Los voluntarios de Barcelona'92: del chófer de Alberto de Mónaco al que intercambió pins con el rey emérito
El 25 de julio se cumplen 30 años desde que Barcelona celebró los Juegos Olímpicos de 1992
Cerca de 45.000 ciudadanos ayudaron a hacer posible el sueño olímpico de Barcelona'92
Algunos de los voluntarios olímpicos rememoran para NIUS anécdotas inolvidables
Fueron el alma de Barcelona 92. Lo dieron todo para hacer realidad el sueño olímpico. Formaron parte de ese momento trascendental de la historia de la capital catalana ofreciendo todo su tiempo, esfuerzo y dedicación sin recibir nada a cambio. 30 años después su recuerdo aún permanece a flor de piel, y es que la experiencia que vivieron los miles de voluntarios olímpicos durante aquel mes de julio todavía emociona a los que hoy la rememoran con entusiasmo.
En NIUS hemos querido hablar con algunos de los 44.767 voluntarios que formaron parte e hicieron posible aquellos Juegos Olímpicos de 1992.
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Manuel Dobaño, conductor olímpico: "Di un golpecito en la nuca a Josep Guardiola y esa noche ganaron la medalla de oro"
Manuel tenía 50 años cuando sus dos hijos le convencieron para que se apuntara de voluntario olímpico. "Decían que había déficit de conductores y para allá me fui. Me asignaron el carpool de la Vila Olímpica. Nos dieron una emisiones de las de antes y por ahí nos avisaban para ir a los sitios. Prácticamente recogíamos a las personas que se habían dormido y había perdido el transporte colativo", explica Manuel.
Han pasado 30 años pero todavía recuerda perfectamente una anécdota "muy entrañable" que vivió la misma tarde que la selección española de fútbol ganó la medalla de oro. "Coincidí en la Villa Olímpica en el momento que la selección salía de comer. El primero que tenía a mano era Josep Guardiola y no se me ocurrió otra cosa que darle un golpecito en la nuca, más fuerte de lo normal, y su respuesta fue: 'Ostia, m'has fet mal'. Me quedé un poco cortado pero le dije 'si no ganáis esta noche mañana tendrás dos golpes en vez de uno'. Esta es la anécdota más entrañable que recuerdo con el paso del tiempo", rememora.
También recuerda que se tropezó accidentalmente con Mario Vargas Llosa. "Como periodista no pude evitar la curiosidad de preguntarle a qué se debía su presencia y me dijo que el presidente de la Generalitat le había invitado a la ceremonia de inauguración.
Manuel todavía conserva la foto que testifica que estuvo ahí. "Las mejores vacaciones de mi vida fueron el mes magnífico que pasé inmerso en la villa olímpica conduciendo mi Toledo blanco". De hecho, acabó comprándose el coche. "Al final compré el coche a bajo precio. Era un Seat Toledo y yo iba con él por el carril olímpico como el rey de Mambo", bromea..
Inma Gómez, voluntaria: "Recogí la muestra antidoping de Carl Lewis"
Cuando Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional en 1992, anunció que los juegos olímpicos serían en Barcelona, Inma Gómez no dudó en presentarse como voluntaria. "Me hizo mucha ilusión porque quería trabajar por mi ciudad y me asignaron la función de conducir los coches oficiales, llevar y traer jueces desde la Vila Olímpica a su centro de trabajo y recoger muestras antidoping de los centros de deporte hasta el IMIM que estaba en la Barceloneta", explica.
Una de las anécdotas que más recuerda es cuando recogió la muestra del atleta Carl Lewis que estaba en el estadio olímpico. "Habían ganado la medalla de oro de 4x100 y tardó unas dos horas en darnos la muestra porque estaba totalmente deshidratado. Les daban agua y de todo pero no había manera", recuerda.
Inma rememora esas olimpiadas con mucha emoción. "La ciudad estaba super bien ambientada, había mucha gente joven, los voluntarios estábamos muy contentos, comunicativos y había super buen ambiente. Eso me encantó", concluye.
