A Paquita la reciben en el salón de su residencia entre aplausos y flores. Ella no entiende nada, no sabe a qué viene tanta atención, si como dice "solo he cumplido un años más". Pero lo cierto es que todos los que ha cumplido a lo largo de su vida, suman ya 107 años, y eso hay que celebrarlo.
Francisca Rodríguez Román nació el 17 de febrero de 1918 en las Cabezas de San Juan, Sevilla. No hay que hacer muchas cuentas para saber que por su memoria todavía se cuelan recuerdos de una Guerra Civil, de unas dictaduras y de tiempos de pobreza y hambre.
Más de 100 años que arrastra erguidamente con su andador, con el que todavía es capaz de dar pasos firmes. Entre risas y con una cara que apenas deja ver el paso de tanto tiempo, Paquita dice que su vida hoy es muy aburrida. No es de extrañar, si se tiene en cuenta que en las páginas de su diario hay un poco de todo.
Creció en un tiempo en el que las mujeres no tenían las mismas oportunidades que los hombres. Un tiempo en los que ellos trabajaban y ellas cuidaban a la familia. Sin embargo, la protagonista de esta historia tuvo que hacerlo todo: "He trabajado mucho, día y noche, porque he tenido cinco hijos a los que alimentar", y eso no se olvida.
Le gustaba coser, era modista. Recuerda que cada noche tocaba coger la máquina y empezar a tejer con las mismas manos que acababan de dormir a sus hijos. Era una adelantada a su tiempo. Y lista, también era muy lista: "Si cosía una prenda de mujer grande, ganaba más dinero que si cosía una para un niño pequeño", por eso tenía claro qué encargos prefería coger.
Tiene imágenes intactas en su cabeza, los nombres de sus hijos los dice de carrerilla (Manolo, Guillermo, Pepe Luís, María del Carmen y Eulalia), y cuenta con dos hermanos nonagenarios que también siguen cumpliendo años.
Sus jóvenes compañeros de la Residencia de la Orden de San Juan de Dios en Jerez de la Frontera, Cádiz, han escuchado atentos la historia de Paquita en este homenaje que entre todos han querido hacerle en unas fechas señaladas. No solo por el hecho de conmemorar su nacimiento, sino por hacerlo justo en una semana en la que recuerda el valor, la fuerza y la valía de la mujer.
Todo lo malo que ha vivido lo ha olvidado, serán caprichos de la memoria. Se queda con haber visto crecer a sus hijos sanos y con el momento que está viviendo ahora con sus nuevos amigos y compañeros: "Una alegría antes de irme", dice.
Su testimonio es ejemplo de lo que significa ser mujer, madre y trabajadora en un mundo que ella conoció complicado. Puntada a puntada, sin descanso, tejió una vida de la que hoy se siente orgullosa, quizás porque sepa que deja una huella imborrable en su familia y en la sociedad. Esa que ayudó a abrir con el poder de una mujer de su época.
Suscríbete a las newsletters de Informativos Telecinco y te contamos las noticias en tu mail.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.