Como cada día, Patricia fue al colegio para recoger a su hijo Álvaro. Cuando llegó a casa abrió su mochila, sacó las cosas y de repente... "Hola Álvaro, somos los niños de 6ºB". En su cartera había una carta que le habían escrito a su hijo de cinco años, diagnosticado con autismo de alto funcionamiento.
Ni siquiera había terminado de leer cuando empezó a llorar de la emoción. "Es normal que un niño con cinco años tenga sus amiguitos, pero mi hijo por desgracia no", dice Patricia Rivera. Su hijo tiene dificultades para el desarrollo social y comunicativo y en eso trabajan en el colegio Huerta de la Princesa de Dos Hermanas, en Sevilla.
Allí Álvaro acude a diario al aula azul, una clase de apoyo específica de autismo donde tiene compañeros de diferentes edades. Sin embargo, dos veces a la semana un monitor le acompaña a una clase con niños de su edad. "Le encanta, aunque a veces se pone más nervioso por la sobreestimulación", dice su madre, "pero es importante para su integración".
A Álvaro hay que enseñarle a jugar, a relacionarse con los demás... En cambio, aprendió a leer solo, casi de forma autodidacta. "Él es al revés que los demás niños que hay que enseñarles a leer, pero aprenden solos a jugar", explica su madre Patricia a Informativos Telecinco.
Ahora su colegio ha empezado a hacer al revés la integración... Es la integración a la inversa. Ahora no solo es Álvaro el que va a otras clases, niños de otras clases del mismo colegio también van al aula azul de Álvaro y allí les explican con más detalle qué es el autismo. "Lo hacen en pequeños grupos y le van contando qué deben hacer para conectar con niños que padecen autismo", dice Patricia.
La última clase que pasó por el aula azul de Álvaro fue 6ºB. Después de conocerle, quisieron hacerle un regalo y entre todos le dedicaron una carta que luego metieron en su mochila. "Te hemos hecho un detallito y una cartita", escribieron entre dibujos de estrellas y notas musicales. "Por todo este tiempo a tu lado y como sabemos que te gusta mucho... te hemos hecho una canción".
La carta acierta de lleno. "Álvaro se pasa el día canturreando", dice Patricia, "le encantan las canciones". Y una de sus favoritas es 'El cocodrilo Dante', que le han dedicado los niños de 6ºB en esta carta que termina diciendo: "Te queremos", junto al dibujo de un corazón.
Hace tres años Álvaro vivía en Madrid con sus padres. Allí, el equipo de atención temprana que recorre las guarderías públicas de la comunidad autónoma detectaron rasgos compatibles con trastorno del espectro autista. Sus padres decidieron entonces regresar a Sevilla, donde Patricia tiene a casi toda su familia.
"Me emociona cuando niños que no conocemos de nada vienen y dicen 'ahí está Álvaro' al verlo en el parque o en el Carrefour", explica su madre, que colecciona en sus recuerdos cada pequeño gesto que la gente tiene con su hijo. "El simple hecho de que lo tengan en cuenta me emociona", dice Patricia.
Hace poco llevó a su hijo a una peluquería de Dos Hermanas para cortarse el pelo. "No le gusta nada que le pelen", comenta a Informativos Telecinco, "sin embargo la peluquera fue un encanto con él y se lo agradecí públicamente". Otro día, el hijo de una compañera de Patricia salió a defender a Álvaro cuando un niño dijo que no jugaran con él.
"La sociedad está cada vez más concienciada", dice la madre de Álvaro, "antes estaban súper aislados, como en un rincón, pero ahora se entiende mejor el autismo y muchos niños, en lugar de aislarlos, tiran de ellos, los arropan"... e incluso les escriben cartas para decirles que ellos también importan.
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