Ferran Trullols, delegado de dos equipos de hockey hierba: "Intercambié pins con el rey emérito"
Ferrán se apuntó como voluntario por "amor al deporte", en particular, al hockey hierba, ya que lo había practicado durante años en el FC Barcelona. Su función fue ser delegado de hockey hierba del equipo masculino de Argentina y del equipo femenino de Canadá. "Nuestra función era hacer de mayordomos de los equipos durante la estancia en las instalaciones olímpicas de Terrassa. Organizábamos los autobuses, los dirigíamos a los vestuarios, al campo de entrenamiento... Durante el partido nos sentábamos con ellos y les proporcionábamos cualquier cosa que necesitaran. Después del partido también les acompañábamos si era necesario al control antidoping", explica.
Las anécdotas que recuerda tener "durante más de un mes de vivencia maravillosa de la paz olímpica" son muchas pero especialmente destaca dos: la convivencia y fraternidad con el resto de voluntarios y el día que intercambió pins con el entonces rey, Juan Carlos I. "La más entrañable anécdota es la convivencia durante esos días. Había gente de todas partes de España y no hubo ni un roce, ni una discusión. Todos teníamos el mismo objetivo. A mi eso me cambió la vida textualmente, el espíritu olímpico que yo conocía de oídas lo tengo perfectamente interiorizado, tanto es así, que me apunté como voluntario olímpico al proyecto de olimpiadas de Madrid, tanto del 2016 como del 2020", recuerda.
Por otro lado, imposible de olvidar el intercambio de pins que hizo con el rey emérito. "Estuvo un día allí y con toda la paz del mundo nos acercamos varios voluntarios olímpicos a intercambiar pins con el. También recuerdo que otros personajes muy conocidos eran muy distantes (prefiero no decir nombres), en cambio otros, como el rey Felipe, eran muy cercanos. El se acercaba y hablaba con nosotros como cualquier otro participante de la olimpiada".
Ferrán solo tiene buenos recuerdos de esos días. "Fueron una maravilla. El cambio que se produjo en Barcelona, no solo a nivel arquitectónico, sino de mentalidad, de cooperar todos para salir adelante fue maravilloso. Yo creo que los equipos se quedaron encantados por la colaboración que todos los voluntarios tuvimos con ellos, fue un antes y un después. Los voluntarios, la mayoría de Cataluña, pero también de toda España e incluso algunos del extranjero fueron una parte fundamental para que esas olimpiadas fueran realmente un cambio en lo que es la mentalidad del espíritu olímpico", concluye.
Oscar Hernández, conductor de los VIP: "Pasé una noche de juerga con Alberto de Mónaco"
A Óscar le encanta conducir y cuando vio que buscaban conductores voluntarios no quiso perder la oportunidad de conocer gente y aprender idiomas. El se encargaba de llevar miembros de delegaciones o atletas a las instalaciones olímpicas pero una noche le hicieron una petición especial. Le tocó llevar a Alberto de Mónaco durante una noche de juerga. "Estaba de guardia en el carpool, la zona donde estaban los coches de los vips, y buscaban urgente un conductor que hablara ingles porque el chofer de Alberto de Mónaco estaba indispuesto y necesitaba un sustituto esa misma noche".
