Cada mañana en Madrid, Andrés se levanta, coge su móvil y lo primero que hace es escribir un mensaje que manda a 500 kilómetros de distancia. "Buenos días, que pases un buen día y hagas cosas especiales". Inmediatamente en Aracena, provincia de Huelva, suena el teléfono de Pepe, "muchas gracias, Señor Vega, igualmente".

La historia por si sola no llega a anécdota... Si no fuera porque ese mensaje lo recibe Pepe a diario desde hace ya 16 años. Más de 40.000 mensajes que le escribe su antiguo jefe solo para desearle un buen día. "Trabajé 14 años para él en una empresa de rotulación de Madrid", dice Pepe, que aún le sigue llamando jefe.

Juntos se encargaron de la rotulación de buena parte de la Vuelta Ciclista a España. Sin embargo, la mayoría del trabajo iba destinado a la construcción. "Hacíamos pancartas, cartelería... todas esas cosas", recuerda Andrés. Por eso cuando llegó la crisis inmobiliaria el negocio se resintió.

En ese momento Pepe decidió que era hora de volver a casa y puso rumbo a su pueblo. "Me ofreció subirme el sueldo", recuerda ahora... pero por mucho que Andrés le insistió para que se quedara, finalmente hizo las maletas y terminó abriendo su propio restaurante en Aracena.

Desde entonces, jefe y empleado han seguido en contacto a diario. De lunes a domingo, Andrés le envía cada mañana a Pepe un nuevo mensaje a su móvil. "Algún día se me ha podido olvidar", confiesa el antiguo jefe de Pepe a la web de Informativos Telecinco, pero no es lo habitual.

"Le saludo y le digo que tenga un buen día, que sea excepcional, que las cosas le sigan saliendo bien...", cuenta Andrés, que durante décadas ha tenido decenas de trabajadores bajo su dirección. "Me hablo con otros antiguos empleados", nos explica, "y sigo en contacto con ellos".

Sin embargo, el único al que continúa saludando cada día es Pepe. "Fue un gran trabajador y a nivel personal se portó muy bien conmigo, me marcó porque era muy humano... muy sentido". La misma sensación tiene Pepe que, aunque ya le tutea, sigué llamándole señor.

Hoy ya no son ni jefe ni empleado, son amigos que además de mensajes se llaman de vez en cuando. Andrés incluso ha bajado en dos ocasiones a Aracena para visitarle. "La primera vez fui solo y me invitó a comer en su restaurante", nos cuenta. La segunda, le acompañó su mujer.

Con su negocio de hostelería, Pepe siempre está más liado para viajar, pero sabe que en Madrid siempre tendrá un sitio y también un empleo si alguna vez lo necesita. Y para que no lo olvide, cada mañana Andrés le da los buenos días como si siguieran trabajando juntos igual que hace 16 años.

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