Cuando Antonio nació hace poco más de 4 años sus padres aprendieron una palabra que marcaría sus vidas para siempre: anoftalmia bilateral. Es la enfermedad rara que provocó que el pequeño naciera sin ojos, "no lo habíamos escuchado en la vida", dice Merche, la abuela.
Aunque fue complicado de asimilar porque durante el embarazo nunca se detectó anomalía alguna, la vida de Antonio, a día de hoy, está llena de luz. Atrás han quedado los meses de incertidumbre, de miedo, de oscuridad en definitiva, porque como dice su familia, "él no tiene carencias, nació sin ver y en su mundo las imágenes las palpa con las manos".
La anoftalmia es una enfermedad rara que en España afecta a uno de cada 20.000 niños. Puede ser unilateral (solo un ojos afectado) o bilateral (ambos). El caso de Antonio es bilateral. Cuando nació pensaron que sería un problema de los párpados, pero en cuanto lo examinaron detenidamente descubrieron que no había globo ocular.
Nació en enero de 2020 y el confinamiento por la pandemia del coronavirus llamaba a la puerta: las citas médicas se acumulaban, las consultas se suspendían y la desesperación llevó a la familia a crear una página de Facebook para pedir ayuda. "Básicamente pretendíamos encontrar a algún especialista que supiera del tema y nos atendiera", recuerdan. Y lo encontraron.
Precisamente hoy nos cuentan su historia a la salida de la consulta del doctor José María Martínez. Gracias a la movilización en las redes sociales, este especialista protésico ocular se puso en contacto con ellos. "Nos dijo que no podía prometernos nada pero que lo intentaría todo".
Ha tenido que pasar por cuatro operaciones en Granada para poder abrir hueco a las prótesis. Unos 15.000 euros que han podido costear gracias a las donaciones de seguidores anónimos. A estas alturas están ya muy cerca de "conseguir una apariencia normal" gracias al esfuerzo de todos.
Así que lejos de lamentos lo que quiere hoy esta familia es cumplir el sueño del pequeño que no puede ver pero que está lleno de luz. Una corta vida en la que ya tiene una clara afición: la música; un instrumento favorito: el piano; y un artista al que admira por encima de todo: Pablo López.
De familia de artistas, a Antonio le nace el arte. Con tan solo 4 años asiste a clase de piano y de percusión y se sabe al dedillo las letras del cantautor malagueño. Reconoce tener una favorita: "La niña de la linterna", quizás porque de linternas para la oscuridad algo sabe.
"Queremos que Antonio le conozca y le pueda tocar", piden esperanzados de que este mensaje llegue a oídos del artista. Tocar porque es la forma en la que el pequeño ve. Sus manos son sus ojos, la música es su vida y Pablo López su sueño por cumplir.
Con su alegría nos enseña a ver más allá de las limitaciones. Valiente y luchador, con días de vida abrió los párpados cuando todos pensaba que jamás lo haría. Este reto es mucho más fácil: sentir en persona la emoción de la música de su artista favorito podría estar a la vuelta de la esquina.
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