En un campo de fútbol de Almería este fin de semana se encontraron dos equipos que se conocen muy bien, pero no tanto como sus centrales. Ranieri Santana de 42 años juega en el Villa de Albox, Ranie Santana de 21 juega en el Vera. Son padre e hijo y dos veces al año se enfrentan en la liga regional en una cita que ya es todo un ritual en la familia.
El partido empieza días antes en casa. Entre bromas, amenazas y apuestas, padre e hijo no hablan de otra cosa. "Yo le digo que como no me deje marcar no come", bromea Ranieri, que suele apostarse con su hijo una comida. El problema es que llevan tres empates seguidos en los últimos tres partidos "así que a cada uno le toca pagarse lo suyo".
"Nos lo tomamos muy bien", dice su hijo Ranie, "aunque me vacila mucho diciéndome que aún no le he podido ganar". Las bromas acaban cuando el árbitro pita el comienzo del partido. "Dentro de las cuatro líneas no hay familia", dice el padre. "Si está dentro del campo es un rival", dice el hijo. "Y que gane el mejor", apunta Ranieri, que apenas se cruza en el campo con su hijo. "Solo nos vemos en los córneres y en las faltas".
Durante 90 minutos cada uno pone el corazón en el escudo y no en la sangre y defiende la camiseta como si no se conocieran de nada. Pero cuando llega el pitido final, dejan de ser rivales y vuelven a ser padre e hijo... Otra vez las bromas, otra vez lo risas, sobre todo si su hijo ha marcado, como ocurrió no hace mucho. "Me duele más que sea mi hijo el que marque porque se lleva toda la semana riéndose", dice Ranieri, "que si estoy viejo, que si coge el tacatá...".
La cita dos veces al año, con partido de ida y vuelta, es un momento especial para los dos, tanto que se ha convertido en el motivo por el que Ranieri sigue jugando al fútbol. "Me da cosa de dejarlo porque me perdería estos momentos". Aún así ya ha decido que esta será su última temporada y el próximo partido que le enfrente a su hijo será la última vez que se vean las caras sobre el césped.
Con un pie fuera del campo, Ranieri ya piensa en su futuro y quiere seguir vinculado al fútbol y seguramente lo hará como entrenando. De hecho, ya es el segundo entrenador del equipo de benjamines del Villa de Albox, donde además juega su otro hijo, Enzo. Quizás en pocos años, sobre el campo el nuevo derbi de la familia Santana lo protagonicen dos hermanos.