El último quiosco de prensa en Lleida reabre con "una segunda oportunidad"

Los quioscos parecen ser cosa del pasado. Esos puestos en cada esquina abarrotados de personas a primera hora de la mañana comprando el diario y rebuscando entre las revistas más llamativas, entre las que se colaban niños y niñas para comprar alguna chuchería o algún cromo con las vueltas, están desapareciendo del paisaje desde hace años.

En Lleida, de hecho, sólo queda un establecimiento de este tipo. En 2020, el Ayuntamiento cerró dos quioscos y hasta el día de hoy sólo ha sobrevivido uno, que se está reformando para reabrir el próximo 1 de septiembre.

Marcos Céspedes es la tercera generación de una familia de quiosqueros y la persona que ha asumido el reto de mantener con vida el último quiosco de la ciudad. Su abuelo abrió el quiosco a finales de los años setenta en la calle Major, luego su tía lo movió a la plaza Sant Joan y él ahora lo remodela para actualizarlo a los nuevos tiempos.

"El quiosco siempre ha estado muy presente en la familia, quedábamos allí, era el punto de encuentro", recuerda Céspedes de cuando era un niño e iba con sus padres a ver a su abuelo y su tía al puesto de prensa.

Nuevo quiosco

Consciente de que ya no se vende tanta prensa como en la era antes de Internet, Marcos Céspedes se ha propuesto llevar a Lleida "un nuevo concepto de quiosco". Asegura que, en los últimos años, los quioscos han tenido que incorporar todo tipo de artículos de venta para suplir las ganancias de los diarios y revistas, ahora "tenemos una idea de quiosco que vende de todo y está siempre abarrotado de cosas". Así fue el negocio de su tía en los últimos tiempos.

'El Kiosko' traerá a Lleida, además de los diarios y revistas habituales, "revistas más independientes y diferentes", hasta ahora difíciles de encontrar en la ciudad, café de especialidad con leche de proximidad y algunos dulces de pastelería. "La filosofía es esta: prensa acompañada de un buen café de desayuno", un concepto que ya ha triunfado en Barcelona y otras ciudades.

Tras tener la idea, Céspedes investigó un poco el tema y observó que en otras partes habían emprendido proyectos similares al suyo y que estos estaban funcionando, lo que le motivó aun más a emprender. "Me da la sensación que aun hay una segunda oportunidad para todos estos quioscos", asiente.

Para poder llevar a cabo su idea, Marcos ha tenido que lograr un cambio de ley municipal, gracias a la cual el Ayuntamiento le permitirá exceder las actividades previstas en un quiosco de prensa, para incluir la pequeña sección de cafetería

Difícil decisión

Marcos Céspedes ha estado siempre vinculado al quiosco por su familia, pero nunca había trabajado en él hasta ahora. De hecho, es, y seguirá siéndolo cunado reabra el negocio, técnico de ambulancias en el Servei d'Emergències Mèdiques (SEM), lo que le permite librar cuatro de cada cinco días y dedicarle tiempo al nuevo proyecto.

Cuando, hace dos años y medio, supo que su tía se iba a jubilar empezó a fantasear con la idea de quedarse el negocio familiar, y asegura que "no es una decisión que se tome de hoy para mañana, lo vas valorando con tiempo hasta que llega el momento en que te tiras a la piscina".

Y ha tenido que ir convenciendo a todos en el camino. Sus padres y su tía no confiaban en que su idea tuviese una salida, "me preguntaban si estaba seguro de la decisión que estaba tomando", relata, pero en todo momento pensó "¿y si lo hago y sale bien?". Ahora, viendo la remodelación, Marcos ha causado el asombro de la familia, que nunca pensaron que un quiosco pudiese ser algo diferente a lo que siempre habían hecho.

Sin embargo, "la decisión asusta", confiesa, aunque le tranquiliza el hecho de que ha podido asumir la inversión de la remodelación sin tener que recurrir a préstamos ni bancos, construyendo él mismo la mayoría de los nuevos muebles que ocuparán el pequeño espacio del quiosco.

Peso de la responsabilidad

"Mi tía cerraba, si no lo cogía yo cerraba", dice Marcos. Y se hubiese perdido el último quiosco de Lleida, lo que le hace sentir que "el peso de la responsabilidad" de que este elemento no desaparezca del paisaje urbano recae sobre sus hombros. Asegura que los vecinos le preguntan cada día cuando abrirá y le recuerdan "que ya no quedan quioscos", sólo el suyo.

Con este sentido de la responsabilidad, con sus conciudadanos y su familia, y los miedos de emprender un negocio, Marcos confía en que funcionará bien.

También por eso, el local se llamará 'El Kioko', "porque así lo llamaba mi abuelo y toda la familia, y así lo conocen los vecinos".

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