Le fue a buscar a una tortillería muy famosa de Barcelona llamada Flas Flas y cuando llegó se encontró a la célula de seguridad vigilando el restaurante. Al poco rato salió el príncipe junto a su secretario y dos chicas jóvenes, que se subieron en el coche. "De copiloto iba el asistente y detrás iban sentados Alberto de Mónaco, una chica en su falda, el secretario y la otra chica. Las dos jóvenes hablaban inglés pero por el acento parecían de Barcelona. Estuvieron riendo todo el viaje y haciendo bromas hasta que le dejé en una discoteca de la zona alta, situada frente al Hotel Hilton"
Oscar recuerda que durante el trayecto temía que los taxistas le hicieran alguna encerrona. "Los conductores olímpicos a veces teníamos problemas porque los taxistas tenían celos porque hacíamos recogidas de personalidades y atletas gratis y la gente no usaba sus servicios. Yo tenía dos coches de los escoltas detrás mío y tenía miedo que la liaran", explica. Por suerte no pasó nada y llegaron bien hasta la discoteca. Allí se bajaron y se pusieron a bailar. El conductor se quedó con los vigilantes de seguridad en la entrada con el miedo de que no le preguntaran a qué se dedicaba.
"Me quedé temblando porque me daba palo tener que decir que era periodista porque igual hubiesen pedido otro conductor. Lo que estábamos haciendo es pasar una noche de juerga de un miembro del COI con un chofer voluntario y personal a su disposición. Viví una noche de juega con el. De hecho su conductor oficial pidió descanso porque estaba reventado de todas las noches de fiesta. Alberto de Mónaco salía mucho y estaba muchas horas en movimiento", recuerda. El trayecto terminó en el hotel, allí se bajaron junto a las dos chicas y se fueron a la habitación. El príncipe le regaló un pin de Mónaco.
Pero esta no es la única anécdota sorprendente que recuerda. Oscar explica que un día tuvo que recoger a miembros de la familia olímpica de Trinidad y Tobago. "Me dijeron que tenían un solo atleta en natación. Yo les pregunté por qué y me dijeron que en sus países hay muchos tiburones y todo el que quiere aprender a nadar se tira en el Caribe y espabilan. Por eso son buenos", añade.
Brigitte Navarro, control de acceso en la piscina de Montjuïc: "Cuando vino la reina Sofía se formó mucho jaleo"
Briggite se quiso apuntar como voluntaria porque en su casa, desde pequeña, su padre le había explicado sus anécdotas como atleta olímpico en Roma 1960. "Él participó en la maratón representando a España y siempre ha tenido un recuerdo muy bonito de esa experiencia. Cuando se dio la oportunidad de hacer unas olimpiadas en Barcelona, nuestra ciudad, me quise apuntar para rendirle un homenaje a él y participar de alguna manera en unas olimpiadas", añade.
A ella le asignaron estar en el control de acceso de la piscina de saltos de Montjuic. Iba por las mañana y tenía que controlar las entradas de todos los deportistas y entrenadores. Asegura que fueron días inolvidables pero la anécdota más significativa que recuerda fue cuando les visitó la reina Sofía y la infanta Cristina.
"Allí se formó un gran control policial y de cuerpos de seguridad. Teníamos que estar atentos a todo y se formó un poco de jaleo. Fueron unos días muy bonitos, guardo muy buenos recuerdos y siempre los llevaré en mi corazón", señala.
David Tomás, conductor de los VIP: "Tuve en mis manos por primera vez un móvil"
David fue uno más de la extensa familia de voluntarios de los Juegos Olímpicos. "Me falto precisión para apuntarme en las primeras convocatorias y según se acercaba la fecha me iba arrepintiendo de no haberlo hecho antes. Unos meses antes de la inauguración me llegó la noticia de que buscaban conductores para la gran flota de automóviles que se emplearía así que no me lo pensé. Me asignaron ser conductor de los VIP, los que llevábamos la americana azul".
Durante todas las olimpiadas le tocó ser chofer de Cas Pielak, secretario general de la federación internacional de béisbol. "Como trabajaba estrechamente con el presidente de la federación, que también tenía un coche asignado, siempre solían utilizar el mismo coche para los temas de trabajo y cedían el otro para sus esposas. Un día me tocaba llevarles a ellos y otro a las esposas. Casi siempre de instalación a instalación, también alguna visita turístico pero poco", explica.
