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Tres meses antes de que el telón del Falla se levantara, tres meses antes de que Cádiz se pusiera coloretes, tres meses antes de que todo empezara, hay un hombre en la ciudad que solo piensa en carnaval, aunque no ensaya. Se llama Juan Carlos Reina y desde septiembre lleva un peso a su espalda: ser presidente del jurado del Carnaval de Cádiz.
"Es una experiencia más, otra forma de vivir la fiesta", cuenta a Informativos Telecinco este empresario y comparsista que se subió a las tablas por última vez en 1998 con la agrupación "El Baratillo". Un cuarto de siglo después vuelve al Falla con un jurado que él mismo ha seleccionado.
Un abogado, una filóloga, una empleada del hogar o un exjugador del Cádiz... gente normal por cuyas manos pasará estos días una de las decisiones más importantes del año: ¿quién ganará el Carnaval 2024? "Yo me marqué unos parámetros para su elección", dice Juan Carlos Reina.
El primero de esos parámetros fue la experiencia. "Todos los miembros del jurado han participado activamente en esta fiesta", explica el presidente, que aun así eligió solo a aquellos que llevaban años fuera del concurso. El segundo parámetro es que nunca antes hubiesen sido vocales de un jurado de carnaval.
Con el jurado compuesto y el carnaval empezado, los días son de vértigo para Juan Carlos y sus compañeros. Cada noche hay nuevas actuaciones y deben decidir con cierta rapidez. "Hay un espacio muy corto de tiempo para evaluar a cada agrupación", explica el presidente del jurado.
Durante semanas antes de que el concurso empezara han analizado la forma de puntuación para que ahora el tiempo no fuera un problema. "El sistema de puntuación no es complicado, pero tampoco es sencillo", comenta Juan Carlos, "cada vocal tiene su gusto, pero hay que saber cómo evaluar para sea lo más justo y lo más preciso".
Y mientras ellos juzgan, saben que también serán juzgados. "No va a llover a favor de todo el mundo", dice Juan Carlos, "pero lo que percibo es respeto, el aficionado de Cádiz es muy respetuoso". De hecho, no le caen ni bromas. Entre su círculo más cercano ni siquiera le hablan del concurso.
La presión viene de dentro, de no fallarle a una fiesta que nunca les ha fallado como aficionados. "Me ponía mucho más nervioso concursando sobre las tablas que como jurado", dice un presidente que cada noche frente al Falla recuerda su primera final, con 16 años, cuando cantaba mientras otro jurado le observaba a él.
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