"No duermo, no vivo, no puedo más". Así, contundente, desesperada y destrozada narra Arantxa Fernández el calvario que está viviendo junto a su familia en su vivienda de Málaga. Su hijo Juan tiene 22 años, padece un autismo severo y síndrome X Frágil, y la convivencia con él ha pasado a ser imposible. "Es agresivo, muerde, pega, rompe todo lo que encuentra y se da chocazos contra la pared", ese es el día a día de este joven que ya mide 180 cm y que pesa más de 130 kilos.
Quien lo describe es su propia madre, que esta semana ha decidido colgar un vídeo en sus redes sociales para hacer pública su situación, para hacer ruido y para intentar aligerar un proceso que se retrasa ya más de 5 años. En el 2021 solicitaron una plaza en un centro especializado para personas que como Juan necesitan una atención continua y las manos de alguien que sepa cómo tratarle. Lo aprobaron, pero nunca supieron nada más: "Nadie nos ha vuelto a decir nada".
Juan tiene un 97 por ciento de discapacidad y un grado tres de dependencia reconocida por la Junta de Andalucía. Cada mañana acude al centro 'Autismo Sur' a la plaza que sus padres pagan de forma privada (unos 1.000 euros): "Tardamos casi una hora en ir y otra en volver, pero aquello es como la ciudad del autismo, es maravilloso", dice. Este verano llegaron a hacer uso de una habitación de dependencia por la que pagaron unos 4.000 euros. Allí el joven hacía noche dos o tres días por semana, y de esa forma "conseguimos descansar".
Porque Arantxa y el padre de Juan, separados hace un tiempo, se turnan semanalmente para cuidarle y así contar con un respiro necesario. "La semana pasada fuimos a un centro comercial, mordió a una cajera que necesitó puntos en la herida y ahora quiere denunciarnos", cuenta para que podamos hacernos una idea del suplicio por el que pasan.
No pueden hacerse cargo de él en casa. No porque sea agotador, que lo es, sino porque no es bueno para el joven. No puede ser feliz, no puede disfrutar, no puede recibir la atención que necesita y ante esta situación ningún miembro de la familia gana.
Arantxa, su ex pareja y su otro hijo de 25 años quieren lo mejor para todos. Un lugar donde Juan esté atendido, pero "el problema es que hay una falta objetiva de personal cualificado para casos como este", asegura después de ver cómo este verano hasta 5 personas han pasado por su casa: "Todos se van, no pueden con él".
Es la desesperación de una madre que pide que, por ejemplo, se dote al centro donde acude su hijo cada mañana de plazas concertadas por la Junta de Andalucía.
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