Maria Branyas, la anciana supercentenaria -de 116 años- que vive en una residencia de Olot (Girona), está ayudando a los investigadores a estudiar el envejecimiento y las enfermedades asociadas.
"Cuando vimos que teníamos tan cerca de casa a la anciana más longeva del mundo, pensamos en poder estudiar de ella y aprender así a partir de la excepción", ha explicado a EFE el investigador Manel Esteller, eminencia en el campo de la genética y director del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras.
En declaraciones a EFE, Esteller ha explicado que tanto Maria como su familia han sido muy amables al permitir recoger muestras de la anciana, como saliva, sangre y orina, para dilucidar el por qué de su longeva vida.
El de Maria, nacida en San Francisco (Estados Unidos) el 4 de marzo de 1907, es un caso extraordinario: a sus 116 años solo tiene problemas de movilidad -va en silla de ruedas- y auditivos, pero su salud no presenta otras dolencias graves -hasta superó la covid- y cognitivamente está bien.
"No ha sufrido demencias, ni cáncer, ni arteriosclerosis... así que quizás su genoma es altamente resiliente ante enfermedades", ha resaltado el investigador.
En su caso, existe una destacada diferencia en la edad cronológica (fecha de nacimiento), que es de 116 camino de los 117 años, frente a la edad biológica (el grado de envejecimiento real de su cuerpo), que según Esteller podría situarse en 103 o 104 años.
Desde hace años, los científicos trabajan para entender los mecanismos de envejecimiento del cuerpo, que están asociados a enfermedades como el cáncer o la demencia, para que este conocimiento pueda utilizarse en futuros fármacos.
En esta ingente labor internacional, el equipo del doctor Esteller cuenta ahora en el laboratorio con células de Maria, que al ser aparentemente tan resistentes a envejecer son de utilidad para probar fármacos y observar cómo reaccionan.
El director del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras ha hecho hincapié en el alto valor de las muestras de Maria, pues no es fácil encontrar una supercentenaria con edad récord que además esté en unas condiciones cognitivas óptimas para dar el consentimiento a participar en una investigación.
Esteller ha precisado que los investigadores del cáncer están poniendo el foco últimamente "en las células senescentes, que están como zombis", pues han perdido su capacidad de dividirse y ya no pueden contribuir al funcionamiento del organismo, por lo que propician la aceleración del envejecimiento.