Pablo y Antonio, el enfermero y el economista, que regalan canciones en Málaga: "¿Qué quiere escuchar?"

Pablo y Antonio son dos hermanos que, guitarra en mano, recorren las calles de Málaga interpretando canciones a quien quiera escucharles. No piden dinero, no quieren nada a cambio, aunque a veces se llevan algún regalo. "La última vez un carnicero nos ha dado una bolsa de carne", dice Pablo.

Han cantado a vigilantes de la playa en sus torretas, al dependiente de un quiosco que les dio una bolsa de chucherías, han interpretado canciones en mitad de la carretera a conductores parados en los semáforos y a viandantes que simplemente caminaban sin música por la vida. 

Entre las escenas más emotivas guardan el recuerdo de una de sus primeras veces. "Paramos a una señora mayor y su hija nos dijo que tenía alzhéimer", cuenta Pablo, "le cantamos alguna que pudiera conocer y la mujer empezó a cantarla con nosotros mientras su hija se emocionaba".

Pero no siempre sale bien. "Mitad y mitad", dicen los hermanos, "al vernos hay gente que cree que le vamos a pedir dinero, otros te dicen que no quieren nada como si fueran a vender algo y hasta hay algunos que salen corriendo". Aunque, la mayoría se queda a escucharles.

Pablo tiene 29 años y estudió Enfermería. Antonio tiene 25 e hizo Economía. Sin embargo, los dos se decantaron por la música. "Siempre hemos tenido afición desde pequeños", explican los hermanos, a los que su madre inscribió en el conservatorio con tan solo tres años.

Después siguieron su propio camino y entre los dos crearon el grupo 'Son del Puerto'. Hace diez años empezaron tocando los sábados en un restaurante y hoy tienen ya actuaciones por todo el país y durante todo el año. "Vamos a bodas, fiestas privadas o ferias de pueblos", explica Pablo.

Son del Puerto

Este verano viendo que la cuenta de Instagram de 'Son del Puerto' tenía poco movimiento empezaron a pensar cómo podían promocionarla. Así surgió la idea de actuaciones sorpresa en plena calle. "Pensamos cómo llevar a la calle lo que solemos hacer nosotros en los conciertos", dicen los hermanos.

"Les preguntamos qué quieren que cantemos y se lo cantamos". Así de sencillo. Mientras ellos cantan, una persona los graba y luego sube los vídeos a su cuenta de Instagram que en tan solo seis meses se ha disparado. "Tenemos vídeos con dos millones y pico de visualizaciones", cuenta Pablo.

Lo que empezó siendo un hobby se ha convertido casi en un nuevo trabajo. "Nos hemos puesto incluso horario para la cuenta de Instagram", dicen los hermanos que han descubierto que el éxito para llegar a más gente estaba en cantarle cara a cara a un extraño.

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