Con 38 semanas y tres días de embarazo, Anna y Llorenç tuvieron que enfrentarse a la peor de las noticias: su hija Núria había fallecido antes de nacer. Fue el 19 de marzo de 2021 en el Hospital Santa Caterina de Girona, después de que la joven embarazada sufriera una caída mientras paseaba. Esta experiencia traumática les ha llevado a iniciar un proyecto para llenar los hospitales catalanes de cunas térmicas que permiten alargar la despedida del bebé sin vida.
Después de la caída, en una ecografía posterior, descubrieron que Núria no tenía pulso. "He tenido que trabajar mucho el sentimiento de culpa", pese a que finalmente la autopsia no atribuyó la muerte de la pequeña a la caída, sino a un trombo en la placenta.
"Tener que parir a mi hija muerta es lo más duro que he tenido que hacer". Anna es enfermera y tenía claro que no quería pasar de puntillas por este momento. "Necesitaba compartir momentos con mi hija y despedirme bien de ella", explica a NIUS.
"Le dimos besos, abrazos, le hicimos fotos y creamos recuerdos con ella". Anna y Llorenç pasaron seis horas junto al cuerpo de su hija. Aunque saben que no es habitual que las familias puedan estar tantas horas despidiéndose de sus pequeños, a ellos les supo a poco: "Los tiempos tiene que marcarlos la familia, no un cuerpo que se deteriora o unos médicos con prisas".
La familia de la pequeña Nuria asegura que si el centro hubiese tenido una cuna térmica para preservar el cuerpo de su hija, la despedida habría podido ser más larga y sin los nervios de pensar que "tienes el tiempo en contra y tienes que correr para decirle adiós".
Por eso, no se lo pensó y cuando llegó a casa contactó con Natalie, una madre de Andalucía que había pasado por el mismo duelo que la pareja. Su hijo Óliver nació sin vida en el Hospital de Puerto Real (Cádiz) y sus padres, Natalie y Manuel, decidieron recaudar dinero para instalar cunas térmicas en los hospitales andaluces.
Las cunas térmicas, que preservan el cuerpo del bebé a una temperatura óptima, cuestan unos 3.000 euros y, aunque aquí todavía son novedad, están plenamente instauradas en otros países como el Reino Unido.
A través de una cuenta de Instagram que lleva el nombre de su pequeña, 'Els Somnis de la Núria', Anna y Llorenç ya han conseguido recaudar el dinero suficiente para entregar la primera cuna térmica en Cataluña. La han regalado al Hospital Josep Trueta de Girona, donde Anna trabaja como enfermera.
"Es precioso que la ciudadanía se implique, pero sería maravilloso que los hospitales compraran estas cunas como algo necesario e imprescindible, como lo es una mesa de quirófano", añade Anna.
Un elemento necesario e imprescindible en los hospitales, así lo define la pareja. De hecho, pocas horas después de hacer la entrega ya la tuvieron que utilizar para una familia que había perdido a su bebé recién nacido.
Así lo ha asegurado a este diario la psicóloga perinatal del Hospital Josep Trueta, Natalia Artigas: "Lamentablemente, la cuna ya se ha utilizado en múltiples ocasiones".
Aunque algunas familias todavía son reticentes en despedirse de esta forma de sus pequeños, Artigas anima a "dedicar a la despedida el tiempo que se merece para después poder gestionar mejor el duelo".
Llorenç y Anna ya están a punto de conseguir el dinero para comprar la segunda cuna térmica. Algo que ellos hubieran querido tener para decirle adiós a Núria. Todavía no saben a qué centro hospitalario la entregarán, pero admiten que varios hospitales catalanes ya se han interesado por el producto.