Cambió el puente en el que vivía por una mansión la semana de la DANA: el milagro que le salvó la vida a un sintecho escritor de Almería
Miguel Rosa es un mendigo escritor de Roquetas de Mar que vivía bajo un puente en una zona arrasada por las lluvias
Vecinos y conocidos denunciaron su desaparición temiéndose lo peor
Unos días antes de las inundaciones, Miguel se fue a vivir con un vecino que le ofreció cobijo a cambio de cuidar el jardín de su mansión, hecho que le ha salvado la vida
La tarde en la que Miguel se atrevió a volver a "su campamento", como él lo llamaba, se encontró a varias patrullas de Guardia Civil y de Policía Local buscándole con linternas entre los restos de una riada que había arrasado con todo. "¿Qué buscáis?", dijo este querido mendigo para sorpresa de los agentes: "Estoy vivo de milagro".
Así empieza una historia que parece sacada de un libro de esos que tanto le gusta leer a nuestro protagonista. Lo que es seguro, es que lo que acaba de vivir Miguel Rosa, será el capítulo final del suyo propio. Recuerden que este sintecho, cordobés de nacimiento y afincado en Roquetas de Mar, Almería, está en pleno proceso de escritura de un manuscrito autobiográfico. "Ya lo tengo terminado, pero ahora necesito que alguien lo pase a ordenador porque está escrito a mano", cuenta quien hace unos días volvió a nacer.
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La amenaza de una DANA quitó el sueño a Miguel durante días
"Llevaba tres noches sin dormir por la crecida del río" recuerda. Hacía años que Miguel vivía bajo un puente en la Rambla de Aguadulce que había convertido en su hogar: "yo era feliz y libre ahí, lo tenía acomodado, pero sentía miedo por culpa del tiempo".
Los vecinos le adoran, le cuidan y se preocupan por él. Tanto es así que, hace tan solo una semana, uno de ellos fue a buscarle para ofrecerle un trabajo: cuidar del jardín de la mansión que tiene en Aguadulce a cambio de cobijo.
Así que desde principios de mes este escritor en proceso cogió sus pocas pertenencias y dejó el frío de la calle para vivir bajo un techo. Y no uno cualquiera, es una casa dentro de un chalet de grandes dimensiones, con dos habitaciones, salón, baño y cocina.
Cada día Miguel cuida y limpia el jardín gracias a sus conocimientos agrícolas. Recibe visitas y duerme lejos de la oscuridad de un puente que pesaba más cada día. La solidaridad de ese vecino no solo le ha proporcionado una vida más diga, sino que además se la ha salvado.
Las inundaciones de estos días se llevaron el puente de Miguel
A principios de esta semana, tan solo unos días después de que Miguel comenzara una nueva vida, una riada inundó por completo la zona baja de su puente. Todo. De haber estado allí seguramente no podría contarlo. Es lo que pensaron los vecinos que rápidamente denunciaron su desaparición. Por eso, cuando Miguel se acercó a ver las consecuencias del desastre se encontró con que le estaban buscando.
Todo ha quedado en un susto. El mendigo que escribió un libro bajo un puente se apresura ahora en retocar el final. Antes de despedirnos quiere contarnos una anécdota: este verano, cuando dibujaba sin muchas pretensiones, le salió lo que parecía un trébol de cuatro hojas. Sorprendido se apresuró en escribir un deseo en cada una de ellas: escribir un libro, vivir de una manera más digna, tener salud y perdonarse a sí mismo por los errores cometidos en el pasado.
Los que no se han cumplido, están en proceso. Al menos tiene vida para intentarlo.
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