Margarita, la cuponera con más arte de Granada: "Soy la alegría del Albaicín"

  • Margarita Muñoz es una trabajadora de la Once de Granada que ha conquistado las redes sociales con sus bailes y cantes mientras vende cupones

  • Con una vida muy difícil detrás, esta granadina se ha ganado la confianza de los clientes del Mirador de San Nicolás en el Albaicín

  • Su primer sueldo como cuponera lo invirtió en comprar un coche con el que poder seguir yendo a trabajar

Margarita tiene 46 años, cuatro hijos, dos nietos y arte a espuertas que sale de su cuerpo sin control: "cuando escucho un cante puro, me duele hasta la barriga y tengo que menearme bailando, no puedo evitarlo". Es la explicación que esta cuponera granadina da al fenómeno que crece a su alrededor. En sus redes sociales cuenta con miles y miles de visualizaciones en los videos en los que se muestra mientras trabaja vendiendo cupones en el Albaicín granadino. Pero detrás de todo eso hay una larga y complicada historia.

Margarita Muñoz vive en Pulianas, un pueblecito de Granada. Allí la protagonista de esta historia ha trabajado sembrando tierras, vendiendo en mercadillos, limpiando casas... y así un largo etcétera que la convertía en una buscavidas profesional. Una vida que durante un tiempo se vio amenazada por el maltrato físico al que su pareja le sometía, y aunque no quiere entrar en detalles para no revivir la pesadilla, lo cuenta para que se entienda el salto a su supervivencia.

Comenzó a trabajar en la Once en plena pandemia

Aquellos golpes le provocaron una minusvalía que la condujo a la Once: "el primer día vendí 1.000 euros, nadie se lo podía creer". Porque era época de pandemia allá por el año 2020, había poca gente en la calle y los bares estaban medio vacíos. "Cuando yo entro en un bar y veo que están serios, me pongo a cantar y lo revoluciono todo en un momento". Así es Margarita, la cuponera con más duende del Albaicín de Granada.

Con su uniforme puesto y su ristra de cupones colgada del pecho, esta mujer de raza no puede evitar arrancarse por un baile flamenco cuando le tocan las palmas cerca. "Yo no sé cantar ni bailar, pero me entra magia". Es de entender, porque ahora su zona de trabajo es el Mirador de San Nicolás. Un balcón con vistas a La Alhambra de Granada y con guitarras y cante flamenco a cada momento del día.

Con sus primeros sueldos se compró un coche para ir a trabajar

Recuerda que cuando la destinaron a esa zona tenía que coger dos autobuses diarios y subir 200 metros cuesta arriba para comenzar la jornada. Pero con el tiempo y el cariño de vecinos como María "la de La Granja", Margarita consiguió comprarse un coche. A María, la dueña del bar La Granja la nombra varias veces. Le deja aparcar en su espacio reservado y se preocupa de que coma caliente mientras trabaja.

Porque esta trabajadora de la Once se ha ganado el cariño y el respeto de ese emblema monumental: "me dicen que soy la alegría del Albaicín". Algo que queda documentado por vecinos, amigos y turistas que no pueden evitar sacar sus teléfonos y grabar cuando ella, cupones en mano, se arranca por bulerías.

Premios no ha vendido tantos, "varios pequeñitos", se lamenta. Pero alegría reparte a todo el que se cruza con ella.

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