Una de las cosas que no olvida es cómo se informaba de las medallas que ganaba España. Asegura que trabajaba muchas horas y no tenía tiempo de ver las noticias. "Cada mañana pasaba por una masía donde estaban las oficinas del COE, por cada medalla que ganaba España colocaban una pequeña estatua de medio metro con el color de la medalla conseguida. Era sorprendente ver como iba aumentando el número cada semana. Pocos esperábamos el gran éxito que iba a tener nuestra selección. Así me enteraba de lo que íbamos ganando".
Otra de las anécdotas que recuerda es el gran interés que tenían los pins oficiales: "era muy llamativo la gran cantidad de americanos extranjeros merodeando por el acceso a las instalaciones intentando cambiar pins. Nos perseguían a los voluntarios, pues sabían que teníamos los pins oficiales muy valorados que nos daba la organización".
También recuerda que en la Vila Olímpica vio por primera vez un teléfono móvil. "En la sala de juegos de la Vila olímpico había unas maquinas futurísticas que hasta hace poco no he vuelto a empezar a ver por los salones deportivos. Ese día tuve en mis manos lo que se podía llamar un teléfono móvil, no había visto ninguno más que en las películas y más o menos era como las películas. Me lo dejo mi jefe para que se lo guardara mientras hacia unas gestiones, pesaría mas de un kilo", explica.
Asegura que fueron días muy intensos, por eso, el día que tuvo que dejar a Cas Pielak en el aeropuerto no pudo evitar emocionarse. "Después de acompañar al aeropuerto y despedirme de las personas con quien había compartido unos días tan intensos y especiales en el camino de regreso, en el Sead Toledo, derrame algunas lagrimas. Me dio 100 dólares de propina. Han pasado 30 años ese acontecimiento y revivo con mucha nostalgia los días vividos: el ambiente, la transformación de las calles, la cantidad de voluntarios, cada uno con su vestimenta circulando por las calles cada mañana para dirigirnos a nuestros puestos de trabajo, el espíritu de colaboración para que todo saliese a la perfección", concluye.
Antonio Alcaide, pabellón de boxeo: "Los guardaespaldas del Rey Juan Carlos se echaron encima de un compañero"
Antonio envió el formulario para ser voluntario por casualidad. "Mandaron a casa publicidad sobre las olimpiadas y lo envié. Rellené el formulario sin esperanza de que me llamaran. Al cabo de unos días me contestaron y empezó toda la evolución. Fue un preludio bonito antes de las olimpiadas", recuerda.
A el le asignaron la tarea de ir a buscar a los boxeadores a su vestuario cuando les tocaba salir a competir. Les llevaba a la zona de calentamiento y tenía preparado a dos o tres boxeadores para que todo fuera ágil.
"Una anécdota que recuerdo es la que vivió un compañero que estaba en el vestuario y cuando llegó el Rey Juan Carlos quiso ir a saludarlo y los guarda espaldas se le echaron encima y no le dejaron. El se cabreó y el rey dejó que se acercara y lo saludo y estuvo hablo con el. Lo bonito es la relación con los boxeadores, hablábamos con ellos, con los entrenadores. Pasábamos muchas horas en la zona de calentamiento, nos explicaban historias", explica.
Antonio que siente afortunado por haber vivido ese "hecho histórico". Yo era una gota de agua en el mar de colaboradores. Me siento afortunado porque fuimos un número determinado de gente. Lo llevo más en el corazón que en la mente", concluye.
Mari Carmen Pérez, pabellón baloncesto: "Recuerdo ver a Schwarzenegger con un jersey de rayas"
Un día Mari Carmen fue a la feria de muestra y vio una parada donde animaban a presentarse como voluntaria a los juegos. Decidió rellenar el formulario. "Pasó unos meses y no pensé que me iban a coger. Cuando veo olimpiadas pienso que yo estuve. Fue algo importante que no todo el mundo lo pudo hacer. Recuerdo el compañerismo, estaba todo iluminado, era otra vida", rememora.
