Les separan varias calles y varias generaciones, pero les une Jerez de la Frontera. El tatuador Samuel Martínez, conocido como Pol Tattoo, es el encargado devolver a Lola Flores a su barrio de San Miguel con un mural en una las calles que la Farona pateaba desde niña.

"Fue un encargo del Ayuntamiento", explica el artista, que ni se lo esperaba ni se lo pensó. "Me apunté del tirón", dice Pol Tattoo, y desde entonces todo ha sido una contrarreloj. La semana pasada le dieron permisos para empezar a pintar, pero la lluvia apenas le ha dejado.

A todo ello hay que sumar la presión de dibujar un icono mundial en su propio barrio. "He sentido muchísima presión", dice Pol Tattoo, "no sabes bien los dolores de piernas de estar en tensión". A diario, los vecinos se acercaban a ver cómo avanzaba el mural. "Empecé a relajarme cuando la gente comenzó a darme la enhorabuena".

Basado en un diseño del propio artista, la imagen se centra en los ojos de Lola. "Estuve viendo fotos en busca de lo que me transmitía su mirada", explica Pol Tattoo, "porque como ella misma decía 'la mirada no se opera'... y yo buscaba la potencia de su mirada". 

Enmarcada en una pared de la calle Ramón de Cala, Lola mira ya a su barrio a falta de los últimos retoques. "Quería algo alegre", explica el autor del mural, "tenía la opción de usar un fondo más oscuro pero quedaba un poco triste así que opté por colocar un cielo sobre un fondo de bosque para que de más alegría".

El próximo sábado será la inauguración oficial. A falta de algunos retoques, el mural de Pol Tattoo está casi terminado y gracias a él la mirada de Lola ya está de vuelta en su barrio... para que todo el mundo vea que nunca se había marchado.

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