La mañana del miércoles 2 de octubre ha sido de lo más entretenida para los alumnos de un instituto de Jerez de la Frontera, Cádiz. El nombre del centro no puede ser más apropiado, dada la localización: IES Lola Flores, pero lo cierto es que de puertas para adentro no están para palmas ni farolillos. "Si Lola Flores levantara la cabeza y viera que en Jerez hay un instituto con su nombre que está en tan horribles condiciones... se muere de nuevo", dice entre lo que parece una broma la presidenta del AMPA del centro, Inés Hernández.
Pero de broma, nada. En este instituto, unos 200 alumnos reciben sus clases cada día en 12 aulas prefabricadas. "Los niños dicen que es el infierno", dice ya en tono más serio la representante de los padres y madres. Asegura que los barracones que hacen las veces de aulas se encuentran en una situación "lamentable, con un deterioro impresionante". En su interior, pasan calor y frío a partes iguales, según la época del año. La acústica no es buena y el estado los hace sentir inseguros: "Están más seguros en la calle", sentencia.
Y a la calle precisamente se han ido. Ha sido la última acción de protesta que han protagonizado todos juntos (el primer día del curso también protestaron concentrándose en la puerta del centro). El equipo directivo, el profesorado y todos los alumnos sacaron pupitres y sillas a la calle para tener al aire libre las dos últimas clases del día.
La jornada se presentaba de lo más veraniega, con termómetros rozando incluso los 30 grados, y aún así "los niños no paraban de decir que estaban más frescos que en el interior del barracón"
Hace 14 años, ese mismo centro era un colegio de Educación Primaria. Al convertirlo en un instituto de secundaria, las instalaciones se quedaron pequeñas. Por eso, solventaron con aulas prefabricadas un problema de espacio que debería de haber sido temporal.
Hoy en día, en el centro hay inscritos 700 alumnos, de ellos unos 200 reciben sus clases en las aulas prefabricadas con todas las incomodidades que ello conlleva. Además, allí se imparte también un curso de Formación Profesional (FP) de cocina, que "reciben las clases en un comedor del año 1960, no tienen espacio para nada" dice Hernández.
Desde el AMPA lamentan que hace ya unos años que la Junta de Andalucía elaboró un proyecto para la contracción de un nuevo edificio, pero aseguran que, a día de hoy, no han visto ningún movimiento que les haga pensar que esas obras que tanto reclaman se vayan a realizar.
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