Lo que más marcó a Mari Carmen fueron los partidos de la delegación americana de baloncesto. "Era un nerviosismo total. Helicópteros, policía, todo el mundo nervioso porque todos querían ver el partido. Había mucha gente, muchos artistas, se quedaban todas las delegaciones y era un caos total. Era muy emocionante ver en directo a los jugadores más importantes del mundo que solo los veías por la televisión", explica.
Entre tanto artistas, recuerda el día que llegó Arnold Schwarzenegger. "Me acuerdo hasta que iba vestido con un jersey de rayas. Todo el mundo le miraba. Todo el mundo buscaba al artista concreto para verle. En ese momento tenías la sensación de pertenecer a algo importante. Yo tengo el traje en casa y cuando lo veo pienso: allí estuve yo".
María Antonia Martínez, 'ola' en la ceremonia inaugural: "Vimos a Epi bajar del autocar para hacer el último relevo de la antorcha"
María Antonia fue una de las 'olas' que acompañó al barco de la Fura del Baus durante la ceremonia inaugural. "Aquel año fue excepcional porque llovió mucho en Barcelona durante el mes de julio y había el temor de que el 25 de julio también nos cayera un buen chaparrón. Finalmente no llovió y fue un momento muy emocionante porque una cosa es cuando lo ensayas y otra vivirlo con el público, los tambores bajando por las gradas... fue todo muy breve pero intenso", explica.
Una de los momentos que más recuerda fue cuando se enteró de quién iba a ser el último relevo de la antorcha. "El último relevo de la antorcha siempre se guarda muy en secreto. Nosotros queríamos saber quien era y tuvimos la suerte de que mientras esperábamos para entrar al recinto, llegó el autocar y vimos como bajaba Epi, el jugador de baloncesto del Barça y supimos los primeros que era el último relevo de la antorcha", explica.
María Antonia asegura que es consciente de que "no volverá a repetir un momento igual". "El final de las olimpiadas los vi junto a mis compañeros en casa de uno de ellos y no eres consciente hasta después que dices 'es que yo estaba ahí'".
Ricard Lobo i Sastre, director de la prensa gráfica: "Me apunté inmediatamente al abrirse las inscripciones"
La afición al deporte de Ricard hizo que se apuntara como voluntario "inmediatamente en el momento que se abrieron las inscripciones". Le nombraron director de la prensa gráfica en la subsede de la Seu d'Urgell, donde se practicaron las pruebas de piragüismo en aguas bravas, canoa y kayak.
"Lo que más me llamó la atención de estos juegos olímpicos fue la gran participaron de atletas, un numero muy importante, tanto de hombres como de mujeres, la gran afluencia de público que llenó cada día las gradas y los espacios de la instalación olímpica. También me sorprendió el gran comportamiento de los fotógrafos que no dieron ningún problema a la organización. Gracias a la dedicación, interés, concentración hicieron que los juegos, la organización y la colaboración funcionaran como un reloj", explica.
Joan Sillero, distribución de los carretes de fotos: "Vi a los mejores jugadores de baloncesto del mundo"
Joan quiso vivir la experiencia olímpica desde dentro y decidió apuntarse como voluntario. Participó en la recogida de los carretes de fotos desde la pista hasta el punto de salida de distribución, situado en el Palau Olímpic de Badalona. "Mi tarea consistía en la coordinación de entrega de los carretes de los fotógrafos en el lugar para llevarlos para su distribución a las agencias informativas", explica.
Recuerda aquellos días con ilusión y entusiasmo. "Había muy buen ambiente entre todos los compañeros. La ilusión más grande era poder ver de cerca a los mejores jugadores de baloncesto del mundo. Me gusto lo bien planificado que estuvo toda la organización y el buen ambiente que teníamos entre las personas que participamos como voluntarios, gracias a todo ello. de los participantes en las olimpiadas se creó la asociación de voluntarios Badalona, y yo en la actualidad sigo como voluntario en otra entidad ", explica.