El auge de las instalaciones de placas solares en nuestro país choca de lleno con la pérdida de belleza de campos como los "dorados" que hay en la localidad de Gerena (Sevilla). Así lo creen algunos vecinos apolíticos.
Es el coste paisajístico que tiene la energía fotovoltaica en grandes terrenos, aunque también están surgiendo proyectos en los que es compatible con la agricultura, como el de los fruteros de Mollerussa (Lleida).
Sin embargo, en el caso del pueblo sevillano, el foco de los defensores de su entorno lo ponen en esas tierras de "girasoles y trigo" que se ven amenazadas. Por "un mar de cristal y acero", describen.
Han lanzado una recogida de firmas para exigir una solución "a las autoridades competentes". Para que garanticen un "desarrollo energético respetuoso con el medio ambiente y el valor patrimonial".
Porque "han puesto placas en toda la autovía y a la salida" del pueblo, según cuenta Fernando a Informativos Telecinco. Este joven que ha vivido gran parte de su vida en la localidad llevaba "varios meses" sin pasar por allí y está impresionado.
"El paisaje se lo han cargado totalmente. Me di cuenta que va a cada vez a peor y si siguen poniendo más se va a convertir en un problema", considera. Hay hasta cuatro empresas de fotovoltaicas allí.
Los vecinos exigen la "paralización de nuevas obras y las que están programadas", en la iniciativa de recogida de apoyos en Change.org. Hablan de que está en peligro la "biodiversidad local".
E incluso la fiesta que celebran en Gerena con la Virgen de la Encarnación, avanzando entre campos de girasoles: "Se acabó nuestra romería, ese encuentro con la naturaleza y la cultura que nos une".
"Imaginen festejarla rodeados de paneles solares", visualiza Thierry Robache, impulsor de la petición en la plataforma. Admite que esto supone "sacrificar la identidad y el entorno" del pueblo por la energía solar.
Aunque él es francés, ya lleva muchos años residiendo en la campiña sevillana, donde los cultivos se han ido sustituyendo por el acero. "Me duele ver lo que está pasando y mira que no he nacido aquí...", nos admite.
Nos explica que en la zona de El Esparragal, donde está la ermita, las tierras "pertenecen a dos grandes familias que las cedieron" a las industrias: "Supongo que por sacarle más rentabilidad económica".
Luego, al otro lado de Gerena está la finca La Pizana, heredada por una hija de la Duquesa de Alba. Son unas 600 hectáreas de superficie que años atrás albergaron primero olivos y después cereales.
Ahora, allí hay lo que se ve en la foto de apertura de esta noticia, con el casco urbano al fondo: sólo paneles solares: "Los dueños de terrenos así viven en otros sitios como Madrid y no les importa".
Entre las consecuencias negativas de las plantas fotovoltaicas menciona el "impacto en la agricultura y el medioambiente". Aparte de esa "contaminación visual", que califica de "golpe duro" a Gerena.
También Robache se pregunta quién quiere "vivir en un pueblo rodeado de paneles". Esos que ya hay en numerosas parcelas junto a la carretera A-477 que lleva al municipio, por ejemplo.
"Existen alternativas para estas instalaciones, en lugares donde no se dañe el ecosistema", señala este vecino al respecto. Propone incluso ideas: "Espacios como un parque industrial que hay aquí sin uso alguno".
Teme que su pueblo sea la extensión de lo que ya ha inundado a la vecina localidad de Guillena: "Allí han puesto placas por todos lados, de forma permisiva".
Ecologistas en Acción Sevilla ya presentó alegaciones en 2020 preocupados por "la imparable cesión de suelo" en el término municipal gerenense. No sirvió porque el proyecto de energía solar se materializó.
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