Después de casi dos meses ingresado, Alberto ya ha abandonado esta semana el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. El guardia civil fue uno de los heridos de gravedad en el atropello de la AP-4.
El accidente causado por un camión que no se detuvo en el control que estaba realizando el Instituto Armado a la altura de Los Palacios causó seis muertos. Dos eran agentes y otros dos fueron hospitalizados.
Tras ya ser dado de alta uno a finales de marzo, ahora ha sido el otro. Salvó su vida, pero ha quedado con "graves secuelas", como ha comunicado Jucil Cádiz en sus redes sociales. "Le queda una gran lucha", añade la asociación.
Porque Alberto ha quedado prácticamente parapléjico, no podrá volver a andar con normalidad. A pesar de ello, salió del centro hospitalario de la capital andaluza con una sonrisa.
De hecho, protagonizó un emotivo momento ante sanitarios, familiares y compañeros de la Guardia Civil. Quiso expresar su agradecimiento a los médicos: "Vine moribundo y me habéis salvado".
Entre aplausos e incluso gente que sostenía unos globos tanto verdes como rojos, el agente salía de la habitación en camilla. "Me dejáis sin palabras", decía sin parar de sonreír por la ovación recibida.
"Os habéis portado genial, me habéis curado todas las heridas y ahora queda mucho por delante. Lo que más me ha sorprendido ha sido el trato personal", admitía.
Continuaba recordando que "uno llega" a un hospital "en la situación más dramática de su vida". Pero los sanitarios le han ayudado "con alegría y cariño" en todo momento.
Además, Alberto reconoce que consiguen "normalizar" lo ocurrido: "Han transformado mi perspectiva, nos hacen ver que es un cambio a una vida diferente. No hay ni peor ni mejor".
"Contigo es fácil, has sido un paciente excepcional", le responden algunas de las personas que han atendido al guardia civil durante este tiempo. A lo que él concluye: "Os voy a llevar aquí en lo más dentro", señalándose el corazón.
El accidente de tráfico ocurrió a las 4:40 horas de la madrugada, en el kilómetro 24 sentido Sevilla. Se había instalado un control de drogas en el que participaban casi 20 agentes.
A pesar de que estaba bien señalizado, según aseguró el subdelegado del Gobierno central en Sevilla, Francisco Toscano, el camionero declaró que no lo avistó.
"De verdad que no vi nada, era una noche oscura, iba a 90 kilómetros por hora", dijo en sede judicial. Explicó que cuando se dio cuenta de que debía parar, ya fue demasiado tarde y "la carga empujó" al vehículo.
Por tanto, no pudo detenerse antes de barrer completamente varios coches de la Benemérita. Transportaba alimentos hortofrutícolas. Había salido de La Línea e iba hacia Jaén.
Al conductor se le imputan seis presuntos delitos de homicidio por imprudencia y tres supuestos delitos más de lesiones graves por imprudencia.
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