Barcelona mira atrás una vez más, que no la última. Tal día como hoy cinco años ha, nueve hombres infundieron el terror en el corazón de la ciudad, a golpe de furgoneta por la Rambla; horas más tarde, repitieron en el paseo marítimo de Cambrils. 16 muertos, centenares de víctimas y un daño irreparable, el saldo de unos atentados que obligan a sacar libreta y boli; a escuchar, analizar y tomar nota; a remar para que no vuelva a suceder.
Los Mossos d'Esquadra han aprendido una lección de aquellos ataques, por los que el Ministerio de Interior ha expedido una indemnización de más de siete millones de euros mientras la Audiencia Nacional rebajaba la pena diez años a dos de los acusados. "La célula de Ripoll creció aquí, en Cataluña". En torno a esta premisa ha girado el trabajo de la policía catalana desde aquel fatídico 17 de agosto de 2017, que insisten en hacer extensible al resto de la sociedad.
"La ciudadanía debe saber que las personas cercanas también se pueden radicalizar", remarca una y otra vez el Inspector de la Comissaria General d'Informació. Por razones comprensibles, prefiere mantenerse en el anonimato al atender a NIUS con motivo del quinto aniversario de una fecha complicada, puesto que hace revivir su pesadilla a todos aquellos que quieren olvidarla.
Pregunta: ¿Cuál es la mayor lección que nos han dado los atentados de Barcelona y Cambrils?
Respuesta: El aprendizaje principal del 17-A es que es necesario reforzar las redes de colaboración para la prevención. No cabe duda de que la célula de Ripoll se había radicalizado en Cataluña, eran jóvenes que habían crecido aquí. Es por eso que hemos afianzado el un modelo basado en la prevención. La acción preventiva es la que sitúa el riesgo o la amenaza para la seguridad más lejos de la ciudadanía.
P: ¿Cuántos avisos habéis recibido por posible radicalización?
R: 191. En 2021, incluyendo la actuación de Mossos d'Esquadra y Policía Local y el ámbito de la ejecución penal y de la comunidad educativa, se han generado 191 alertas tempranas sobre conductas que podrían ser compatibles con estar sufriendo un proceso de radicalización violenta. De ese total, en un 92 % de los casos, una inmensa mayoría, transcurrido un año de observación no suponen ninguna peligrosidad y han sido revertidos.
P: El 8 % restante...
R: Solo un 8 % de esos 191 casos siguen en observación porque el resto han sido revertidos o anulados. Esta es otra muestra de éxito de los programas de prevención ya que demuestra que con intervenciones educativas o asistenciales, o por las circunstancias que vive la persona, esos procesos se han desactivado y no tienden a defender la legitimidad del uso de la violencia para defender sus postulados ideológicos.
P: En resumen, prevención.
R: Se trata de identificar estos procesos de identificación de manera más temprana. La prevención es una oportunidad para hacer detección e intervención de manera precoz y es así como intentamos actuar. No es una acción meramente policial, ya que debemos contar con la colaboración de muchos otros sectores como el educativo, el asistencial y otros como el religioso incluso.
P: ¿Cómo?
R: Cooperando. Nuestro trabajo ya está consolidado con efectivos policiales de proximidad, tanto locales como Mossos d'Esquadra; también con la comunidad educativa y con el ámbito de la ejecución penal (funcionarios de prisiones, de medidas alternativas, justicia juvenil, etc.). Y ahora reforzaremos nuevos espacios de colaboración: la protección de la infancia y de la adolescencia, los Servicios Sociales, las comunidades religiosas y el tejido asociativo.
También trabajaremos con la Dirección General de Agentes Rurales porque, como las policías locales en entorno urbano, son agentes que están en contacto de forma más o menos permanente con las personas.
P: Cooperación y...
