarela no es su única pasión, aunque es con la que más disfruta. "Si pudiese, pintaría cada día. Ahora estoy centrado en otras cosas", indica el arquitecto, quien está escribiendo la historia de un refugio de la Guerra Civil, que hicieron en casa de sus padres. "Han encontrado los papeles que tenía y es una pequeña maravilla".
Su inquietud le ha permitido vivir todo tipo de vivencias. Tanto en su profesión, donde formó parte del grupo de seguimiento de las obras olímpicas en Barcelona 92', como fuera del mundo de la arquitectura.
"Tengo una patente europea de un libro, que para cambiar el orden de las hojas no hace falta desencuadernarlo. También he escrito un contradiccionario, que es una recopilación de palabras que pueden interpretarse o escribirse y que quieren decir lo mismo. Exigen al lector un poco de imaginación", recuerda Antoni.
Un sinfín de creaciones donde Antoni es capaz de plasmar arte, ya sea desde un dibujo, un libro, o un diccionario. "Lo que se trata es de buscar una cosa que cuando la acabes te llene y tenga interés".
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