Unos extractos de determinadas setas silvestres han demostrado su poder terapéutico para enfermedades neurodegenerativas. Así lo han identificado unos investigadores de la Universidad de Cádiz.
En concreto, un equipo del Departamento de Química Analítica ha estado analizando hongos comestibles que se suelen recolectar en otoño. Los ensayos se han realizado con los recogidos en el sur de Andalucía y el norte de Marruecos.
Tras obtener sus compuestos con una novedosa técnica, evaluaron sus beneficios para la salud, analizando también su capacidad antioxidante. En este contexto, trataron de determinar la acción inhibidora de la acetilcolinesterasa, una enzima localizada en nuestro tejido nervioso y en los glóbulos rojos, responsable de las uniones neuromusculares.
De esa forma, los expertos descubrieron la viabilidad de las setas del género 'Lactarius' (al que pertenecen los níscalos) para terapias en personas que sufren alzhéimer, por ejemplo. O que estén "en riesgo de desarrollarlo".
"Estamos ante una nueva línea de estudio que podría ofrecer importantes beneficios como suplemento dietético para los pacientes", asegura Ceferino Carrera, investigador de la UCA y coautor de la investigación.
Por ello, proponen que se lleven a cabo más estudios in vitro, usando modelos de cultivo celular y pruebas in vivo en animales de laboratorio. Para que así pueda confirmarse tanto la eficacia como la seguridad de estos extractos.
Precisamente, para obtener esos compuestos primero, el equipo ha aplicado un nuevo método ecológico de extracción por ultrasonidos. Pretendían detectar y cuantificar las cantidades de triptófano en setas recolectadas en pinares andaluces de las provincias de Cádiz, Huelva, Málaga y Granada.
Comprobaron que las del género 'Lactarius' y 'Boletus' presentan mayor cantidad de este aminoácido esencial. "Es el precursor de la serotonina u hormona de la felicidad y aumenta los niveles de melatonina, mejorando los ritmos circadianos del sueño", explica Gerardo Fernández, coautor de la investigación.
Además, recuerda que estos hongos "contienen grandes cantidades de agua, minerales y vitaminas", mientras que aportan pocas calorías. Para llegar a las conclusiones finales desveladas, inicialmente identificaron sus diferentes compuestos bioactivos.
"Tras limpiarlas para quitarles la tierra, las congelamos durante 48 horas para que eliminen toda la humedad. El polvo liofilizado lo sometimos a la extracción de ultrasonidos para conocer los niveles óptimos de temperatura en los que se obtiene la máxima cantidad de triptófano", explica Alejandro R. López, autor principal del estudio.
La técnica ecológica de análisis ha empleado "etanol, reconocido por las normativas de química verde y sostenibilidad por su origen renovable y su baja toxicidad tanto para el ser humano como para el medio ambiente", señala Estrella Espada, coautora de la investigación.
"Hemos sustituido los disolventes orgánicos tradicionales", añade. En diferentes ensayos, pudieron así extraer el triptófano, presente también en variedad de alimentos de origen animal y vegetal.
Después, recurrieron a técnicas de cromatografía líquida (que separa diversas sustancias) para saber qué cantidad del aminoácido estaba presente en las muestras de setas utilizadas. El estudio se ha publicado en la revista Food Chemistry.
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