R: Formaciones. Hemos hecho 369 jornadas que han llegado a más de 7.000 profesionales en 2021. Así ayudamos a que interpreten las señales compatibles con un proceso de radicalización violenta. Y tienen mayor capacidad de detección.
P: ¿Cuáles son esas señales?
R: Hablamos de situaciones de aislamiento, de cambio de grupo de referencia, de señalización de un enemigo claro al que se le acaba deshumanizando y justificando la violencia contra él, de abandono de relaciones anteriores para socializar solo con su nuevo entorno... Cuando una persona no se siente dueña ni protagonista de su vida, ni siente que tenga el control ni que sea parte de nada, la narrativa extremista le ofrece cubrir todas estas necesidades en su situación de vulnerabilidad.
P: Normalmente responden a ideologías...
R: Pero no debemos suscribir las señales solamente a aquellos extremismos conocidos hasta el momento, como el yihadismo o a la ultraderecha relacionada al supremacismo blanco. Las circunstancias de tensión actuales pueden hacer aflorar otros extremismos que son desconocidos.
P: Cinco años después de los atentados, ¿la radicalización está aumentando en Cataluña?
R: La situación social de tensión que tenemos actualmente es propicia a la proliferación de extremismos violentos, pero no consideramos que haya un aumento en el número de casos. Aunque es cierto que las circunstancias sociales, la mayor polarización y diferentes valores que analizamos nos sitúan en un escenario propicio. Sin embargo, esto aún no podemos defenderlo con los datos que tenemos.
P: Entonces... ¿debemos preocuparnos?
R: No consideramos que los extremismos violentos sean motivo de alarma ahora, pero es un riesgo presente en la sociedad. Lo que hace falta es que la ciudadanía incorpore la existencia de este riesgo como un riesgo que ha venido para quedarse en los próximos años. La posibilidad de que una persona cercana caiga en un proceso de radicalización violenta es existente y debe haber una sensibilización.
Eso sí, no pretendemos que la ciudadanía vaya más allá obviamente, ya ponemos nosotros todos los mecanismos policiales y de la administración para asesorar y dar apoyo en situaciones que puedan ocurrir.
P: ¿Qué significa radicalizarse?
R: Un proceso de radicalización violenta es el proceso de una persona que se encuentra adaptada en la sociedad hasta que legitima la violencia y la utiliza contra los que identifica como sus enemigos. Cuando hablamos de estos procesos, tienen lugar a lo largo del tiempo: es necesario observarlos para ver si evolucionan, se estancan o se revierten, atendiendo a las señales que ya hemos mencionado.
P: ¿Y a qué edad se suele dar?
R: No obstante, en el inicio de cualquier proceso de radicalización opera de manera importante la cuestión identitaria: la construcción de una nueva identidad y socialización. Y no descubrimos nada al decir que, en la infancia y primera juventud, esta búsqueda está más presente. La mayoría de procesos de radicalización violenta conocidos se inician en estas etapas de adolescencia tardía o inicio de juventud, aunque no podemos afirmar que haya un rango de edad para el inicio de procesos de radicalización violenta
P: ¿Cómo ha influido la pandemia?
R: Durante esa etapa, hubo una mayor exposición a Internet. En Internet pasa todo lo que pasa en la vida física, incluyendo también la difusión de propaganda extremista violenta. Habrá que ver qué efecto habrá tenido esa mayor exposición en las personas que la consumían. No tenemos datos en ese sentido, pero es una hipótesis de trabajo plausible.
P: Ciertas interpretaciones de la religión tienen un papel importante en algunos tipos de radicalización, pero también apunta usted a que puede esta puede ser importante para evitarla.
R: Las agrupaciones religiosas son unos colaboradores necesarios en la prevención y detección: están en permanente contacto con la ciudadanía y pueden detectar cambios en las personas y contrarrestarlos. Estamos trabajando para fidelizar esta relación y aportar aquellas herramientas que podamos aportar. El proyecto está en diseño y la colaboración es creciente.