Entre las "escalofriantes cifras" y "casos que no cesan" de abusos sexuales infantiles, la historia de Claudia Muñoz es la de una "superviviente". También la de una valiente que hace unas semanas hizo pública su vivencia más estremecedora.
"Hablar de ello es la manera que tenemos de luchar para que no siga ocurriendo". Así lo apuntan desde Somos Estupendas, la plataforma de salud mental que publicó en su cuenta de Instagram un vídeo donde la chica relata cómo lo experimentó todo.
Cuando tenía tan sólo siete años, comenzó a sufrir abusos por parte de su abuelo: "No sabía que era una víctima, pensaba que era algo que pasaba y no fui consciente hasta los 19 años. Todo ese tiempo lo viví desde el silencio".
Porque Claudia no quería "romper la unión familiar, ni causar dolor y situaciones traumáticas" tanto a sus hermanos como a sus padres. Tampoco a su abuela: "Dejé que muriese sin saber la persona que tenía a su lado".
Precisamente la madre de esta joven sí que "se intuía algo". Pero optó por no decir nada hasta que su hija se lo contase. "Te quería proteger para no hacerte daño, como yo lo he pasado tan mal en mi vida por esto, quería aliviarte de este dolor", es lo que le argumentó.
Claudia y su familia se arrepienten de "no haber sido más tajantes con la situación" para haberla frenado mucho antes. Y es que la joven admite que "las consecuencias del ASI son infinitas". Empezó culpándose ella misma, tras descubrir lo que había sufrido.
Al estudiar el grado de Integración Social, esta chica barcelonesa aprendió lo que era el abuso sexual infantil (ASI). Una persona que lo había padecido le contó su historia y, entonces, ella supo que también había sido víctima.
"No sabía qué hacer", recuerda. Reconoce que le entró "ansiedad", sintió "mucho dolor" e incluso se desmayó. "Quería salirme de mi cuerpo", añade. Después de confesar lo ocurrido al resto de familiares en un grupo de WhatsApp, decidió separarse "físicamente" de su abuelo.
"Emocionalmente no. Era un sentimiento de... siento que me has fastidiado la vida y que soy un cuerpo herido que nunca se va a curar. Pero, a la vez, eres mi abuelo y te quiero", explica acerca de la dificultad que tuvo para dejar de hablar con él o de verlo.
Siguieron reencontrándose en "comidas familiares", aunque para ella "era tenso". Paralelamente, a lo largo de los años también fue sufriendo daños físicos y neurológicos. Algo que la llevó a someterse a varias operaciones, como relata en el vídeo.
Además de esas secuelas que le han quedado, Claudia confiesa igualmente que "la rabia" que sentía por lo vivido le causó el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA): "Pasé por todas las fases que puede tener".
Las palabras “asco” o “culpa” e incluso el deseo de “desaparecer” formaron parte de su vida. Después de superar el TCA, una fuerte depresión la llevó a pasar "los peores meses" de su vida.
Al final, reconoce que ha aprendido a "valorar el cuerpo desde otro punto, no desde el sexual". Y al hilo de esto, expresa lo siguiente: "No me voy a sentir nunca libre al tener relaciones sexuales, no las voy a disfrutar al 100 %".
Una consecuencia más, sumada a las otras, de haber sufrido abusos sexuales cuando era niña. Esta huella imborrable de Claudia se ha convertido ya en un relato público con el que mucha gente se ha identificado. Está "muy preocupada".
"Recibo mensajes a diario, de historias desgarradoras. Esto tiene que dejar de ser tabú. Es necesaria más educación sexual", cree esta barcelonesa que ha comentado estos últimos días en sus redes sociales que seguirá luchando contra esta lacra.
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