Nuevos detalles sobre la declaración de los guardias civiles que sobrevivieron al ataque de los narcotraficantes en aguas de Barbate. Ante el juez han asegurado que advirtieron a sus superiores del enorme peligro que suponía enfrentarse a los delincuentes con los medios con los que contaban. A pesar de todo, tuvieron que actuar porque había una misión que cumplir. Informa Malena Guerra.
Son testimonios reales ante la jueza de los agentes que participaron la noche del 9 de febrero en el dispositivo de interceptacion de varias narcolanchas en el puerto gaditano de Barbate.
Informativos Telecinco ha tenido acceso a estas declaracione en sede judiucia. Uno de los supervivientes relata la conversación que tuvo su sargento con un teniente coronel de operaciones. Cuenta que le llamaron para activar al equipo que acababa de terminar su jornada en la oficina. Necesitaban a los GEAS para una operación en el puerto de Barbate. Había unas narcolanchas a resguardo en el puerto por el temporal. Les pedían actuar. “El teniente coronel solicita al sargento de los GEAS que utilicen una de sus embarcaciones, se refiere a la más pequeña que solemos llevar en el techo de su furgoneta”.
Era la única manera de llegar por carretera al puerto de Barbate, y echar la barca al agua. Los GEAS contestan que ni con la que llevan en remolque, un poco más grande, podrían enfrentarse a las narcolanchas. En su declaración en el jugado a la que ha accedido Informativos Telecinco el GEAS explica que “el sargento comunicó al teniente coronel que con ese tipo de embarcación tan pequeña nos podían pasar por encima”. La respuesta fue. "Ahora te va a llamar el coronel".
La segunda llamada fue directamente del coronel jefe de la Comandancia de Cádiz, la respuesta la misma. “El sargento le repitió que con la embarcación que teníamos nos podrían pasar por encima. Él dijo que no, que cómo iba a pasar". El guardia civil dejó claro en esa declaración que no querían meterse en el agua en esas condiciones y que advirtieron del peligro. Señalando la insistencia del coronel de la Comandancia de Cádiz para que llevaran a cabo la misión.
La declaración de ese sargento que tuvo que meterse en el agua con sus hombres y el apoyo de dos miembros de los GAR fue más escueta en palabras, pero dejó claro que no estaban de acuerdo. “¿Usted se negó a realizar esa misión?” resonaba en la sala la pregunta. “Informé del peligro de llevar esa embarcación para ese operativo. Y aun así, ¿el coronel insistió en que saliera? Sí”. La misión, confesó, era intentar abordar, hacerse con el gobierno de una de las narcolanchas y con esa perseguir al resto.
Si no lo conseguían al menos lograr que se marcharan del puerto las seis narcolanchas. Ese sargento que pilotaba la embarcación de la Guardia Civil explicó que intentaba esquivar todo el tiempo las embestidas, pero a penas podía ver por donde venían porque le apuntaban con un puntero láser.
Navegaba pensando en evitar que les hundieran, pero la penúltima arremetida golpeó la embarcación, y ya se dio cuenta de que esa narcolancha, la más grande y oscura, cogía carrerilla para atropellarles mortalmente. Uno de los compañeros que iba en la goma de los GEAS asegura que aunque hubieran llevado una embarcación más grande, el resultado habría sido el mismo porque esas narcolanchas enormes están preparadas para saltar olas y si la intención era matar, lo habrían logrado de cualquier manera.
Los GAR iban de apoyo, tampoco entendían la misión. Cuenta que les eligieron a dedo y que su compañero, fallecido, llevaba desde las tres de la mañana en una operación en Sevilla. No había descansado. Él estaba haciendo labores de protección a la familia del coronel. Su responsable “nos hace entrega de dos cascos, y nos indica que hagamos lo que podamos. Pero por supuesto que en esa embarcación tan pequeña y de esas características, no era la correcta para ese tipo de cometido”. De hecho, no llevaban ni las armas largas. Con las cortas poco podían hacer.
Todos los supervivientes relatan la misma escena. Cuando están en la rampa del puerto de Barbate bajando la barca, una de las narcolanchas se acerca, muy cerca, y desafiante comienza a rugir motores. Les mandaban una señal. Les estaban esperando para “jugar” con ella. Los guardias civiles avanzaron hacia las boyas donde estaban amarradas, tres por un lado y otras tres en el otro. Salieron todas despavoridas menos una que no lograba arrancar. Para cuando se estaba acercando, por fin la narcolancha cabalgó y comenzó la terrible y patética “diversión” que quedó grabada por los espectadores y las cámaras del puerto. Incluso el agente que llevaba la Go Pro explica ante la juez que no pudieron ver cuantos iban a bordo de la narcolancha, entre 3 y 4. Que creen que fueron tres embarcaciones las que les acosaron. Que uno podía ir vestido de rojo, pero que no podrían identificar a nadie. Y sobre todo que sí, que las tres últimas pasadas para tumbarles las hizo la misma embarcación grande que finalmente les pasó por encima, cortándoles con las hélices y golpeándoles tan duramente que dos de los compañeros murieron. Ellos, los cuatro supervivientes tienen graves heridas físicas y psicológicas.
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