Una mujer valiente e innovadora, pero que pensaba en las prácticas ancestrales de la viticultura, logró sacar adelante un proyecto arriesgado que dio sus frutos. Victoria dirige una bodega cuyas viñas están en los Montes de Málaga.
A más de 800 metros, cultiva allí una variedad de uva que ya era inexistente en la zona: la Pedro Ximénez. “De gran importancia para los vinos de Málaga, no sólo en volumen sino también en alta calidad”, asegura a Informativos Telecinco.
Su idea era recuperarla y lo consiguió: “Me planteé ese objetivo a lo largo de años de estudio e investigación. Me sorprendió también que la mayoría eran vinos secos. Tradicionalmente se elaboraban sin arrope, sin otras uvas tintas para darle color y sin alcohol añadido, de forma muy natural”.
“De aquellos famosos viñedos, algunos ya desaparecidos”, empezó su nuevo proyecto en 2015: Bodegas Victoria Ordónez e Hijos. Antes ya había dirigido otros también vitivinícolas en la Axarquía malagueña, Rías Baixas y Valdeorras (Galicia), Toro (Zamora), Rueda (Valladolid) y Calatayud (Zaragoza).
“Por primera vez en más de un siglo”, retomó la esencia de los vinos malagueños con los blancos secos de Pedro Ximénez y siguiendo unos métodos de elaboración como los de “principios del siglo XVIII”.
Además, practicando una viticultura heroica o de altura, “en su nivel extremo”, que conlleva unas dificultades para trabajar la tierra con la maquinaria actual: “Todo son barrancos y pendientes, así que utilizamos el azadón”, nos explica Victoria.
Dadas las características de la zona montañosa, “usamos mulas en algunas viñas a donde pueden acceder, ya que son una ayuda para cargar las cajas y subirlas hacia arriba”. Con todo, en definitiva, hablamos de que en la bodega siguen criterios de sostenibilidad y ecología.
Gestiona unas 12 pequeñas parcelas que buscó en colaboración con el Consejo Regulador de las DD. OO. ‘Málaga’ y `Sierras de Málaga’. Tienen viñas de vaso de entre 40 y 150 años de antigüedad, casi ocultas en el bosque mediterráneo.
Victoria se doctoró en Medicina, pero a partir del 2007 su vida tomó un giro completo hacia el campo. Resulta que su padre ya había sido un pionero en la distribución de caldos de prestigio en la provincia malagueña. Él inició su actividad a finales de los años 50.
Desde que fundó la bodega que lleva su nombre y apellido, Victoria vende unos vinos de alta gama de los Montes de Málaga que “han tenido gran aceptación en el mercado nacional e internacional”. El primero, de la cosecha del 2017, lo llamó 'Voladeros'.
Entre sus clientes hay restaurantes de alta cocina. Además de la variedad estrella de blancos, también comercializa rosados y tintos, amparados por la D.O. Sierras de Málaga.
Su hijo Guillermo, que es ingeniero agrónomo, la acompaña como director técnico en la empresa. Aporta su visión personal y creativa a las elaboraciones de un caldo muy exclusivo.
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